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Ellas opinan: un mes fuera, un mes en casa

Ellas opinan: un mes fuera, un mes en casa

Jara Fernández es hoy la protagonista de nuestro ‘Ellas opinan’. Malamadre de Valeria y estudió Ingeniería Química en Oviedo y Alemania, donde también empezó su trayectoria profesional que ha guiado su vida y que la ha dirigido hacia el ámbito internacional, llevándole a estar cuatro años en Houston y tres en Alaska. Actualmente vive a caballo entre Madrid y una localización remota al sur de Argelia y compagina sus labores de ingeniera con las de madre a distancia. Hoy quiere contarnos que su caso es distinto que está un mes fuera y otro en casa, que hace equipo con su buenmarido y que su buenahija es tremendamente feliz. A pesar de todo ha tenido que escuchar críticas de otras personas que cuestionaban que pudiera estar tan lejos de su hija. Ella se define como “feliz, energética y extrovertida. Mamá, o mami como ella dice, de Valeria, una divertida niña de 2 años y casada con Alvaro mi apoyo, mi confidente y el mejor compañero de vida posible. Hija y hermana de una familia donde me enseñaron que el esfuerzo y la perseverancia son la clave del éxito”. 

Mi caso es un tanto particular y es que el trabajo me hace vivir la mitad del año fuera y la mitad del año en casa, en concreto un mes fuera y un mes en Madrid. A pesar de lo que me apasiona mi trabajo, no he querido renunciar a la maternidad y decidí llegado el momento que era la hora. A pesar de que mi marido y yo vivíamos a más de 10 horas de avión, hicimos lo posible por acercarnos una vez que supimos que Valeria venia en camino. El acercamiento duró poco y desde que nació, el buenpadre ha estado 15 días fuera, así que sí he hecho bastantes malabares.

La realidad me llego a mí cuando acepte una nueva oportunidad y por primera vez debía dejar a la buenahija por un periodo más largo que la típica semana de rigor que venía haciendo circunstancialmente. Pero el buenmarido me apoyo al 100% y decidí embarcarme en esta aventura en la que estoy un mes fuera en medio del desierto y un mes en casa. Como os puedes imaginar, mi sensación es de ser malamadre, muy malamadre.

Eso sí, el mes que estoy en casa tengo que recuperar porque me quiero convertir en la buenísimamadre. No son pocas los comentarios que tengo que escuchar de otras mamas diciendo:

¡Uff! Yo no podría, quiero demasiado a mis hijos como para irme

O también preguntas como:

Pero, ¿y si tú te vas? ¿Quién se encarga de la niña?

Estos comentarios que te hacen entender que aún no hemos cambiado, que la corresponsabilidad ha de ir de la mano y también que las mujeres a veces somos nuestras peores enemigas. A mí nadie me preguntaba cuando mi marido se iba fuera quién se encargaba de la niña. Todo lo contrario, te miraban como diciendo eres una floja si te escuchaban quejarte en algún momento. ¿Por qué la sociedad sigue siendo así? Aquí trabajo con chicos que son igual de padres que yo  madre y nadie les cuestiona. ¿Se supone que nosotras llevamos todo el peso de la casa y de los hijos?

Padres felices, niños felices

He decir que he aprendido algo de mi hija estos meses que llevo fuera. Lo más importante es que los niños nos quieren felices, con independencia de si te ven mucho o poco, ellos quieren un ambiente de estabilidad emocional. Cuando llego a casa después de un mes, ella ve que su papá y su mamá se quieren y que ella es querida. Aunque su mamá se vaya siempre vuelve.

La segunda cosa que he aprendido es que los niños ven a sus padres como modelos. La buenahija empezó el cole justo cuando me fui, cole nuevo en un sitio nuevo y con 2 añitos, la más pequeña de la clase. Yo siempre le digo: ¿tú que eres fuerte o débil? ¡Y ella siempre dice fuerte! No ha llorado ni un día, sale contenta del cole y le dieron un aplauso por ser la única niña que no ha llorado desde que empezó, aun cuando su madre no estaba. Si tú les enseñas a ser fuerte, ellos lo serán.

También he aprendido de ella que prefieren la calidad que la cantidad. Es verdad que me pierdo muchas cosas pero todos los días a la hora del cuento me conecto con ella, la veo y hablamos. Ella es feliz y con ese ratito nos llega a las dos para saber que estamos cerca a pesar de estar lejos.

Espero que ella de mayor aprenda a seguir siendo fuerte, a que las labores y responsabilidades en casa son independientes del género y sobre todo a entender como en el caso de su madre la importancia de trabajar en algo que te apasiona.

Esta es mi historia, bueno la mía y la de mi buenahija y mi buenísimomarido. Espero que os guste escuchar otra realidad de una madre algo diferente y sobre todo de una familia donde la paternidad y la maternidad se vive por igual.

