Arancha, nuestra colaboradora y sexóloga, nos recomienda que aprovechemos estas vacaciones para reavivar las ganas pero también nos aconseja no poner el listón muy alto. Crearnos expectativas muy ambiciosas puede llevarnos a la decepción, así que démonos amor y aprovechemos las circunstancias que vayan surgiendo. ¡No os dejéis sin leer el post que nuestra experta nos trae deberes!
* Podéis seguirla en @atajou y en la web de Sexorum.
Se va aproximando la gloriosa fecha en la que, por fin, vas a coger vacaciones. Los niños están en el campamento urbano y este fin de semana, hacéis las maletas y os vais. Sueñas con largas siestas, con vagueo infinito, con paseítos al atardecer de la mano del buenpadre/Malamadre2… ¡Eh, un momento! ¿Y todo lo que tenías pensado hacer este verano? De pronto te acuerdas de tu lista de “pendientes para cuando tenga tiempo de verdad”: hacer deporte, leer alguno de los libros que te han recomendado en los últimos 5 años, dedicar tiempo de calidad a los niños, darte un masaje (a ser posible de cuerpo entero y de dos horas), salir al cine/cenar con tu pareja, tener noches de “bohemia y de pasión”…
Buf, casi que te dan ganas de no coger vacaciones… bueno, no. Las vacaciones son sagradas, pero… ¡es que tienes más obligaciones que en el invierno!
Las tareas visibles y sobre todo invisibles que recaen sobre una Malamadre son muchísimas, hasta el punto de que nos dejamos para la última en la lista de prioridades. ¿Quién no se ha depilado a toda prisa escondida en el baño mientras el resto de la familia se echaba la crema para el sol con el bañador puesto para bajar a la playa o la piscina? ¿Quién no se ha pintado sólo las tres uñas que deja ver la sandalia en cada pie justo antes de salir de casa? Y suma y sigue. De modo que vamos dejando cosas, que seguro que nos apetecen, y mucho, para cuando tengamos más tiempo “libre”. Y, si hay una temporada en la que se presupone que todo el tiempo es “libre”, esas son las vacaciones.
Y aquí estás, pensando qué vas a meter en las maletas y casi hiperventilando porque al ritmo que vas entre la ropa de correr, el picardías, ese juego educativo que no has podido abrir aún y el resto de las cosas, el baúl de la Piquer va a parecer una bolsa de mano en comparación con vuestro equipaje. Y, por supuesto, visualizas ya la cara del buenpadre/Malamadre2 cuando vea todos los bultos en la puerta de casa: “¿pero tú has pensado que tenemos un tractor con remolque? ¡Que sólo nos vamos dos semanas!”. Lo que no sabe es que en esas maletas está metido todo lo que le hace falta a la familia para pasar esos 15 días de vacaciones y tus ganas de hacer todo eso que has ido posponiendo.
Poner el listón muy alto es sinónimo de presión
Así que las vacaciones empiezan con el listón de las expectativas alto, muy alto, estratosférico. Y, si en todos los ámbitos ponerse el listón muy alto, es sinónimo de presión, en el ámbito de la pareja es sinónimo de presión que puede terminar en decepción, enfados y dificultades.
A menudo achacamos al cansancio y el estrés del día a día nuestra falta de ganas y pensamos que cuando esos elementos desaparezcan, el deseo va a volver, como una ola (de las grandes). Pero el deseo tiene sus propias reglas y además, en los casos de la pareja se conjuga en plural: Deseamos, l@s dos. Y, si empezamos la que se supone una temporada de relax, descanso y disfrute con el “ansía viva” de aprovechar el tiempo, la cosa se pone fea, se puede poner muy fea incluso.
Seamos realistas. Los veranos ya no son lo que eran, ya no son dos meses largos de vacaciones con la única preocupación de montar en bicicleta, de ir a la piscina todo lo posible y de que te tocara otro helado cuando comprabas uno en el kiosko. En nuestro papel de malasmadres, nos tocará perseguir a los buen@shij@s crema del sol en mano, procurar que no coman demasiados helados y, en la medida de lo posible, descansar. Si además pasamos una parte de las vacaciones con los buen@sabuel@s y/o los buen@stí@s, también tendremos que poner a prueba nuestra cintura torera y nuestras dotes de diplomacia (si es tu caso, te dejo algunos tips aquí)
Si entre medias podemos dedicarle un tiempito extra a la pareja, bienvenido sea, pero, no pensemos en noches de pasión, si estamos compartiendo habitación de hotel con dos buen@shij@s durmiendo en la cama de al lado; o en escapadas de fin de semana, si no tenemos buen@sabuel@s o buen@stí@s que puedan quedarse con los peques. Bajemos las expectativas a la realidad que tenemos. Pensemos en momentos de disfrute en pareja que a lo mejor no son habituales en las prisas del día a día: ver crecer a l@s buen@shij@s, disfrutar de sus logros del día a día es una forma de sentir que estamos en el mismo barco y remamos en la misma dirección y que ese estrés del día a día merece la pena.
