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“¿Para cuándo un club de Malospadres?”

“¿Para cuándo un club de Malospadres?”

Antes de esta pregunta, había vivido una de las experiencias más duras al frente de este Club de Malasmadres. Había madrugado mucho. Antes de las 8, cuando aún era de noche, me recogió un coche grande y negro en la puerta de casa.

Había que estar pronto para hacer los ensayos pertinentes antes de la grabación en falso directo del programa. La noche anterior frente al espejo terminé de repasar en voz alta mis dos minutos de gloria. Dos minutos en los que tendría que explicar al mundo que me viera cuál era la misión del club. No es fácil resumir la lucha de años en dos minutos, pero lo tenía. Hasta que llegue al plató.

Siguiendo las indicaciones del equipo de producción, que ni siquiera me preguntaron qué tal estaba, recorrí aquel pasillo con esa música inquietante, me subí a la tarima y vomité mi speech. Era el primer ensayo, no estaba perfecto, pero las palabras salieron de mi boca a la velocidad del rayo y eso con los nervios que tenía me pareció un triunfo. “En el siguiente ensayo lo hago mejor”, pensé, mientras se acercaba una responsable de producción hacia mí.

  • Estás muy nerviosa. Intenta comenzar diciendo “soy Malamadre” para enganchar.
  • No puedo, ser Malamadre se entiende si explico de dónde viene este sentimiento, de la culpa, de querer romper el mito de la madre perfecta, de…
  • Inténtalo, venga…, me cortó sin dejarme terminar.

El corazón empezó a acelerarse muy rápido. Respiré, bebí agua y volví a subirme a esa tarima del mal. Y de mi boca no salieron las palabras, solo un tímido “soy Malamadre”, siguiendo sus órdenes y me bloqueé, como nunca antes me había ocurrido.

  • No voy a ser capaz, pensé.

Quería irme de allí. Corriendo, sin mirar atrás. No me merecía la pena tanta tensión. Pero aquello comenzaba. No había marcha atrás. Me vi sentada en una silla detrás de un monitor desde donde veríamos el programa del Chester, esperando mi turno al matadero. Me sudaban las manos sin parar, las palabras se me agolpaban en la cabeza y no podía respirar pausada.

  • Te toca.

Mis pasos se dirigieron a aquella tarima cual autómata, convencida de que iba a hacer el ridículo más estrepitoso de la historia de la televisión, y la fuerza me salió del interior o de todas las Malasmadres que me impulsan cada día. Lo hice. Y por fin estaba cómoda ahí arriba con los ojos de Risto y Eva Hache, clavados en mí.

  • ¿Para cuándo un club de Malospadres?, me preguntó el señor Mejide.
  • Para cuando vosotros los hombres, los padres tengáis los mismos problemas que nosotras. Para cuando vosotros también os veáis empujados a renunciar. Para cuando vosotros sintáis en vuestra piel el sentimiento de culpa, que nos invade por no estar con nuestros hijos e hijas o por no estar llegando a cumplir profesionalmente como esperan de nosotras.

Le valió mi respuesta. Asintió, parecía convencido. Pero de eso hace dos años casi y ahora lo veo desde una nueva perspectiva. Ahora te diría a ti Risto y a los que me siguen preguntando lo mismo.

  • Los padres no necesitáis otro club. Porque el sentimiento de “Malamadre” trasciende el género. Ese es el gran éxito. Haberlos haylos. Algunos padres se sienten Malasmadres, sienten la culpa, se corresponsabilizan al 50%. Pero son pocos, muy pocos. Porque no tienen interiorizada la responsabilidad del cuidado de los hijos e hijas y las tareas doméstico familiares. Hacen las tareas visibles, aquellas que tienen un inicio y un fin, que tienen reconocimiento social y no las invisibles, esas que nos generan una gran carga mental diaria. Porque la sociedad espera otra cosa de ellos. Porque solo el 5% de las reducciones de jornadas se las cogen los hombres. Porque ellos cuando hacen equipo son héroes, no Malospadres. Porque las que renunciamos somos nosotras y porque han sido educados en la desigualdad, el machismo y la elección.

Así que cuando leamos a Malasmadres como Alberto no nos echemos las manos a la cabeza porque se sientan de nuestro club o porque digan lo siguiente.

Alberto Vargas: “¡Papá, tú eres mi madre!, dice mi hija”

https://www.instagram.com/p/Bt8fx5XhrdZ/

“Siempre me sentí malamadre”, dice Alberto. ¿Y no sientes pudor al confesarlo? “¿Cómo me va a dar pudor si llevo 20 años ejerciendo?, responde entre risas. Quizá el nombre de Malamadre está mal escogido, o perfectamente escogido, según se mire. Ser malamadre es un sentimiento, pero no es fácil explicárselo a los amigos. El amor y el cariño a los hijos no tiene sexo», dice. El feliz padre de Victoria y Alberto siempre llevó su apego con naturalidad. Él creció en Amate entre niñas y mujeres. «Mi mundo siempre ha sido femenino. Me criaron mi abuela y mi madre, pero en mi caso lo más particular es que, de mi año, mis amigos eran casi todo niñas. Los niños estaban al fútbol. En el instituto, las hormonas juntaron a niños y niñas, y yo prefería ir al cine… solo. Y desde que empecé a trabajar tengo mayoría de compañeras. Curiosamente, mis amigas de la infancia hoy están más en cumplir los roles profesionales masculinos», resume años en minutos este informático rompedor.

