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Psicología para malasmadres: “No sos vos, soy yo…”

Psicología para malasmadres: “No sos vos, soy yo…”

Que los buenoshijos nos hacen perder la paciencia es una verdad como un templo tan real como que a veces los padres afrontamos la comunicación con los buenoshijos con la paciencia agotada. El ritmo frenético de nuestra vida, la cantidad de cosas por hacer y organizar y el poco tiempo del que disponemos hace que en muchas ocasiones traslademos ese nerviosismo a los que nos rodean. Saltan chispas. No es cuestión de sentirnos culpables por ello, la culpa fuera, no nos ayuda, se trata de examinarnos a nosotros mismos, de reordenarnos para afrontar desde otro punto de vista  la relación con nuestros hijos. Parar y disfrutar de los momentos es necesario malasmadres. De todo ello nos habla hoy nuestra nueva colaboradora Ana Kovaks. ¡Bienvenida, es un placer tenerte en el equipo!

Malasmadres-AnaKovacs

*Podéis seguirla en facebook, twitter e instagram.

¿Qué es lo que me pasa a mi cuando veo a mi hijo sufrir, cuando no puede dormir, cuando llora, cuando patalea continuamente, cuando está triste…?

¿Por qué me enfado, me angustio, me bloqueo o pierdo los nervios y no sé qué hacer cuando lo veo triste, cuando llora, o cuando se despierta y no puede dormir?

¿Qué le digo? ¿Y por qué le digo las cosas que le digo?

Buscamos respuestas y sobre todo esperamos certezas y soluciones rápidas. Cuando quizás el primer paso sería atrevernos a empezar a hacernos preguntas.

Cuando nos hacemos preguntas sobre nosotros y lo que nos pasa /no nos pasa estamos dispuestos a tomar conciencia de nosotros mismos, de lo que somos, de cómo somos, de lo que hacemos. Y conectarnos con nosotros, con nuestra emoción y nuestra historia pasada es el paso imprescindible para poder entender y llegar a comunicarnos mejor como padres. Preguntarse lleva implícito tener dudas pero también querer descubrir, aprender y mejorar.

Conocer nuestra historia vital, dando sentido a las experiencias de nuestra infancia será clave para poder prestar más atención a lo que nos ocurre en la actualidad. Y nos permite entender cómo el presente está condicionado por nuestra historia pasada. Todos aquellos “asuntos pendientes”, no resueltos, disminuyen las posibilidades de que establezcamos vínculos sanos y seguros con nuestros hijos.

– ¡Para de llorar! ¡Para de llorar! ¡Así no hablo contigo!

Si tengo rabia y quiero desahogarme me gustaría que me dejaras llorar o patalear. Si no me dejas mi frustración aumenta. Y si yo quería pasar un rato contigo, que no son muchos, y al enfadarte no me hablas siento que me rechazas.

Quizás mi llanto te angustia tanto que me impides desahogarme.

– ¿Cómo que no te hago caso si no paro de hacer cosas por vosotros?

Si nos pudieran responder con tanta claridad quizás dirían deja de hacer tanto por mí y haz algo conmigo.

Todos queremos ser padres ejemplares. Y cuando empezamos a ejercer nuestras primeras representaciones como madre/padre están compuestas de fantasías, esperanzas, temores, sueños, recuerdos de nuestra infancia… Se produce entonces una reelaboración de temas que pertenecen a las relaciones pasadas. ¿Qué discurso tenía yo con mi madre cuando era niña? ¿Qué discurso tengo ahora yo misma como madre? ¿Qué discurso tengo yo con mi hij@?

Así empezamos a construir a nuestros hijos. Desde nosotros.

Pero nosotros estamos en muchas ocasiones “con la cabeza como una lavadora, todo el día centrifugando”, como me dijo una vez una madre. O como dijo otra “peor: pensando en colgarla cuando acabo de ponerla en marcha”. Con el acelerador puesto, con la velocidad constante, con el agotamiento que va en aumento…

Como consecuencia las respuestas que damos a nuestro entorno (no solo a nuestr@s hijos sino a nuestra pareja, a nuestros amigos, en el trabajo) suelen ir a la misma velocidad y muchas veces en automático. Qué difícil es a veces salirnos de nuestro propio mundo para mirar afuera, para conectar con las necesidades de los demás.

