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Ellas opinan: mi hermana y el síndrome de Asperger

Ellas opinan: mi hermana y el síndrome de Asperger

Almudena Sánchez es la protagonista de nuestra historia de hoy.  Es Malamadre de dos buenoshijos pero hoy no nos habla de ella sino de su hermana de 30 años, una chica con Asperger y madre de un precioso niño, y de su Malamadre que luchó por encontrar el diagnóstico de lo que le pasaba durante 25 años. Hoy comparte esta historia porque, junto al resto de su familia sueñan con que María encuentre su lugar en el mundo.

La buenahija de la que se va a hablar hoy aquí ya no es ninguna niña. Nació hace ya 30 años, pero sigue estando en casa, con sus padres y algunos de sus 10 hermanos. Incluso ella ya es también malamadre. Os hablo de María, mi hermana. Ella tiene 30 años, ojos azules, síndrome de Asperger  y un hijo precioso. María llegó al mundo sin hacer casi ruido, siendo la cuarta de una familia en la que acabarían siendo 11 hermanos, con una carita preciosa y una simple displasia de cadera, que enseguida se le solucionó. Durante su primer año de vida solo se le escuchó llorar un par de veces, comparado con sus 3 hermanos eso ya pareció algo raro. Sin embargo, estos dos detalles, solo eran el aviso de una vida de dudas, miedos y singularidades.

Con solo cuatro años María aprendió a leer sola. Pero no leía cuentos ilustrados, no. Eso era demasiado simple para ella, demasiado “normal”. La entonces pequeña buenahija robaba el periódico a su buenpadre y se escondía donde podía, cuanto más pequeño el sitio mejor, para leerlo. Con cinco años discutía sobre política y se interesaba por todo aquello que era completamente diferente a lo que ella vivía. En vez de hablar del sur, de donde era, hablaba del norte, que no había visto ni en televisión. Si en casa eran del Real Madrid, entonces ella sería del Barça. 

¿Por qué se comportaba así?

El colegio fue para la buenahija como entrar en un lugar oscuro, un pequeño infierno al que acudir cada mañana. Los niños pueden llegar a ser muy crueles, y eso lo sabe ella muy bien. Ni siquiera su Malamadre sabía que le pasaba a María. ¿Por qué se comportaba así? ¿Por qué no le gustaba lo que le gustaba al resto de niños?. ¿Porque estaba siempre triste?. El bullying no estaba de moda, la película sería otra.

Esas diferencias, esa personalidad distinta a la norma, le pasó factura durante toda su infancia y más allá. Los niños no la invitaban a sus cumpleaños, incluso algunos malosprofes le trataban diferente. Incluso a veces sus buenoshermanos eran bruscos con ella. El cole le hizo empezar a pensar que algo no iba bien en ella. Y le confundió para siempre. Lo que no sabía era que no había nada malo en ella, sino, que simplemente veía el mundo a SU manera. 

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Un diagnóstico que no llegaba

Empezó una carrera por especialistas, y ninguno daba pautas claras. Solo vueltas y vueltas por no-diagnósticos que andaban muy lejos de la realidad. Incluso medicaciones variadas. Un sin sentido. María continuaba en su línea, y no rechazaba su personalidad

Muy pronto comenzó a interesarse por los idiomas. ¿Inglés, francés? No. Ella iba mucho más allá. Aprender esos idiomas le resultaba demasiado básico y demasiado común. 

Rumano, ruso, ucraniano, alemán, checo… ¿A qué academias iba, tan completas? A ninguna. María estudiaba todo el día y toda la noche con libros de idiomas (cuando le daba pro ahí, en lugar de por dormir todo el día…). 

Era autodidacta. Eso le servía para olvidar el mundo en el que estaba y que tanto daño le hacía. Conocer esos  idiomas le permitía entenderse con los extranjeros, con ellos ella se sentía “menos rara” y probablemente, que los nativos de Lituania, Moldavia o Eslovenia le reconocieran que parecía de esos países al hablar, a ella le hacía sentir, por fin, superior en algo.

