Una de las cosas que peor llevan las familias a la hora de educar y acompañar la infancia de sus hijos son las peleas entre hermanos.
Cuando se tiene más de un hijo, es habitual que los conflictos aparezcan y es esencial que comprendamos que forman parte de un proceso natural dentro del desarrollo social del ser humano.
La búsqueda del sentido de pertenencia dentro del núcleo familiar, donde cada miembro tiene un papel, desarrolla una función concreta y destaca en diferentes puntos, también nos ofrece la oportunidad de observar cómo los niños y las niñas rivalizan, discuten y tratan de encontrar su hueco del modo que pueden.
Estos conflictos nos ofrecen grandes oportunidades tales como aprender a poner límites desde la calma y el respeto, ofrecer seguridad emocional a nuestros hijos e hijas, potenciar el vínculo afectivo, enseñarles que les amamos de manera incondicional, rebajar nuestras expectativas y comprender que es parte del proceso, mostrándonos disponibles y presentes, sabiendo que esto sucede hasta en las mejores familias.
Cómo podemos acompañar los adultos estas peleas entre hermanos y hermanas:
- Lo primero es comprender que es parte natural del proceso y desarrollo evolutivo del ser humano.
- Debemos tratar de no impresionarnos en exceso con las conductas de nuestros hijos e hijas, ya que con esta respuesta excesiva hacemos que los niños adquieran patrones de conducta inadecuados.
- Actúa desde la serenidad. No es adecuado contagiarnos de sus emociones, pasando a ser parte del conflicto en lugar de de la solución.
- Evita que puedan hacerse daño, protegiendo, y siendo un buen referente de calma y tranquilidad. Recuerda que las emociones se contagian, y si nos ven calmados, será de gran ayuda.
- No debemos posicionarnos del lado de ninguno. Desde la calma, es un buen momento para recordar las normas: no nos hacemos daño, no pegamos, no gritamos…; y nuestra misión es ayudar y aportar.
- Escucha y acompaña las emociones de todos y todas, dando valor a lo que expresan y poniendo palabras a la situación si alguno no las encuentra.
- Ofrece herramientas para resolver el conflicto, y pregúntales cuáles se le ocurren a ellos.
- No les hagas pedirse perdón. Se trata de que sean conscientes de la situación y busquen una solución, no de decir una palabra sin sentido ni funcionalidad. Un perdón vacío no aporta nada.
- Explícales que tú también discutes, que también te enfadas y cómo tratas de resolverlo. Así sentirán que es algo normal y que pueden adquirir herramientas para solucionarlo. Tú eres su gran referente.
Y no olvides, que aunque un hermano es un verdadero regalo, puede que un niño no sea capaz de verlo así.
En ocasiones nos cuesta no conectar con nuestra propia vivencia e infancia, ya que tendemos a pensar que lo que vivimos nosotros pueden vivirlo nuestros hijos o incluso deseamos que vivan de un modo totalmente contrario al nuestro. Y no podemos vivir la infancia de nuestros hijos, ni evitar que pasen por aquello que les resulte más incómodo
Estos conflictos entre hermanos forman parte del desarrollo de habilidades sociales, puesta en práctica de límites y normas, aprender a ser asertivo y a relacionarse entre iguales.
Algunos cuentos o lecturas que pueden ayudarnos son:
- Tú y yo, hermanos, Elisenda Roca, Raúl Nieto Guridi. Este cuento habla justamente de lo contado en este post. Habla sobre los conflictos y peleas entre hermanos.
- Todos sois mis favoritos, un clásico difícil de encontrar que nos habla sobre la familia y los hermanos.
- Nos tratamos bien, Lucía Serrano. Un cuento sobre emociones, donde se habla de aquello que nos hace sentir bien y lo que no. Recuerda normas, límites, cómo relacionarse adecuadamente con otros, teniendo en cuenta sus emociones.
- Hermanos, Ariel Andrés Almada, Sonja Wimmer. Un cuento para rendir homenaje a los hermanos y a ese vínculo tan especial entre ellos. Un regalo para los sentidos tanto en texto como en ilustraciones.
- Hermanos, educar la relación entre tus hijos, Tania García. Un libro ideal para leer por nosotras y nosotros, los adultos. Para aprender a acompañar a nuestros hijos en sus relaciones, comprendiendo por qué se comportan así, cuáles son sus necesidades, cuál es nuestro papel como adultos, y mucho más.
Buenos consejos, que malos son los celos!!
A. Moreno