– “Mira qué dibujo he hecho”

– “Anda, pero si sabes hacerlo mucho mejor”

Cuando te enseño lo que hago quiero que me mires, me atiendas y me reconozcas. Quiero sentir que soy valioso para ti.

Entonces…

¿Desde dónde escucho a mis hij@s?

Desde la prisa, el cansancio, desde unas expectativas muy altas, desde la exigencia por todo lo que a mí me falta (o creo que me falta), desde mi propia frustración que vuelco en ellos…

A veces nos quedamos tan estancados en lo que “tengo que hacer”, “tengo que decir”, “tengo que ser” que pasamos por alto muchas ocasiones de poder estar, disfrutar y escuchar qué me está diciendo cuando se comporta así. Y por qué respondo de la misma manera, alejándome de los afectos y de lo que realmente mi hij@ necesita.

Las largas ausencias, el ritmo frenético, el no saber cómo, sentirnos desconectados de lo que les pasa nos llevan a repetir noes rotundos o normas encadenadas que es lo que tienen que aprender. Nos convertimos en la radio que recuerda una y otra vez ponte las zapatillas, lávate las manos, siéntate recto, apaga la luz, duérmete pronto… Y decimos “Ay! qué cansinos que son!”.

– “Quiero hacerlo yo sola, YO SOLA”

Pero apenas les damos tiempo para probar y equivocarse. Y después nos sentimos contrariados porque son dependientes o inmaduros.

Los niños necesitan ser valorados y disfrutados. No es necesaria la presencia física continua pero sí la intención y nuestra presencia en lo que hacemos cuando estamos con ellos.

Necesitan ser escuchados en sus necesidades. Y para esto es necesario que podamos ser capaces de ver la situación desde nuestro punto de vista y también desde el suyo.

Todos tenemos temas no resueltos que nos hacen reaccionar automáticamente y pueden interferir la oportunidad de comunicarnos con nuestros hijos de una forma más equilibrada, cercana, afectuosa.

Ellos nos brindan la oportunidad de reeducarnos, de aprender si estamos dispuestos a reconocer alguna porción de nuestra responsabilidad en lo que nos sucede con ellos o a través de ellos. Así que nunca es tarde para empezar.

Porque las experiencias dentro de la familia dan forma a nuestra manera de percibir el mundo que nos rodea.

Ayer por la noche recibí un mensaje de mi padre. “¿Has leído el artículo de Andrés Aberasturi sobre su hijo?”. Busqué la crónica y leí el relato del periodista sobre su hijo con parálisis cerebral (podéis leerla aquí). Cuenta que nunca había llorado hasta el día que conectó con lo que había sido su vida, mientras cuidaba de su hijo en el hospital. Habla con valentía de lo importante que es enfrentarse a la realidad, aunque sea a partir de un sentimiento doloroso, y al margen del amor que pueda tener por su hijo. Como dice él, escribirlo le ha servido como” drenaje para el corazón”.

Disfrutar de una pequeña charla con los niños, leer un cuento sin prisa o simplemente observar cómo pintan; escucharlos desde su lugar y menos desde el nuestro puede ser también drenaje para nuestro corazón.

Y vosotras, ¿cómo os comunicáis con los buenoshijos?

Han comentado...

  1. Uff ¡¡¡¡
    no se imaginan lo bien que me hiso entrar e esta pagina, recién me sentí muy mal por tratar mal a mi pequeña verbalmente, quiero mejor como persona y madre. a veces siento que mi mala infancia brota en mi vida actual,la cuál es maravillosa…. quiero mejorar para mi y mi familia.

