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Qué es la paciencia y cómo se manifiesta

Qué es la paciencia y cómo se manifiesta

Ay, la paciencia… ¿Tienes paciencia? ¿Cómo sabes que la tienes? ¿Qué es exactamente la paciencia? Creo que voy a empezar por aquí, por definirla.

La paciencia es tener un estado de calma mental mientras esperas a que algo ocurra. Y ¿qué es un estado de calma mental? Pues que tus pensamientos, en lugar de estar en que quieres que ocurra ya, en que no ocurre, en que debería estar ocurriendo, en que estás perdiendo tiempo, en que tendría que ser más rápido, en… todo lo que NO PUEDES CONTROLAR, que estén en pensar cosas que te mantengan AQUÍ, cosas que DEPENDAN DE TI.

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La realidad de la impaciencia

Parece fácil ¿verdad? Pero luego está la realidad, esa realidad en la que los pensamientos se convierten en torbellinos incontrolables que no sabes ni de dónde vienen y te dejan devastada sin darte cuenta. Aunque tranquila, la paciencia se puede entrenar y convertirla en un músculo bien fuerte y accesible.

Cómo reconocer cuando has perdido la paciencia

Sabes que has perdido la paciencia cuando gritas, cuando te enfadas, cuando te dan ganas de lanzar cosas por la ventana y de tirarte de los pelos. Básicamente cuando sientes que HAS PERDIDO EL CONTROL, que nada pasa como tú quieres que pase y crees que no puedes hacer nada al respecto.

Tiempos reales versus tiempos imaginados

La paciencia tiene mucho que ver con los tiempos REALES y con los tiempos IMAGINADOS. Es decir, perdemos la paciencia cuando la expectativa de lo que algo debería durar, no cuadra con la realidad. Entonces es como si quisiéramos “empujar” y “forzar” al tiempo a que se adapte a nuestras necesidades o ideas. Y este punto es VITAL para empezar a entrenarla.

Respetar los tiempos de la vida

Necesitamos volver a respetar los tiempos de la vida. Porque estamos sometidas a tanto estrés (el estrés es “comprimir”) que hemos querido adaptar la realidad a nuestra idea de ella, cuando es precisamente al revés, no es posible hacerlo de otra manera.

Ejercicio: redescubre los tiempos que te rodean

Así que, lo que te propongo es que empieces a redescubrir los tiempos que hay a tu alrededor. Para que, en lugar de luchar contra ellos, los uses como información a tu favor. Empieza por hacer una lista de aquellas cosas que te suelen estresar y por las que pierdes la paciencia.

Una vez la tengas, pregúntate:

  • ¿Cuánto dura esta tarea?
  • ¿Cuánto tiempo REAL necesito para hacer “esto”?
  • ¿Cuánto falta para “eso” que quiero?
  • ¿Cuánto tarda mi hija/o/pareja en hacerlo?

Y apunta los datos al lado de cada una de ellas. Esos son los tiempos REALES. Y muchos de ellos te van a sorprender, porque nuestra percepción del tiempo es muy personal. Una vez los tengas todos, en aquellos que requieren que esperes, pregúntate:

¿Qué puedo hacer mientras ESPERO a que ocurra?

Qué hacer mientras esperas

El cerebro, si no concreta, se atasca, y sentimos una especie de nebulosa mental que hace que nos enfademos y perdamos más aún la paciencia. Sólo conociendo la REALIDAD de las situaciones, podemos darle paz y, sobre todo, soluciones. Esta pregunta te permite dejar de “esperar sin hacer nada y pensando en lo que debería de pasar que no pasa”, y hace que te pongas a actuar sobre aquello que sí tienes control.

Cuando sólo vemos la opción de “no hacer nada”, nos estresamos y agobiamos. Porque sentimos que estamos perdiendo el tiempo y seguimos en la lucha mental de querer que las cosas sean DISTINTAS a como son. Por eso es tan importante aprender a descubrir lo que SÍ PODEMOS HACER mientras eso que queremos que ocurra, ocurre. Porque probablemente no hay nada más que dependa de nosotras para acelerar el proceso, pero sí que hay muchas cosas en las que podríamos poner nuestra atención y que nos calme el torbellino mental de la prisa y el estrés.