Y vosotras Malasmadres, ¿tenéis también una historia diferente?

Han comentado...

  1. He llegado a esta historia también buscando algo similar a lo que es nuestro tren de vida. Soy investigadora, llevo varios años mezclando teletrabajo con trabajo fuera. Suelo irme una semana (5 días laborables) y otra semana estoy en casa con mi buenahija mientras su padre trabaja. Añado que estoy haciendo el doctorado, sin becas ni cosas de esas, no hay mucha opción llegadas a determinada edad para el mundo académico. Sí, me enteré de que estaba embarazada poco después de matricularme. Siempre me siento culpable, cada tren, bus o avión, aunque sean dos días. El buenpadre siempre me recuerda que ella se queda con él, que estará bien. Tengo suerte de tener red de apoyo y traerla conmigo una semana de cada dos que me voy fuera (los abuelos, por suerte, están en ambos lugares y les encanta poder pasar también tiempo con ella). Sé que será temporal, que a futuro conseguiré cueste lo que cueste encontrar algo cerca de casa que me permita estar con ellos todo el tiempo, pero a veces las circunstancias de vida son así, no poder permitirse dejar de trabajar porque las que estáis en tema investigación sabéis lo complicado que es “reengancharse” si te alejas un tiempo. Literalmente, dejas de existir en el mundo académico. No me siento más fuerte o más valiente, siento que cada día es una prueba de fuego y cuando estoy en casa, aunque sea teletrabajando, intento que estemos juntas y como mucho la dejo una hora o dos con la familia algún día suelto. No tenemos opción económica ni por lista de espera a guardería. He conseguido mantener la lactancia durante un año y medio con este trasiego. Sé que cuando empiece el cole va a ser más complicado, y espero para entonces poder ser capaz de estar con ella y que los viajes sean algo puntual, incluso por elección, y no una rutina obligada. Supongo que cada familia y cada percepción es un mundo, respecto a lo de llorar no puedo decir nada, porque ella es la “valiente” en ese aspecto (si es que ser valiente es no llorar…) la que coge el autobús intentando contenerse soy yo. Gracias por haber puesto opiniones para las que estamos en esta situación.

  2. Demos lugar a la pregunta. Y a repensarnos. Es posible que todo ese sistema funcione?, parece que sí. El tema es todo lo que nos recorre por dentro en el momento en que hay que dejar nuestras casas, a nuestros bebes… todo el proceso que es. Creo que se puede, pero que no deja de ser un gran procesode desapego y en el que una trabaja mucho, en su emociones. Para mí es importante la salud emocional y desde ahí todas las decisiones que tomamos… si nos verdaderas y sanas y no imposiciones enmascaradas de algo. Bueno eso. Gracias.

  3. Hola
    Llegué a esta historia buscando algo que me ayudara a no sentir culpa frente a la posibilidad de viajar a La Antártida. Soy madre de una niña de 4 años y esposa de su padre, somos un familia feliz aunque suene tremendamente cursi y también soy investigadora. He adaptado mi carrera a la maternidad por lo que he podido estar muchísimo con mi hija al igual que el padre y nos sentimos privilegiados por ello, dada las exigencias laborales de mundo de hoy. Nos esforzamos por romper los estereotipos de género y compartimos todos los roles de la forma más equitativa posible. El me alienta a que tome esta oportunidad, sabe que ir a investigar a La Antártida para mí es un sueño y una gran oportunidad profesional. El problema es que me duele el alma pensar en no estar con mi pequeña por aproximadamente un mes. Es algo que debo seguir reflexionando…Por otra parte me parece sorprendente la historia de Jara y me ayuda a ver qué si podría hacer este viajar con menos culpa, dado que mi hija quedará en buenas manos y podré conectarme con ella diariamente. Sin embargo, no comparto algunas ideas respecto a tiempo de calidad vs cantidad (no creo que los niños tengan la madurez para decidir qué es mejor y pienso que es un constructo social para liberar a los padres de la culpa). Sobre llorar/debilidad definitivamente creo que no tienen nada que ver (llorar es un mecanismo emocional fabuloso para librarnos del estrés).
    Gracias Jara por compartir tu historia y a todas por compartir sus reflexiones y visiones, ser madre y profesional es todo un desafío!

  4. Todos sabemos por fin en el siglo XXI que llorar no es de débiles, sino que es un mecanismo de GESTIÓN emocional, y que es de VALIENTES que saben que pueden llorar para desahogarse, de valientes que no sienten miedo de las emociones, de valientes que se expresan aun sabiendo que serán juzgados (porque lo que se valora es que PAREZCAS fuerte, así molestas menos al resto, y en especial, así no haces sentir culpable a la malamadre).

    Un mes es una eternidad para un niño pequeño, y no es que necesite a mamá solo, es que necesita a ambos.