El sentimiento de culpa suele atribuirse a las madres, admite, «pero no implica exclusividad, eh», matiza él, que se incorporó al hogar sin hacerse de rogar. «Nacemos feministas y el entorno y la sociedad nos van haciendo machistas, duros, seas hombre o mujer», plantea quien enseguida se sintió identificado con Laura Baena, la malamadre jefa. «Cuando mis niños eran pequeños, me sentía culpable de que estuviesen a cargo de una cuidadora. Tuvo un descuido con la medicación y de pronto me entraron ganas de abandonarlo todo para cuidarlos yo. Hice números y pedí la reducción de jornada», cuenta quien sigue con la madre de sus hijos, que, dice, vivía más atada al mercado laboral. «¡Papá, eres como las madres de mis amigas, eres mi madre!, dice mi hija», comparte Alberto, quien, por cierto, no se pierde una malasmadres’s party. «Soy uno entre mil en esas fiestas», bromea. Y pone el acento en la sensibilidad y los cuidados, y toda la fuerza en el colo del amor.

(Texto sacado del artículo maravilloso de Ana Abelenga, Malamadre y redactora de La Voz de Galicia que me pidió ayuda hace unos meses. Artículo completo AQUÍ. )

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*Ilustración de Belén García-Mendoza.

Necesitamos más referentes como él. Hombres que no ayudan, hombres que no se implican, hombres que quieren ejercer su paternidad, que quieren luchar por sus derechos y que nos les importa renunciar para que las mujeres que están a su lado, si es el caso, crezcan profesionalmente, libres de culpa, sin el estigma de ser “una mala madre”.

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Y vosotras Malasmadres, ¿qué pensáis del sentimiento de Malamadre?, ¿estáis de acuerdo con lo que hablamos hoy?

Han comentado...

  1. Cómo malpadre o malamadre, y primerizo yo me siento muy perdido.

    Por ahora el reparto 50/50 lo veo muy difícil, hay cosas en las que un padre no puede sustitur a una madre. Veo difícil encontrar el equilibrio y de medir. No es que no quiera hacer más por ayudar, pero chocas con los malentendimientos, el no saber qué hacer y el que parezca que nunca sea suficiente y situaciones muy tensas.

    Estoy de acuerdo en lo que dice Albertwo sobe qué está subyacente que no en masculino sentir, llorar o incluso compartir cuando te sientes atrapado en una situación en la que no ves la salida.

  2. Mi marido es un “malamadre” desde el minuto 0 y no lo es más porque yo no le dejo serlo en realidad.
    Con nuestra primera hija y en un trabajo nuevo le miraron raro por pedir una reducción de jornada para poder llevar a la peque al cole. Se implica en todo, hace las tareas del hogar sin pensarlo 2 veces, sacrifica su evolución profesional por estar más en casa con sus niños para verles crecer sin perderse nada.
    Aún hoy esto es una suerte, espero que en el futuro esto sea lo normal.
    En nuestro entorno tenemos amigos “malasmadres”, vemos papás del cole “malasmadres”… En fin, nuestros hijos están mamando esto y ahí es donde se notará el cambio. Cuando para todos esos niños de ahora, padres del futuro esto sea normal y lo otro sea lo raro.

  3. hola,he descubierto por casualidad este espacio.soy una madre de 60 anyos con hijas ya mayores.fui mare a principios de los 90,trabajadora,y os digo que los problemas que tuvimos mi marido y yo en aquelles epocas,son los mismos que hay ahora .hace treinta años salio de moda lo de la superwoman,que era guapa,delgada,trabajaba fuera de casa y en casa era perfecta con los ninyos,el marido,etc,y empezaba a ponerse de moda lo que voy a tope,no tengo tiempo para nada,etc,etc,aquello incluso era signo de un cierto estatus.En realidad era un enganyo,no habia conciliacion en las empreses privadas,y lo tenias muy difícil si tus hijos se ponian enfermos,etc,etc,bueno los mismos problemas que aun existe actualment en nuestro país.No se avanza,ni nuestros politicos ni empresarios dan su brazo a torcer en este tema.
    por lo menos hay gente que grita como vosotras,malasmadres,para que algun dia cambie,y que nuestras hijas o nietas,se lo encuentren algo mas digamos que “europeo” el tema de la conciliacion.
    Animos,malasmadres,que de malas no teneis nada!!!!
    Tere de Barcelona.

  4. Alberto, eres un referente para todas las malasmadres, siempre mostrando que es posible y siempre con una gran sonrisa. En efecto este sentimiento y esta lucha trasciende el género. Sé que hay más como tú, y espero que en el futuro haya muchos más. Un besazo y nos vemos en la próxima party!!!! Qué genial que le hayas dedicado el post de hoy Laura, se lo merece.