  2. Hola, Ana:

    Genial post, me ha encantado! Educar con conciencia es lo que marca la diferencia… ¿Educo desde mis miedos, mi necesidad de control y mi sensación de carencia o desde el darme cuenta de qué es lo que realmente hace falta en cada momento? Pero, poco a poco y, por supuesto, sin culpa! como tú dices. Complicado en la vida que llevamos pero sin duda merece la pena el esfuerzo!

    Un saludo,

    Olaya

  3. Ana que bueno!!!Cuanta razón. Siempre vamos corriendo y así tratamos a nuestros peques.Yo pienso mucho en ello.Me da mucha pena por que no le doy el tiempo que necesitan.:)

  4. GRACIAS!!!! Bella reflexión, estoy cien por cien de acuerdo contigo…
    Estoy intentando (cuanto cuesta!!!) acompañar a mi preadolescente, pero el día a día complica tanto el parase a decirte a ti misma que igual no lo estás haciendo lo mejor que sabes…
    Me ha ayudado mucho leerte pues estoy en ese momento de “reestructuración” de hechos, de parada y reflexión.

  5. No sabes lo que bien me viene leer este post huesito esta semana. Me siento desbordaba con el trabajo, niños, cada… Y justamente voy como pollo sin cabeza diciéndole a los niños lo que tienen que hacer y casi sin echarles cuenta. Esa frase de “voy a hacerlo sola” creo que la he dicho demasiado esta semana, así que toca parar, desconectar el fin de semana y escuchar bien a mis hijos y estar con ellos y por supuesto aplicarme esto cada día.
    Gracias!!!

  6. Así es, yo suelo estar en ese modo centrifugadora, trato de pasar tiempo con los niños, pero no siempre es lo suficiente, a veces puedo aguantar muy estoícamente los berrinches de mi niño, pero otras exploto rapidísimo y después me siento muy culpable.
    La maternidad es un constante aprendizaje para mejorar contunuamente.

  7. Gracias Ana. Gracias a ti acabo de parar. Y no sabes lo bien que me sienta eso. Lo bien que NOS sienta

  8. Buenas tardes!! Me he emocionado al leer el post!!
    Es buenísimo y me veo reflejada en el.
    Muchas gracias por recordarme que tengo que parar y reflexionar sobre ello. El ritmo de esta vida nos lleva a la No comunicacion y eso es lo peor que puede pasar dentro de una familia. Un beso enorme.

  9. Mi madre pasó tres semanas conmigo cuando tuve a mi hija (ya la friolera de 3 años) y me dio un consejo: “si la casa está más o menos limpia, no te preocupes: pasa tiempo con tu niña”. En otras conversaciones noté cierta culpabilidad: conmigo comenzó su vida de “malamadre” y yo, claro, venía sin instrucciones. Como mujer trabajadora fuera de casa, cuando volvía, se ponía a hacer las faenas y a mí me ponía con la “niñera”, la televisión. Luego, cuando amplió su experiencia de malamadre, sobre todo con el último, consiguió el objetivo: relativizar todo y pasar tiempo de calidad con su niño. Yo intento seguir su consejo. POr las mañanas, no tengo opción: toca correr un poco; pero las tardes y el finde… cosquillas, juegos, charlas,…

  10. Ana, ¡chapó por este post! Muy necesario en estos momentos de final de curso, que más bien parece el fin del mundo y donde no hay tregua para las malasmadres en busca del disfraz, el regalo de las profes, las matrículas, la reserva de plaza de no sé qué, los ensayos de los festivales y el día a día que ya de normal es para dejar sin pilas al conejito de energía inacabable del anuncio.

    Vi el otro día el artículo de Aberasturi, cuánto debemos reflexionar y valorar lo que tenemos. Cuánto. Y qué poco lo hacemos.