Y vosotras Malasmadres, ¿cómo lleváis las ganas para este verano?, ¿ponéis el listón muy alto? Os esperemos en los comentarios.
Antes de irnos…
El cansancio y el estrés hacen mella en madres y padres
Sobre las ganas y el deseo sexual tras convertirnos en padres debatíamos la semana pasada en Facebook a raíz de un reportaje que se convirtió en la noticia más leída de esa semana.
El problema viene cuando uno lo entiende de una forma y el otro de otra. Tengo dos niños de 7 y 8 años, y aun no he recuperado las ganas. A mis dos niños, se le han unido muchos problemas sobre todo económicos, él en paro (trabajando pocas hora y días) ya casi 9 años, los dos niños con TDAH (una locura de movimiento entre otras cosas) y yo tirando del carro todo lo fuerte que puedo. Mi marido es Colombiano y vivimos en Bizkaia, con lo cual el tema de los deberes también es mío porque son en Euskera. Desconozco si por mi forma de ser, por tema cultural, porque los latinos son “mas sexuales” o eso dicen, porque yo soy vasca y ya se sabe lo que dicen de las vascas…(aunque vasca he sido siempre y esto sólo me pasa desde que tuve a mis niños) no lo se pero estamos en dos puntos muy diferentes. Nunca tengo ganas, no quiero hacer cosas por lastima, porque toca, porque hace mucho tiempo… Para mi tampoco es tan importante el sexo, es importante vivir, quererse disfrutar de los niños de nosotros como familia…. no se como explicarme pero a mi no me importa si hace un día, un mes o un año no miro el calendario. No quiero “aprovechar” cuando no están los niños para fo****, quiero aprovechar para hablar para estar juntos viendo la tele, para descansar…. y el ….. no entiende nada de esto que le digo. No se si soy marciana, a veces me siento así, me siento en un mundo en el que parece que si no fo***s no eres feliz y sin embargo yo soy muy feliz sin fo***r. Para el si me acerco a darle un beso, a abrazarle,o a acariciarle tiene que terminar de cierta manera, si me hace un masaje, tiene que terminar de cierta manera…. y para mi no es necesario ese final, lo que motiva que me acerque poco, que le abrace poco o me deje abrazar poco, que rechace todo lo que me parezca que es un principio de ese final. He pensado, tendré un problema?He pensado, será que no le quiero? he pensado tantas cosas….
Yo fui a lo loco en los momentos de pasión y el mayor nos pillo ??, estas travesuras nos unen como pareja y los niños notan el amor en casa. Siempre se puede si los dos quieren ?
Cuando tienes hijos y encima cero ayuda de la familia, despidete de momentos en pareja romanticos, da igual q estes de vacaciones o no porq la rutina de un bebe es muy dura.Lo de las tres uñas me ha pasado, y lo de depilarme me he tirado medes en pantalon largo…Pero bueno, algun aqui te pillo aqui te mato cuando la peque duerme se puede lograr.
Felicidades por el post. Acertado en forma y momento. Se me han saltado las lágrimas al leer: “Pensemos en momentos de disfrute en pareja que a lo mejor no son habituales en las prisas del día a día: ver crecer a l@s buen@shij@s, disfrutar de sus logros del día a día es una forma de sentir que estamos en el mismo barco y remamos en la misma dirección y que ese estrés del día a día merece la pena.”
Que razón tienes. Disfrutar de lo pequeño, de lo sencillo, es lo que nos hace grandes en felicidad y satisfacción. Creo que tengo mucho que aprender y recorrer por este camino. Yo soy de las de grandes expectativas siempre, en todo, porque todo lo preparo con mucho detalle y mimo. Y creo que me estoy privando, y también por extensión a los míos, de simplemente disfrutar, sin más.