Hoy en nuestra sección de ‘Ellas Opinan’ hablamos de conciliación, de conciliar cuando por desgracia tenemos a nuestros buenoshijos hospitalizados. Elena Fernández es una malamadre que a raíz de la experiencia de una compañera decidió emprender una recogida de firmas en change.org para que los padres puedan acompañar el tiempo que necesiten a sus buenoshijos si se encuentran en esta situación. Podéis firmarla aquí.
La conciliación entre vida profesional y personal no existe. Si alguien tiene alguna duda de ello, no tiene más que revisar el convenio de la empresa en la que trabaje para ver que dispone únicamente de dos o tres días para cuidar a sus hijos si estos tienen que ser ingresados en un hospital.
Yo soy madre de dos niñas de cuatro y un año de edad y, afortunadamente, ambas están muy bien pero recientemente he vivido muy de cerca el dolor de una compañera de trabajo que tuvo que dejar a su bebé de 11 meses ingresado en el hospital mientras que ella debía reincorporarse a su puesto. Porque a veces las injusticias nos pasan tan cerca que nos lastiman, porque si no actúas y toleras ciertas cosas tú puedes ser la siguiente, el pasado 11 de marzo puse en marcha una recogida de firmas dirigida al Ministerio de Empleo y Seguridad Social para que los padres trabajadores tengan derecho a permanecer con sus hijos mientras estén ingresados. Decidí que si es algo que nos afecta a una gran mayoría de los padres a lo largo de nuestra vida y la de nuestros hijos, recoger firmas para hacer visible este problema y la necesidad de su solución podría ser el primer paso para conseguirlo y eso es lo que estoy haciendo a través de change.org, recoger firmas para cambiar una circunstancia injusta para los niños y para sus padres.
¿Cómo se puede privar a un hijo que esté malito en el hospital de la presencia de su madre o de su padre por motivos laborales? Creo que hay que buscar un equilibrio para que las cosas funcionen ya que la falta de humanidad del mundo empresarial en el que vivimos presume de una conciliación familiar que no existe, es una entelequia. Lo único que pido es poder aliviar ese sufrimiento para niños y progenitores.
Entre los 10 derechos recogidos en la Declaración de los Derechos del Niño, seis hacen referencia a su protección y cuidados:
- El derecho a tener una protección especial para el desarrollo físico, mental y social.
- El derecho a una alimentación, vivienda y atención médica adecuada.
- El derecho a una educación y a un tratamiento especial para aquellos niños que sufren alguna discapacidad mental o física.
- El derecho a la comprensión y al amor de los padres y de la sociedad.
- El derecho a estar entre los primeros en recibir ayuda en cualquier circunstancia.
- El derecho a la protección contra cualquier forma de abandono, crueldad y explotación.
Lo que nos define como sociedad es cómo cuidamos de los más desprotegidos, y los niños deberían ser la prioridad de todos. Sus derechos no pueden quedarse en la puerta del hospital. Ahora solo espero que las voces que se esconden detrás de tantas firmas se hagan oír.
El hecho de respetar que los padres puedan estar con sus hijos tiene múltiples beneficios para ambas partes. Cuando nació mi hija mayor, estuvo unos días hospitalizada y el hecho de tenerme que volver a casa a dormir y ella quedarse allí me generaba una ansiedad espantosa. Solamente hay que ver la reacción de nuestros hijos cuando se sienten malitos o tienen fiebre, acuden a nosotros para recibir todo el cariño del mundo y reconfortarse con una caricia o un beso, creo que con esta última frase está dicho todo.
Y vosotras malasmadres, ¿habéis vivido esta situaciòn? Firmemos todos y apoyemos esta petición.
Antes de irnos
HOY pasamos el domingo en Mercado de Motores en Madrid. Podéis encontrar todas nuestras camis, libretas, tazas… en el espacio de Älva for kids. ¡Felices de colaborar con ellos y de poder estar en un mercado tan chulo! ¿Venís a vernos?
En el Museo del Ferrocarril, Paseo de las Delicias, 61.
Nosotros somos tres hermanos y el mediano tuvo leucemia cuando estaba en preescolar. Con el buen hacer de los médicos salió adelante pero el número de viajes que tuvieron que hacer mis padres desde el pueblo en el que vivíamos hasta Segovia y Madrid fue innumerable.
Afortunadamente, mi madre era maestra y con el apoyo de sus compañeros de colegio y la discreción que da vivir en un pueblito, pudo “escaquearse” de sus obligaciones laborales para ir a las revisiones.
Para las épocas de tratamiento más duro, en las que había que estar semanas enteras desplazados, ingeniaron en el cole lo siguiente: una maestra sin plaza iría al colegio por mi madre a escondidas de la inspección y, a cambio, mi madre le daría prácticamente todo su sueldo.
Esto hace treinta años se pudo hacer, hoy impensable.