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Mi hijo o hija no me pertenece

Mi hijo o hija no me pertenece

Cuando hablamos de tener un hijo o hija, de crear una familia, pensamos en un ser pequeño, dependiente, frágil, que necesita de nosotros para todo, sobre todo durante los primeros años de vida.

Esto hace que tengamos que atender sus necesidades según las va manifestando y van sucediéndose, tales como la salud, la alimentación, la protección, el sueño, la educación, la gestión de emociones, la toma de elecciones y decisiones…

Pero a veces tendemos a confundir esta atención a una pertenencia que no es tal, ya que no son nuestras propias necesidades, sino las de nuestros hijos e hijas, y a veces las experimentamos como si fueran las nuestras propias.

Es natural e instintivo que protejamos a nuestros bebés e hijos, que les procuremos lo mejor y nos anticipemos a posibles problemas o preocupaciones propias de cada etapa, pero lo que no es beneficioso es tender a la sobreprotección de nuestros hijos, evitándoles situaciones que deben vivir y experimentar por sí mismos, favoreciendo que no se enfrenten a la frustración, al conflicto, a la resolución de problemas, al razonamiento o la toma de decisiones.

Las diferentes situaciones que nos van apareciendo en el día a día, favorecen todos estos aspectos y debemos saber acompañar a nuestros hijos e hijas en ellas, pero no tenemos que vivirlas por ellos, ya que son necesarias para su crecimiento, para la formación del Yo y su madurez.

Además al vivir por ellos sus vidas, tendemos a vivirlas como si nosotros las experimentáramos, lo que no nos ayuda tampoco a nosotras, haciéndonos experimentar excesivo agobio, estrés y ansiedad, colocándonos en una posición irreal, ya que ellos jamás van a vivir las situaciones como nosotros lo hacemos. No estamos educados ni en la misma época, ni bajo las mismas circunstancias, ni tienen nuestra experiencia o madurez y además no son capaces de razonar como nuestro cerebro adulto ya lo hace, que tiende a anticiparse y a valorar los pros y contras de cada situación.

Nuestros hijos e hijas son seres independientes, que sienten, perciben y experimentan de un modo único y diferente. Por ser hijos o hijas nuestros, no tienen por qué parecerse a nosotros, e incluso puede que se alejen mucho de nuestra manera de ser, pensar y expresar, y esto no tiene que ser un aspecto perjudicial, sino todo lo contrario.

Es muy beneficioso convivir con diferentes puntos de vista, saber aceptarlos, aprender a ser tolerantes, escuchando a los demás y comprendiendo que hay más opciones aparte de la nuestra, igualmente válidas y correctas. Esto nos ayuda a abrir la mirada y la mente a nuevas opciones y realidades y a rebajar las expectativas.

No somos superiores a ellos, sino que somos todos seres humanos, en igualdad de condiciones, derechos y oportunidades. Aceptar que según crezcan tendrán la necesidad de expresar sus opiniones y que éstas sean escuchadas, es labor nuestra.

Tratar de negar que piensan diferente a nosotras o que pueden opinar aunque sean pequeños, puede ser una lucha continua que seguramente acabaremos perdiendo.

Es necesario que respetemos y tengamos en cuenta su opinión, aunque deban estar siempre presentes los límites y normas para aprender a convivir en sociedad.

El respeto se adquiere con respeto y no debe valer la frase hecha de “lo hago por tu bien” ya que en muchas ocasiones esa coletilla alberga muchos miedos e inseguridades propias más que un verdadero propósito.

¿Cuál es la clave mágica para saber actuar?

La magia no suele existir en esto de la crianza y la infancia, pero sí hay ciertos tips o claves que pueden ayudarnos y favorecer ciertos comportamientos esenciales.

  • La empatía

Saber ponernos en el lugar de nuestra hija o hijo, pensando como sabemos que piensa él, tratando de sentir como siente él o intentando comprender su situación con su manera de ser. Y de este modo, poder acompañarle de la mejor manera posible.

Tenemos algo que nadie más tiene, que es la posibilidad de conocer a nuestro hijo más que nadie, por lo que usemos esto a nuestro favor.

  • La aceptación

Debemos trabajarnos esta parte como adultos, sabiendo aceptar el hijo o la hija que tenemos, sin idealizar o desear otro diferente, ya que esto no favorece la conexión entre ambos. Hay aspectos que podemos potenciar o favorecer, pero también es esencial saber aceptar a quien tenemos con nosotros.

  • El vínculo

Es imprescindible que favorezcamos un vínculo sano y seguro desde el primer momento. El juego, los momentos de interacción recíproca, las conversaciones, hacer planes en familia, aceptarnos como somos, potenciar la autonomía, la autoestima, el respeto… son clave para un buen vínculo entre madre/padre-hija/hijo.

  • La independencia

Educarles en ser seres independientes, autónomos, que no necesiten de los demás para todo. No solo a nivel físico sino sobre todo en el plano emocional. Que no precisen de la aprobación de los demás, de la opinión de los demás, de la motivación externa, sino que ellos mismos sean capaces de intentarlo, de probar, de esforzarse, hacer por sí mismos, aunque no esté perfecto, pero sí hecho por ellos.

¿Qué os ha parecido, Malasmadres? Esperamos vuestros comentarios.

Han comentado...

  1. Es genial que de vez en cuando alguien te recuerde cuál es el aporte real como madre o padre para hacer crecer mentes sanas! Mil gracias!!

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