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No es cosa de niños y niñas

No es cosa de niños y niñas

  • No es cosa de niños y niñas cuando un chico o chica usa un lenguaje irrespetuoso contra otro/a y le hace sentir pequeño/a.
  • No es cosa de niños y niñas cuando una niña o niño ofende a otra por su color de piel o religión.
  • No es cosa de niños y niñas cuando un niño o niña le pega una colleja a otro para demostrar al resto lo fuerte que es.
  • No es cosa de niños y niñas cuando una niña se siente invisible ante el resto de sus compañeros por haber nacido en un país diferente o no llevar la ropa que “mola”.
  • No es cosa de niños y niñas cuando un niño no quiere ir al colegio porque se siente desprotegido ante las constantes amenazas que recibe.
  • No es cosa de niños y niñas cuando una niña deja de comer porque se ve gorda ante el espejo tras soportar insultos constantes hacia su físico.
  • No es cosa de niños y niñas cuando un menor decide esconder el odio al que es sometido por pavor a que lo culpabilicen.
  • No es cosa de niños y niñas cuando duele, asusta, amenaza.
  • No es cosa de niños y niñas cuando limita, margina y te colma de miedo.
  • No es cosa de niños y niñas cuando la autoestima se hace pedazos.

Nos hemos deshumanizado, empobrecido en valores, acostumbrado a los desplantes. Hemos normalizado la mala educación, las ofensas desmesuradas, los gritos o los insultos. Las peleas de gallos donde ganan los más irrespetuosos/as, donde pierden los más desfavorecidos/as.

Sin ser conscientes en ocasiones hemos emponderado con nuestro silencio a aquellos/as que se sienten con el poder de humillar, agredir o intimidar. A aquellos/as que con crueldad tienen comportamientos ruines ante sus compañeros de clase por el simple hecho de ser, pensar o actuar diferente a ellos. Niños y jóvenes que entienden la violencia como forma legítima de resolver los conflictos, de imponer sus ideas, de liderar erróneamente.

Y no, no son bromas, ni mal entendidos, ni cosas de niños o niña. Son agresiones verbales, burlas que hieren, amenazas que atemorizan. Ataques reiterados que parten el alma, que intoxican, que llenan de reproches.

No es cosa de niños y niñas

Violencia entre iguales que rompen vidas, que roban infancias, que siembran pánico, que generan suicidios. Ataques sin sentido con consecuencias devastadoras para todos los actores implicados, para sus familias, para el entorno.

  • Agresores con conductas que someten, con límites inexistentes, con falta de referentes, sin capacidad de gestionar la frustración. Que a menudo copian modelos de adultos agresivos que pagan con ellos sus miserias, que viven regidos por la ley del más fuerte.
  • Espectadores que encubren, que ocultan miserias, que aceptan en silencio la situación de acoso. Que ríen las gracias, que apoyan al que ataca, que se sienten cómodos ante  la injusticia. Que sin ser conscientes pasan a ser cómplices de la atrocidad y facilitan a los cobardes el camino.
  • Víctimas que se sienten vulnerables, débiles, indefensos, humillados. Con personalidades quebradas por los insultos que reciben a diario, por las conductas que les someten, por las veces que se han sentido excluidos. Con una AUTOESTIMA que queda dañada para siempre.
  • Sumemos esfuerzos para dar visibilidad a la pesadilla que sufren a diario muchas niños y jóvenes inocentes, no esperemos que el conflicto se convierta en urgencia, trabajemos interdisciplinarmente con todos los afectados.

Busquemos consecuencias razonables para los que agreden sin sentido y eduquémosles para cambiar. Abramos canales de comunicación eficientes con los que observan para que dejen de permitir y sobretodo protejamos a los que sufren sin fingir que no somos consciente de ello.

No es cosa de niños y niñas

Aseguramos que TODOS/AS nuestros/as pequeños/as y jóvenes tengan el derecho a sentirse seguros, a ser aceptados y valorados dentro de un grupo, a poder disfrutar de la niñez. Consigamos que TODOS se sientan queridos, protegidos, acompañados.

Con adultos que sean referentes, modelos a la hora de solucionar conflictos, que intervengan reforzando las conductas positivas. Profesionales capaces de realizar una pronta detención del problema, de crear estructuras donde nuestros pequeños puedan expresar sus miedos, elaborando protocolos que ayuden a actuar eficazmente ante las señales de alarma.

Busquemos soluciones rápidas y eficaces para hacer frente a los abusos centrando nuestro acompañamiento en la educación en el respecto, la igualdad de oportunidades, en la aceptación de la diferencia. Eduquemos la empatía, realicemos un acompañamiento emocional que proteja, que trabaje la autoestima, que enseñe a escuchar activamente.

Enseñemos a pedir ayuda a los que sufren, emponderemos a los observadores a romper su silencio, a denunciar el acoso, a no permitir que la víctima se sienta solo. Prevengamos situaciones, enseñemos a reconocer las diferentes formas de acoso, a detectar el abuso, a intervenir eficientemente.

Trabajemos codo a codo familia y escuela, exijamos a las administraciones actuaciones que eviten infancias robadas.

Y vosotras Malasmadres, ¿habéis sufrido en casa el acoso escolar?

Han comentado...

  1. Hola,
    Lo primero gracias por el post. En mi casa no hemos sufrido (al menos de momento) acoso escolar, pero sí sé de casos cercanos que lo han sufrido o yo misma tuve compañeros en clase que lo sufrieron.
    Por lo que sé, y que es lo mismo que sucedía hace 30 años, el que tiene el problema es el ser acosado. Es él quien tiene que adaptarse a la situación y no su acosador. Parece ciencia ficción, pero es la realidad. Triste realidad. “Su hijo es un poco, como diríamos, raro…entonces por eso le dicen cosas”. Esas palabras han salido de una dirección de un centro escolar. Se nos llena la boca hablando de tolerancia pero la realidad es que no somos tolerantes, de manera general. La realidad es que hay quien se permite el lujo de atacar a una persona simplemente por verla o notarla diferente y además, el resto tolera esa agresión desde el momento que no hace nada por evitarlo. La realidad es que “el poder” protege al acosador, no al acosado y la realidad es que el resto, en general, “no queremos problemas”.

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