Aceptar lo que no depende de ti

La solución está en aprender a ver qué es lo que DEPENDE DE NOSOTRAS en este momento. Porque si estás esperando a que venga un repartidor, o el fontanero, o la llamada de una persona, si te quedas parada, pensando en que no viene o no llama, cada vez te impacientas más, ya que inconscientemente lo que quieres es CAMBIAR algo que escapa a tu control. Quieres que ocurra AHORA, y eso no depende de ti. Pero sí depende de ti, te devuelve la calma mental y te pone en marcha preguntarte ¿qué es lo que YO SÍ puedo hacer ahora? Porque ya sabes lo que NO puedes conseguir, por mucho que te empeñes o enfades, pero ¡PUEDES CONSEGUIR OTRAS MUCHAS COSAS!

Ejemplos de situaciones cotidianas donde la paciencia es clave

Nunca podrás cambiar lo que no depende de ti, pero SIEMPRE podrás actuar sobre lo que sí está en tu mano AHORA. Cuando te planteas preguntas que te conectan con el presente, todo ese estrés, prisa, angustia y frustración, se paran en seco. Porque todos ellos vienen de la idea de cambiar lo que no podemos.

Cuando quieres que tus hijos se vistan más rápido, cuando quieres que no se distraigan, cuando tu cita (del tipo que sea) llega tarde, cuando coges un atasco de camino al trabajo, cuando te manchas justo antes de salir, cuando tropiezas y se te cae la taza de café, cuando esa noticia que esperas no llega, cuando no te coge el teléfono “esa” persona, cuando estás explicando algo y la otra persona no lo entiende por mucho que se lo repitas, … La paciencia es la que te dice: “los tiempos, no son TUS tiempos, actúa con lo que AHORA tienes disponible, centra tu atención en lo que SÍ puedes hacer, en lugar de darle vueltas a lo que TE GUSTARÍA QUE HUBIERA PASADO (o te gustaría que pasara)”.

El “modo Kaizen”: un enfoque de mejora continua

Y yo añado el “modo Kaizen”, que te dice “las cosas de 1 en 1, y enfocada en lo que a ti te corresponde, lo que está en tu mano, lo que depende de ti”, con una pregunta que SIEMPRE te hace tomar acción para desconectar la impaciencia: ¿Cuál es el micropaso que puedo dar ahora para… acercarme a mi objetivo (de estar más calmada, ayudar a mis hijos, llegar lo antes posible, …)”.

De ti no depende la meta, pero sí el camino

De ti no depende la meta completa, pero sí está en tu mano el camino. No puedes hacer que desaparezca el tráfico, pero si depende de ti a dónde enfocas tu atención, pensar en lo que sí puedes hacer, respirar, poner música, llamar para avisar de que estás en un atasco, pensar en lo que puedes hacer diferente mañana (si es que hay algo), cantar para soltar tensión… Porque si sigues pensando en que las cosas no son como te gustaría, el tráfico seguirá igual, pero tú estarás mal, frustrada, agobiada y estresada. Y lo peor de todo, no te permitirás aprender ni generar ningún cambio para la próxima vez, porque en estrés no hay aprendizaje, hay culpa y enfado.

Aprendizajes sobre la paciencia de la vida cotidiana

Ahora, de adulta y con una hija, recuerdo y entiendo la frase que me decía mi madre de “vísteme despacio que tengo prisa”. No la entendía de adolescente… Me parecía un sin sentido. Pero ¡Ay ahora!, ahora tiene todo el sentido del mundo. Porque sólo si decides conscientemente prestar atención a lo que estás haciendo, puedes ir rápido. La prisa es mental, es el estrés de querer estar donde no estás, y eso provoca errores, tropiezos y pérdida de tiempo, a parte de la angustia emocional. La velocidad, la rapidez, depende de que vayas de 1 en 1, pensando en lo que estás haciendo y respetando los tiempos. Y, para esto, para ir rápidas sin estrés, necesitamos paciencia. Tranquila, se consigue… Sin prisa.

Y tú Malamadre, ¿cómo llevas el tema de la paciencia? Nos encantará leerte.

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