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Estrategias para mantener la calma frente al desorden adolescente

Estrategias para mantener la calma frente al desorden adolescente

Vivir con adolescentes implica lidiar con la constante batalla contra el desorden y la falta de organización. Para el y la adolescente, que su habitación esté recogida o cumplir con sus responsabilidades en casa no es una prioridad.  Un joven enfocado en sus propios intereses y rutinas,  que anda absorto en sus problemas intentando dar respuesta a todos los cambios que experimenta e intentando construir su nueva identidad. Al que poco le importa que en su habitación todo esté revuelto, haya un caos de ropa amontonada, libros tirados por el escritorio, objetos desordenados en todas partes y una mezcla de olores que van desde un perfume esparcido por la cama hasta los restos de comida de la merienda del día anterior.

Cómo convivir con un/a adolescente que casi siempre está de mal humorado

Un/a adolescente que no tiene mucha consciencia de cómo su falta de organización y compromiso afecta a los demás miembros del núcleo familiar. Una dinámica muy frustrante para sus padres, quienes luchan por encontrar un equilibrio entre entender la etapa por la que atraviesa su hijo y, al mismo tiempo, la necesidad que colabore en casa. Una situación que genera muchas tensiones y un ambiente hostil.

Las familias no deben entender esta falta de compromiso como un gesto de desobediencia o una llamada de atención. El caos que existe en la habitación de un adolescente  es el  reflejo de cómo su cerebro funciona en estos momentos. Un cerebro inmaduro, reactivo y falto de experiencia que es incapaz aún de dominar las funciones ejecutivas que le permiten planificar, organizar, tomar buenas decisiones y tener una buena memoria de trabajo. Esta dificultad para organizar sus pensamientos y priorizar actividades provoca que el orden quede en un segundo plano, tanto en su mente como en su entorno.

Esto no implica permitir que el o la adolescente eluda sus responsabilidades o ignore las normas, pero sí es fundamental aprender la forma más efectiva de fomentar su compromiso. Imponerle de manera constante y negativa la obligación de ser ordenado y colaborar en las tareas, recurriendo a amenazas, comparaciones o castigos, solo generará rechazo y resistencia por su parte, lo que terminará creando un ambiente tenso en el hogar, lleno de discusiones, reproches y malestar. Si el adolescente cumple con sus responsabilidades solo para evitar las quejas de sus padres, no logrará desarrollar adecuadamente su autonomía ni su sentido de responsabilidad.

En lugar de presionar o criticar, el adolescente necesita apoyo en casa para aprender a organizarse de manera efectiva, sin sermones constantes ni amenazas que solo generan resistencia y distanciamiento. Es fundamental consensuar límites claros, establecer responsabilidades de forma conjunta y elaborar listas de tareas que le permitan tener claro sus objetivos y avanzar paso a paso, ayudándole así a encontrar un equilibrio entre lo que debe hacer y lo que desea hacer, de manera gradual y adaptada a su ritmo y edad. Las familias jamás deben asumir las responsabilidades de su hijo sobreprotegiéndole porque esto hará que el adolescente no desarrolle su autonomía.

Estrategias para ayudar a un adolescente a ser ordenado y a asumir sus responsabilidades:

1. Negociar siempre será más eficaz que imponer reglas de manera unilateral y autoritaria. Es crucial acordar con el adolescente cuáles serán sus responsabilidades, qué tareas debe realizar y en el momento que deberá hacerlo. Si el/la joven percibe que sus preferencias son tomadas en cuenta, será mucho más probable que se involucre de forma activa. Abandonar la imposición rígida y el perfeccionismo contribuirá a reducir los conflictos y fomentar una relación más cooperativa.

2. Una relación fundamentada en el respeto mutuo y una comunicación afectuosa permitirá que el adolescente se sienta valorado dentro de la familia. Es esencial, con paciencia y comprensión, hacerle ver la relevancia de su colaboración en el hogar y la necesidad de que asuma sus responsabilidades, ya que su participación es clave para el buen funcionamiento de la familia. Además, es importante explicarle que el orden no solo crea un ambiente predecible, sino que también favorece su concentración y contribuye a su bienestar general.

3. Reprochar constantemente al adolescente sus errores y enfocarse solo en lo que ha hecho incorrectamente provocará  que se sienta juzgado, lo que podría llevarlo a abandonar sus responsabilidades y a no mostrar interés por colaborar. Las críticas destructivas solo rompen el vínculo y generan un ambiente familiar tenso y carente de respeto. Valorar sus pequeños logros y avances será fundamental para que el adolescente se sienta apreciado y motivado a seguir progresando. Este reconocimiento, lejos de ser una simple aprobación, refuerza su autoestima y contribuye a fortalecer la relación familiar basada en el apoyo mutuo y la comprensión.

Desarrollar hábitos y habilidades organizativas durante la infancia y la adolescencia es clave para que el joven se convierta en un adulto responsable y bien organizado. El adulto, mediante su ejemplo y actitud calmada, debe guiar al adolescente en el proceso de asumir sus responsabilidades, haciéndole sentir que su contribución es esencial para el buen funcionamiento del hogar.

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