    Muchas gracias por esta invitación a pensarnos y mirar cómo nos dirigimos a estos buenoshijos nuestros que a veces sufren nuestro loco día a día…

  11. Mira que he leído varias veces sobre este tema,el ritmo de los niños,soy malamadre de 2 buenashijas,de 11 y 4 años,cada una con su propio ritmo y su propio carácter,la uña tan diferente a la otra….
    Es verdad que nosotros somos adultos y queremos muchas veces que ellos vayan al mismo tiempo que nosotros,que yo muchas veces les doy las órdenes cuál sargento y sé,porque me doy cuenta,que las estoy estresando con mi estrés,a veces es complicado ir a la par y armonía,a veces digo,a la mie….el recoger la casa,el lavar,comprar o comer a una hora impuesta por nuestras propias normas,a la tele y a ese momento del baño con todo el agua tirada por el suelo…a veces me obligo a olvidarme que soy adulta y que si yo tengo grandes recuerdos de preciosos momentos con mi madre,ellas merecen eso y más….luego vuelvo a la realidad y a ponerme mi traje de sargento,pero espero en el futuro que por lo menos recuerden algun buen momento vivido conmigo…..
    Gracias

    1. Gracias Gema! Es cierto que pensamos que sólo con ese “traje de sargento” se consiguen las cosas… a veces probando otras formas conseguimos más cosas y desde luego con mayor salud para nosotros y ellos! Buen fin de semana

  12. Efectivamente Beatriz, de cómo estemos nosotros se van construyendo ellos… El artículo de Aberasturi me conmovió mucho también y nos devuelve a la realidad de cada uno. No puedo imaginar el dolor tan grande que puede ser no escuchar una sola palabra de tu hijo.
    Para plasmar lo que sientes puedes hacerlo hoy mismo… como puedas, como te salga… por qué no? Gracias por tu comentario

  13. Muy buen post, soy consciente de ello, que en este ritmo frenético que nos imponen, yo no pedí marcarlo, mi hija no tiene la culpa que yo me sienta cansada o su padre (sobre todo trabajando a turnos, como es su caso) y más duro.
    Me doy muchas veces cuenta y yo misma digo pon el freno Madaleno, porque además ella lo nota, cuando estoy relajada, ella también lo está.
    Sobre el articulo publicado por Andrés Aberasturi, me resultó absolutamente conmovedor y muy bien escrito, me hizo estremecer y ser aún más consciente de la suerte que tengo, no puedo pedir más.
    Que no tengo tiempo para planchar, ni para cocinar, no va a pasar nada, porque ella es lo más importante de nuestras vidas.
    Como me gustaría saber escribir y plasmar todo lo que siento.

  14. Ufff! La verdad es que con todo esto me siento una mala madre, en el sentido literal de la palabra. A ver si ahora que comienzan las vacaciones y se relajan las rutinas me pongo las pilas y les escucho y atiendo mejor. Muchas gracias por hacernos reflexionar. Muy buen post. Felicidades

    1. Muchas gracias Elena por tu comentario! Pararnos a pensar para poder intentar cambiar algunas cosas es valiente y muy valioso! Y no hace falta esperar a las vacaciones. Pequeños gestos como introducir el humor pueden hacerse hoy mismo! buen finde

  15. Qué buen post.
    Me siento tan identificada que me ha dado miedo.
    Mi hija tiene 6 años, es una niña muy espabilada
    y ya empieza a darse cuenta de que no la dedico tiempo de calidad, de que “mami siempre estás cansada”, y un largo etcétera. Me da mucha pensar que vaya a recordar a su madre así, siempre ocupada y muchas veces de mal humor porque no tengo suficientes horas al día para ocuparme de todo y siempre lo paga ella.
    Voy a imprimir el texto y reflexionar sobre él.
    Muchas gracias!

