El conflicto es inherente en la relación entre padres e hijos. Si alguna cosa caracteriza la etapa de la adolescencia son las discusiones que se desencadenan en casa casi a diario que agotan nuestra paciencia. Broncas que explotan cuando el adolescente no cumple con sus responsabilidades, con las normas pactadas o no gestiona correctamente su enfado o frustración. Cuando no entendemos qué necesita de nosotros o le tratamos como si continuase siendo un niño pequeño.
Quien convive con un hijo o hija adolescente es consciente de lo complicado que resulta comunicarse con él o ella de una manera asertiva. Un reto difícil de alcanzar cuando el joven se muestra distante y no le apetece compartir con nosotras lo que le sucede o preocupa. Cuando la mayor parte del tiempo que está en casa se lo pasa encerrado en su habitación absorto en su mundo.
Su dificultad para gestionar correctamente sus emociones, los cambios bruscos de humor y sus conductas inapropiadas provocan disputas. Unas discusiones que nos hacen sentir que el vínculo con él se debilita y la relación empeora. Pocas cosas crean más tristeza y frustración que sentir que tu hijo o hija no te escucha o no muestra interés por atender todo aquello que le queremos enseñar.
Muchas de estas discusiones están provocadas por la necesidad del adolescente de empezar a volar del nido. Por querer alcanzar su independencia, encontrar su lugar en el mundo y tener libertad para decidir y sentir a su manera.
En muchas ocasiones, estas peleas nos hacen poner foco únicamente en lo nuestro hijo o hija hace mal o nos molesta de él o ella, criticando ferozmente sus errores o ridiculizándolo. Una situación que le crea gran malestar emocional y le hace sentir muy incomprendido.
Si nuestra comunicación está llena de gritos, comparaciones y amenazas solo conseguiremos que el adolescente sienta miedo e incertidumbre. La forma como nos comuniquemos con él será un factor clave para conseguir una buena relación y para que pueda desarrollar su personalidad y autoestima de forma correcta. Una comunicación basada en el respeto nos permitirá fomentar nuestra presencia, comprensión y conexión haciéndole sentir que puede contar con nosotros para todo aquello que necesite.
El o la adolescente necesita que le miremos desde la aceptación y no desde las expectativas equivocadas o los juicios de valor. Que validemos sus emociones y le ayudemos a dar respuesta a todos los cambios físicos, psicológicos, sociales y emocionales que experimenta y que le producen tanta inseguridad. Aunque se muestre rebelde y desafiante, más que nunca, necesita sentir el cariño y el apoyo incondicional de las personas que le quieren, sentirse escuchado, reconocido y querido.
Si el adolescente en casa siente que no se tienen en cuenta sus opiniones o deseos, que no se respeta la intimidad que necesita o que no se confía en él será muy complejo establecer un vínculo basado en el respeto y el amor incondicional. Un adolescente que buscará fuera el apoyo y la compañía que tanto necesita.
¿Cómo podemos conseguir una comunicación respetuosa con nuestro hijo o hija adolescente?
1. Prestando atención a como decimos las cosas controlando nuestro tono de voz, lenguaje corporal y vocabulario. Eliminando de nuestras conversaciones los reproches, las etiquetas o amenazas que tanto dañan nuestro vínculo. Utilizando un lenguaje lleno de respeto y grandes dosis de afectividad.
2. Dándole el espacio y el tiempo que necesita para poder expresar sus preocupaciones, opiniones o deseos con libertad. Escuchando activamente lo que quiera explicar haciéndole sentir que sus necesidades y opiniones son importantes. Explicándole todo lo que nos gusta de él y valorando sus esfuerzos y logros.
3. Cuando un conflicto estalle en casa deberemos, como adultos que somos, ser las encargadas o encargados de apagarlo y no de activarlo ofreciendo al adolescente la serenidad, el espacio y el tiempo que necesite para calmarse. Cuando no hayamos sido capaces de mantener la tranquilidad ante el contratiempo deberemos pedirle disculpas sin sentir vergüenza.
4. Buscando soluciones conjuntas para poder enmendar el conflicto desde el afecto y la empatía convirtiéndonos en el mejor ejemplo comunicativo que pueda tener. Gestionando correctamente nuestros propios problemas, controlando nuestra ira y ofreciendo soluciones desde la calma, el amor y la comprensión.
5. Ayúdale a modular correctamente las emociones que siente a tan alto voltaje y que tanto daño le hacen. Validándolas y enseñándole a identificarlas, regularlas y gestionarlas correctamente. Enseñándole a calibrar riesgos, controlar impulsos y a asumir las consecuencias de sus decisiones.
Si un/a joven adolescente es tratado con respeto no solo aprenderá a querer a los demás sino que también le estaremos enseñando a respetarse y quererse a si mismo. Hagámosle sentir que estamos a su lado con nuestras muestras de cariño diarias, consensuando límites y entendiendo que para él no es nada fácil hacerse mayor. Que la adolescencia sea una etapa agitada no significa que también pueda ser maravillosa.
mi hijo mayor ya rs adolescente (tiene 13 años). Me pone muy nerviisa por todo y me da miedo que empieze a fumar. yo soy fumadora y siempre que discutimos me dice que encienda un cigarro y me calme. Le veo obsesiomado con el tabaco. Me a visto desdmar desde siempre ya que nunca lo he dejado. Le explico que el tabaco mata y que yo me estoy matando y no lo puedo evitar. COMO DECIRLE A UN ADOLESCENTE QUE NO FUME SIENDO FUMADORA DE DOS PAQUETES DIARIOS??? yo nunca dejaré de fumar ya que es mi unico placer y no me importa lo que me pueda pasar. Por cierto, para mi marido yo soy la culpable y malabde todo.
Buenos días,
muy buenos consejos, sobretodo la cercanía, la confianza y contarlo todo es muy importante, pero ya desde peques… que cada vez creo que la adolescencia empieza antes..
Besos!
A. Moreno