  5. Yo soy muy reciente en esto de malamadrear, mi hija tiene 10 meses, pero soy hermana de dos malasmadres y como buenatia, creo que empatizaba (que no es saber, pq madre lo que descubre una cuándo es madre….) Con ese sentimiento de culpa y la necesidad tan grande que existe en esta sociedad que debe dejar de juzgar. Respecto a la corresponsabilidad y el ser malamadre siendo padre, para mí esto ha sido todo una sorpresa la verdad,después de años de convivencia y discusiones constantes pq el peso de la casa recaía sobre mi, floreció de repente y sin previo aviso una responsabilidad en él que pareciò innata y a día de hoy, no somos 50, 50 pero se acerca mucho. Creo que la educación es, sino todo, mucho de lo que hace que seamos casi siempre las madres las que llevamos el peso, pero tb la empatía que tengamos con la persona que hay a nuestro lado. No hace falta mucho para entender que si la maladre está con unas ojeras que le llegan al sueño y el buen padre está tan fresco, algo se está repartiendo mal y en mi caso a ambos nos llegan las ojeras al suelo y sí, algo está cambiando pero hay que seguir en la lucha.
    Me encanta el club de malasmadres y este malamadre debe ser la leche! Jejejeje besos y fuerza para seguir luchando por la igualdad, la corresponsabilidad y para no renunciar!

  6. Nuestro Albertwo es de otra pasta, es MARAVILLOSO(necesito mayúsculas más grandes), más Malamadre que muchas Malasmadres, es más diría que fue la casi la primera, pero sin saber definirlo, él entiende muy bien de lo que hablamos, lo ha sufrido con creces, y nos lleva ventaja, me parece una de las personas más enriquecedoras que he conocido en mi vida, valoro cada consejo suyo muchísimo más que el de cualquier otro, él sabe qué se siente, el siente lo mismo, es un pionero. A mi me representa totalmente. Gracias Alberto por hacerte visible y compartirlo con nosotras, eres un AMOR (sigo necesitando mayúsculas más enormes) :* :* :* :* :*

    1. Si acaso te hacen faltas mayúsculas más gordas …

      No es una cuestión de “hacer”, que también, es una cuestión de SENTIR y ahí es donde más fallamos, quizás porque, tradicionalmente, se ha puesto en duda nuestra masculinidad si lo hacemos.

      Un beso Itzi <3

  7. El otro día ni hija se iba de excursión, una semana entera y mucho A hombres, como mi marido, mandaron al pairo su trabajo unas horas para despedirse, no sólo las madres, creo que algo empieza a cambiar, en ni caso mi marido es corresponsable y en las tareas del hogar hace más que Yo, en estar atento a las cosas del cole todavía no pero empieza

  8. Haberlos, haylos, como las meigas… Yo conozco a uno solo, que no es Malpadre, de hecho, sino Malpadrastro, y limpia, cocina, recoge del cole, hace deberes, va a la compra, y cuando tiene que reñir se siente mal por hacerlo. Yo no sé cómo ha sido educado, o si le vino solo, pero realmente es más “madre” que “padre” por dentro, por decirlo de alguna manera.
    Es un sentimiento que o se tiene, o no se tiene. Hay hombres que lo tienen, y otros que no. No se puede forzar ni inculcar, se puede enseñar lo que está bien hacer y lo que no está bien (yo por ejemplo no siento que sea una falta de educación señalar, pero a nivel social me han dicho que sí lo es, así que cumplo, por obligación y respeto, pero no porque lo sienta así); así puede haber corresponsabilidad porque es lo que hay que hacer, pero sin sentirlo.
    No está ni mal ni bien, el sentirlo o no sentirlo, cada uno somos como somos. Otra cosa es eso, saber que es necesario hacer algo, y no hacerlo.

  9. Me quedo con unas palabras de tu post:

    “Necesitamos más referentes como él. Hombres que no ayudan, hombres que no se implican”

    Perdón por el chiste, sabes que soy (somos) muy payaso.

    Gracias Laura por este club en el que NUNCA me he sentido excluido, gracias por tu lucha, gracias por ser mi amiga … y gracias por el post, no por mencionarme sino por el llamamiento que es al otro 50% de la población, el que parece sentir miedo (o rechazo) a sentir como nosotras.

    Un beso, Jefa

    1. Gracias a ti por visibilizar tu forma de ejercer la paternidad, eres todo un zeñó, Malamadre Jefe 😉 :*

  10. Hola, esta muy bien este post, y muy cierto las palabras de Alberto… Nacemos de una manera y nos hacen crecer de otra… Yo tengo la inmensa suerte de compartir la maternidad con un “malamadre”, que desde el minuto 0 ha cuidado de sus hijos, los lleva al pediatra (de urgencias y revisions), y le preguntan por la madre y él responde todo lo que necesitan saber (muchos se sorprenden). Las lleva a extraescolares y lo que haga falta. En casa al 50% incluso diria que hace más porque él es el que plancha… Y estoy muy segura que el sentimiento de “malamadre” lo tiene igual, hace unos años tb se ajustó el horario para estar mas con sus hijas, los deberes y lo que haga falta.
    Besos y un abrazo para ti.

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