María se queda embarazada

Un día, la familia y la propia María descubrimos algo IMPORTANTE… María estaba embarazada, y no de dos o tres semanas. De cinco meses. Y no precisamente de un buenpadre, sino de un hombre cuyo estilo de vida es mejor no recordar. Ella tenía 25 años y seguía viviendo en casa. Su Malamadre no sabia qué hacer, ninguno sabíamos dónde meternos. Tres meses atrás, es decir, a los dos meses del embarazo (que hasta ella desconocía), había estado en una clínica psiquiátrica en la que le sometieron a distintas pruebas neurológicas y le mandaron un puñado de fármacos (todo para seguir en busca de un diagnóstico coherente). Eso quería decir que el buenhijo que venía en camino había estado expuesto a radiaciones, fármacos y a saber qué maravillas más. Pero meses después nació Alejandro, todo sanote  y con la cara más bonita que había traído nadie al mundo. Entretanto, al final del embarazo y como no, gracias a su malamadre, se encontró el diagnóstico que llevaban 25 años buscando: Síndrome de Asperger. Todo seguía igual, pero al menos la vida tenía un poco más de sentido. Al menos ahora se sabía cómo tratar con ella, lo que podía cambiar y lo que era intrínseco a su personalidad, tan enigmática. 

Tal y como nos dijo una vez una psiquiatra “tras años dando tumbos con ella, ahora nos encontrábamos con una mezcla de enfermedad y otra de mala educacion”. Alejandro llegó al mundo queriendo ya pasar desapercibido. No lloraba en la cuna y no miraba a la cara. Él también era como su mamá , pero tenía una ventaja asombrosa: atención temprana. Creció criado no sólo por su madre, sino también por sus buenos abuelos y sus malostíos. 

La vida seguía par María. Dando tumbos y con rachas muy marcadas. Etapas mejor y etapas muy mal. Probó suerte saliendo al extranjero a trabajar, pero no encontró lo que necesitaba. Aquí vivía encerrada en su mundo y poco a poco caía en depresión. Sufrió tres ataques epilépticos, y ya no sabíamos qué hacer. Su familia empezaba a buscar salidas, pero ya tenía 30 años y un montón de cursos sin terminar, de los que se cansaba rápido… eso es común en los Asperger, la falta de constancia, empiezas mucho y no terminan nada. 

Pero sabe más de 14 idiomas (muchos minoritarios). Y con ayuda de sus buenoshermanos, su buenpadre, y sobretodo de su malamadre, iba a empezar a confiar en ella, en su coco privilegiado y su don de idiomas. Y algún día alguien valoraría todas esas cualidades. No es “la rara”. Es diferente, como todos los demás.

Y vosotras Malasmadres, ¿conocéis una experiencia parecida? ¿Tenéis a un buenhijo o buenahija con Síndrome de Asperger?

Antes de irnos…

Cuéntanos tu historia

Recuerda que si te apetece compartir tu historia como nuestra protagonista de hoy puedes hacerlo a través de esta sección de ‘Ellas opinan’. Si te animas a hacerlo escríbenos a hola@clubdemalasmadres.com, estaremos encantadas de compartir tu experiencia.

Han comentado...

  1. Buenas,

    pues está bien saberlo, la verdad es que estas cosas no sé a partir de que edad se pueden diagnosticar, mi peque también es muy diferente, tiene 4 años, las relaciones le cuestan, y el habla también lo tiene un poco atrasada ya que habla poco, la escritura la tiene muy avanzada, no sabemos si tendrá algo, nosotros creemos que está dentro de la normalidad. Cada persona es un mundo y también influye el entorno, tímidez, etc. y este mundo cada vez es más complejo.

    Me ha gustado la historia.

    Besos!

    Anabel

  2. Tengo un niño de 13 años diagnosticado de asperger desde hace dos. Antes de su diagnóstico nuestra vida familiar era un infierno. Sus hermanos no lo entendían, nosotros, sus padres, no sabíamos que hacer ya con el, y mi hijo tampoco entendía que le estaba pasando. Cuando nos dieron las pautas correctas, todo cambió. El avanza poco a poco en un aprendizaje que para cualquiera es instintivo y nosotros estamos esperanzados y muy felices con su evolución. Que importante es conocer que le pasa a tu hijo/a!!!

  3. Es una historia maravillosamente contada! Es una pena que el diagnóstico tardara tanto!

  4. Síndrome de Asperger no, pero tengo TLP y se supone que no puedo tener hijos, ni una familia, ni trabajo, ni nada (según los psicólogos). Me autodiagnostiqué con 20 años. A los 40 me lo diagnosticaron ellos. Tengo familia, tengo hijo, un trabajo, y una vida relativamente normal. Nadie apuesta por nosotros. Yo aposté por mí misma.

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