Recuerdo nitídamente el día que me enteré que los Reyes Magos no existían y mi pena y mi desilusión. Mi buenahermana alimentó mi ilusión algunos años más haciéndome creer que si que existían y que quien me lo había dicho estaba equivocada. Aún así, y años más tardes sabiendo la verdad en casa de los buenosbuelos hemos dejado siempre viva la llama de la ilusión y nos hemos hecho los tontos para despertar el día 6 con la sorpresa de los Magos de Oriente. Con los buenoshijos todavía más. Hoy Sonia López nos cuenta en este precioso post cómo actuar en esta situación.
* Podéis seguirla en @sonpa70 y en su BLOG.
– No hace falta que disimules, ya lo sé.
– A veces me cuesta aceptar que te hayas hecho tan mayor.
– Tranquila mamá, habéis sido unos pajes de lujo.
– Espero que sus Majestades estén contentos con nuestro trabajo. Puedo asegurarte que papá y yo hemos disfrutado como niños.
– El saber que sois vosotros los que compráis los regalos, ¿supone que este año ya no tendré nada la noche de reyes?
– ¿Y por qué debería pasar eso?
– Pues entonces empezaré a escribir mi carta hoy mismo.
– No olvides nunca que lo mejor de los regalos, no reside en lo que hay debajo del envoltorio, sino en las manos que te lo ofrecen.
Un jarro de agua fría
El día que tu hijo te confiesa que sabe que sus padres son los mágicos de oriente sientes como si un jarro de agua fría te recorriese la piel. Desde aquel preciso momento percibes que tu pequeño, aquel que tiraba de la barba al Rey Melchor y lloraba cuando veía a Baltasar, empieza una nueva etapa en su vida que será sin duda cada vez más emocionante. Un tramo donde seguir creciendo y aprendiendo, empezar a tomar sus primeras decisiones importantes y aprender a navegar en esta mundo a veces antipático. Ese preciso momento en el que debes ir aprendiendo a dejarle volar y aceptar que deberá caer en muchas ocasiones para poder avanzar.
Siempre he intentado mantener la magia con mis pequeños al igual que lo hicieron mis padres conmigo. Años después entendí porqué mi padre limpiaba sus botas camperas con esmero el día antes que apareciera Papa Noel en mi colegio, el motivo por el que mi madre insistía en acompañar siempre al mismo rey en la cabalgata del barrio y como mi rey favorito, al cogerme en brazos y frotar mi nariz con la suya, conocía cada una de mis trastadas pero igualmente llenaba mi bolsa de deliciosos caramelos.
Creo firmemente en la necesidad de ayudar a nuestros hijos a desarrollar su pensamiento mágico, alimento imprescindible para germinar la fantasía y creatividad. Hacerles creer en personajes imaginarios, llenos de hechizo y sutileza, que acaban convirtiéndose en un elemento imprescindible en el desarrollo emocional y que además, colman la infancia de miles de niños de ensueño y emoción. Nunca pensé que le estaba engañando con estas preciosas historias sino que le acaramelaba el camino de hacerse mayor. Sin duda uno de sus mejores recuerdos es recordad como una noche del 5 de enero los tres Reyes se colaron en nuestro salón y se dejaron susurrar al oído cada uno de sus deseos.
Creer ayuda a los niños a comprender el mundo
Creer en Gaspar, Papá Noel o el Ratoncito Pérez ayuda a los niños a comprender el mundo que les rodea. Personajes que reparten amor, ilusión y sonrisas, que endulzan la vida de nuestros pequeños en momentos en los que no acaban de entender el firmamento, explican parte importante de nuestra cultura y nos recuerdan situaciones de nuestra infancia que hacen que se erice nuestra piel. Los mejores mensajeros de valores como la bondad, el compañerismo o la generosidad y que nos recuerdan que todos nuestros sueños se pueden hacer realidad siempre que los persigamos con todo nuestro empeño.
Y no encuentro mejor manera que mi hijo mayor haya entrado en el mundo de los adultos que convirtiéndose en el mejor cómplice de los Reyes de Oriente, en un porteador más del secreto universal de los niños, en el mejor guardián de los secretos. Y me emociona ver como inventa nuevas historias para envolver a su hermano pequeño de ensueño y magia, como disfruta acompañándonos a comprar cada uno de los deseos, como cada vez que me guiña el ojo se hace patente nuestra complicidad.
Hijo bienvenido al mundo de los proyectos, de las lecciones continuas, de aprender que lo importante no es lo que tienes sino como lo aprovechas. Recuerda siempre de no dejar un sólo día sin haber aprendido algo nuevo, de probar cientos de veces aquello que no te salga, de hacer las cosas a fuego, de soñar intensamente haciendo del trabajo tu mejor aliado, a no bajar los brazos cuando todo se empiece a balancear.
Ojalá seas capaz de conseguir que te de igual perder si lo has intentado, de caer las veces que sean necesario, de tocar las estrellas cada vez que consigas lo que te hayas propuesto. Quiere a los que contigo lo hacen, abraza a todos los que ofrezcan su calor, haz aquello que crees que no puedes hacer.
Hijo no olvides nunca de creer en la magia del mundo, de las personas, de los detalles, de las miradas, las sonrisas, de los te quiero.
¿Y vosotras Malasmadres habéis pasado ya por esta experiencia?