    Ser madre no es un derecho, es una RESPONSABILIDAD.

  5. Jara, enhorabuena! Juzgar sin conocer es algo tan superficial, yo entiendo tu historia y me parece que si hay amor por parte de las personas cuidadoras hay todo lo que un niño/a necesita. Amor y atención y sí estoy de acuerdo sobre la calidad, los niños quieren calidad, cariño, y no presencias que no llenan los vacíos enormes que algunos padres dejan

  6. Estoy cansada de escuchar lo del tiempo de calidad. Los niños necesitan cuanto más tiempo mejor. Eso sólo es una escusa cuando el tiempo que pasas con ellos es escaso. Yo soy una ejecutiva que no me bajo de los tacones en todo el día porque de la oficina voy corriendo al parque. Algún día estoy tan cansada, que puede que el tiempo no sea de calidad, pero ahí estoy.

  7. Quería expresar mi desacuerdo con algunos de los puntos que expresa Jara. Como psicóloga infantil me remueve leer ciertas cosas que creo que no están acertadas.
    Los primeros años de vida de nuestro hijo no puede haber igualdad entre padre y madre, por mucho que queramos, la naturaleza no es así. Al menos los tres primeros años el niño necesita principalmente de su madre, también de su padre y abuelos..claro está, pero necesita la presencia de su cuidador primario que suele ser la madre.
    Los niños no necesitan más calidad que cantidad, eso es algo que ha conseguido calar en nuestra sociedad para mitigar el sentimiento de culpa. Los niños necesitan calidad y cantidad, necesitan pasar mucho tiempo con sus padres, y yo no sé otros padres pero nosotros sentimos que todo el tiempo que estamos con nuestra hija es de calidad, sacar juntos el lavaplatos, cenar juntos o simplemente estar, ya es tiempo de calidad. No se sustituye todo eso por poner una atención 100% a media hora al día.
    Los hijos necesitan padres felices…sí, padres felices y presentes, puede que un padre o madre sea muy feliz trabajando todo el día y yendo después al gimnasio y llegar para leer el cuento y besito al nene. Su hijo no va a pensar qué bien mi padre qué trabajador qué deportista quiero ser como él de mayor. El niño simplemente crecerá y se desarrollará como persona sin su padre.
    Creo que todas estas ideas que rechazo han tenido que calar porque si no es absolutamente imposible seguir las condiciones laborales y de estilo de vida que nos son impuestas. Pero a veces hay que pararse a reflexionar y enfrentarnos con la realidad. En fin no deja de ser mi opinión por mucho que haya estudiado no hay una verdad absoluta en este mundo. No juzgo tu elección Jara, cada uno tiene sus circunstancias y elige lo que le da la gana faltaría más.

  8. Estoy de acuerdo con Eloísa. No creo que llorar sea de débiles y, es más, me parece que si enseñamos eso a los niños les damos una señal equivocada. Yo soy adulta y lloro si lo necesito. El otro día, al dejar al peque en el cole un poco disgustado a mí también me salió alguna lágrima. No lo veo mal.
    Sobre la opción de un mes aquí un mes allí pues me parece curiosa pero para nada criticable o cuestionable si eso os hace felices. Y llevas razón, si fuera el padre y no la madre la que tomase esa opción nadie diría ni mu.

  9. Padres felices, niños felices. Pero niños que lloran no son menos Fuertes ni padres menos felices. Respeto a todos por favor. Solo nos falta más culpa a las que no hemos sido tan Fuertes como tú y hemos adaptado nuestra carrera profesional a nuestros hijos. ¿Eso ha hecho que nos vean débiles y que lloren?

  10. Como comentan más arriba, sobre prioridades no voy a decir tampoco nada, cada una toma sus decisiones.
    Sin embargo, eso de que a los niños los enseñas a ser…
    Yo creo que los niños ya son!! Cada uno es como es, y si le enseñas a ser de otra manera, algo se va quedando por ahí incrustado.
    Ah!! y desde cuándo llorar es de débiles o de “no fuertes”??
    Muy poco de acuerdo con casi todo lo que plantea…

  11. Si te quedaras en casa también recibirías críticas , te lo digo con conocimiento de causa.
    Vosotros sois los que elegís y si eso os hace felices es lo que cuenta. Para nada te debes sentir mala madre,

  12. Ole mi niña ke todo el mundo sepa ke eres un orgullo para esta familia BUENAMADRE ????

  13. No puedo más que aplaudir esta historia. Esfuerzo y energía por parte de los padres. Les conozco directamente y aunque me parece muy duro lo q se ve desde fuera lo cierto es q la unidad familiar acaba con cualquier problema . Los niños prefieren calidad a cantidad. Lo que podemos enseñarles es fortaleza y esfuerzo , que vean a sus padres por igual. Ánimo a esa Malamadre q trabaja y motiva a su hija como pocas conozco.

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