    1. Gracias por tu comentario! Con las prisas dejamos de escuchar lo que nos dicen los niños… Me alegro que te deje pensando… ahora a practicar 😉 Un beso

  16. Gracias, sin duda te hace reflexionar,es cierto que las mamas que vamos “apagando fuegos” continuamente en casa, con deberes, quehaceres, trabajo, hijos, maridos…. Hace que muchas veces no veamos las preguntas que planteas, seguro q ellos lo agradecen! Y las cosas cambian! Saludos Malasmadres! 🙂

    1. Hola Elena, efectivamente esta vida nos pide que estemos apagando fuegos a diario. Pero también que podamos pensarnos un poco más y llegar a transmitir algunos afectos entre tanta tarea!! Gracias y buen fin de semana

  17. Muchas gracias,

    Me siento tan identificada…las dos últimas líneas me han hecho emocionarme (y soy como un témpano 😉

    Un abrazo

    1. Hola Sandy! Me alegro si ha removido un poco el corazón… desde ahí es donde mejor podemos llegar a nuestros hijos y a todos los demás que están alrededor. Otro abrazo!

  18. Buenísimo Ana! Me encantó conocerte en la party aunque sé que deberíamos haber hablado más porque veo que tenemos muchos puntos en común. Pero es lo que tienen las partys jeje! Un post buenísimo! Un abrazo

    1. Hola Alex! Gracias por tu comentario. Me alegro de que te haya gustado! en la Party tocaba disfrutar!!!! Tendremos que buscar otras ocasiones para seguir charlando… _Un beso!

  19. La verdad es que es muy complicado, entre casa, trabajo, obligaciones, se te pasa el día mientras los hijos van pululando de aquí para allá y una estresada sin parar, así llega a la noche agotada y sin haber guardado un tiempo con los tuyos.

    Yo suelo guardarme varias tardes en las que solo me dedico a la buenahija, si hay que ir a comprar, pues al ritmo que ella lleve, vamos, que a veces he estado 2h para comprar 1 barra de pan, pero ella se lleva su carrito, vamos tranquilamente, nos paramos a ver una hormiga, o una planta o lo que le llame la atención, nos sentamos en un bordillo a ver el agua de la fuente, y es muy, muy, gratificante, poder disfrutar así de ellos, hay que parar el mundo de vez en cuando y bajarnos 🙂

    1. Gracias Susana por tu comentario. Eso es lo que queda en ellos, la experiencia de poder observar el mundo y DISFRUTAR! (que es algo que a veces nos cuesta tanto…)

  20. Muy bueno, no te dice lo que hay que hacer…..te dice lo que debes recordar y no olvidar.

    1. Gracias Pilar, seguro que tu sabes cómo hacer pequeños cambios que pueden tener grandes resultados y muchas satisfacciones! Un saludo,

  21. Ufff, no sabría por dónde empezar. De todo lo que he leído, tal vez esto es lo que más se identifica conmigo. Me paso los días pensando que el tiempo que le dedico a mi hijo, que es toda la tarde, no es de mucha calidad.. Hasta que no salimos a pasear no me centro más en él, porque corro detrás de él, impido que se suba aquí o que se tire por allá y reconozco, con todo mi pesar, que son muy pocos los momentos realmente buenos y de conexión con él que pasamos juntos. En casa estoy más a otras cosas porque no hay nadie más que las haga por mí (el buenpadre, simplemente, se olvida una y otra vez de esto o lo otro, o está muy cansado)
    La culpabilidad es como una losa que cargo encima practicamente desde que soy madre (19 meses), y el sentimiento de no estar haciéndolo bien muchas veces es muy agotador…

    1. Hola Nuria, la verdad es que pasar tantas horas con un hijo, con la atención y energía que requieren, más “todo lo demás” hacen que sea imposible hacerlo todo bien. Jugar un rato, cantar o contar un cuento, mirándolo y disfrutando es una gran momento que le brindas y lo que queda en él. Lo demás es accesorio! Gracias por tu comentario

  22. Madre mía, Ana, me acabas de revolver. Es verdad que el ritmo que llevamos es imparable, pero creo que debería frenar y analizar. Quizá muchas trifulcas estériles del día a día tendrían fácil solución.
    Un beso

    1. Ay Rebeca! A veces creo que tenemos que revolvernos un poco para pararnos a pensar, y que nos sirva de trampolín para intentar las cosas de otra forma. A veces con poner un poco de humor y dejar de lado nuestras cosas obtenemos grandes resultados! Gracias por tu comentario. Un beso!

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