No es una tarea nada fácil aceptar que nuestro hijo adolescente haya crecido tanto y nos necesite de forma tan diferente. Conseguir darle la libertad y la autonomía que ahora precisa para poder empezar a tomar sus propias decisiones aunque cometa errores y regalarle el espacio que requiere para empezar a volar de nuestro nido.
Proteger a tu adolescente puede limitarle
Querer proteger a nuestro adolescente es un acto natural e instintivo. En muchas ocasiones, sentimos la necesidad de socorrerle de posibles riesgos, evitarle el sufrimiento o rescatarle de emociones complejas. Una protección que puede acabar siendo excesiva, limitándole a que sea capaz de enfrentarse a sus problemas sin nuestra ayuda y aprender de sus propias experiencias sin que lo llevemos de la mano.
¿Qué es sobreproteger?
Sobreprotegemos al adolescente cuando lo protegemos excesivamente, cuando hacemos por él algo que es capaz de hacer por si mismo, movidos por nuestros propios miedos o inseguridades. Cuando lo hacemos, le privamos de la oportunidad de aprender de sus propios errores, desarrollar su autonomía, buscar la solución a sus propios problemas y responsabilizarse de sus tareas.
La sobreprotección es desprotección
Dar a tu adolescente todo lo que te pide, justificar sus errores o malas actitudes para que no se frustre, no consensuar límites para que no se enfade, evitarle las emociones desagradables, o desvivirte por él no va a suponer que le estés educando mejor. Sobreproteger a tu adolescente es desprotegerle y no permitirle que desarrolle las capacidades y habilidades necesarias para hacer frente a todas los baches que va encontrar en su día a día.
La hiperprotección perjudica su desarrollo
Mostrar una preocupación excesiva, allanar el camino, cuidarlo de forma innecesaria únicamente por pavor a que sufra o se desilusione será la peor manera de querer a tu hijo. Hiperprotegiéndole únicamente le estarás impidiendo aprender y desarrollar las habilidades necesarias para su desarrollo integral convirtiéndole en un agente pasivo que espera que sean sus padres quien le solucionen siempre sus problemas.
Consecuencias de la sobreprotección
Un adolescente que es educado bajo la sobreprotección será un joven dependiente, inseguro, con baja autoestima e incapaz de valerse por si mismo. Con poca capacidad para cultivar su esfuerzo, paciencia y disciplina y para buscar soluciones creativas a sus dificultades. Un joven que a menudo se mostrará ansioso, estresado y miedoso mostrando dificultades para hacer frente su frustración cuando se equivoque, establecer unas buenas relaciones sociales y gestionar correctamente sus emociones. Que se desmotivará con facilidad ante los contratiempos y será muy influenciable.
Acompañar sin sobreproteger
Con este acompañamiento tan proteccionista lo único que conseguiremos es desproteger a nuestro adolescente para la vida. La mejor forma de acompañarle en esta etapa repleta de cambios y turbulencias es dándole el espacio que necesita para construir su nueva identidad con libertad, desarrollar su autonomía sin miedo a fallar y explorar su entorno a su ritmo.
Equilibrio entre protección y autonomía
Encontrar un buen equilibrio entre la protección y la independencia será clave para poder ayudarle a convertirse en un adulto independiente, sano y emocionalmente inteligente. Capaz de asumir que en la construcción de su camino se equivocará, caerá muchas veces y deberá desarrollar su resilencia para poder conseguir sus metas.
Lo que tu adolescente realmente necesita
Tu adolescente necesita a su lado adultos que confíen en él, que no se pasen el día reprochándole sus errores, que le animen a marcarse objetivos y le regalen el tiempo que necesita para aprender.
Tres claves para dejar de sobreproteger a un adolescente:
- Dejar que tu adolescente tome sus propias decisiones y asuma las consecuencias de ellas será una excelente manera de fomentar su independencia. Permitirle que pruebe y tropiece, aunque no haga las cosas bien a la primera. Valorar sus esfuerzos y no únicamente sus resultados será clave para vaya fortaleciendo su autoestima y para que no tenga miedo a probar a hacer las cosas sin la ayuda del adulto.
- Potenciar su autoconfianza para que sienta seguridad en si mismo haciendo crecer su autoestima. Ayudándole a reconocer sus fortalezas y debilidades, a establecerse metas realistas, a planificar bien cada pequeño paso mostrando nuestra disponibilidad y presencia en su vida.
- Cambiar nuestro miedo a que crezca por la confianza y la libertad permitiéndole explorar lugares nuevos, vivir experiencias, establecer nuevas amistades, aprender de manera autónoma siendo consciente de los pros y contras de sus conductas. Establecer en casa límites claros y consensuados y ayudarle a adquirir buenas rutinas ayudará al adolescente a desarrollar su espíritu crítico, la escucha consciente y el autocontrol.
Conclusión: un equilibrio esencial
Equilibrar nuestro instinto de protección con la necesidad de independencia y libertad de nuestro adolescente es un gran reto. Tu adolescente necesita saber que estás a su lado sin condición, que confías en él y le ofreces todo tu afecto y comprensión entendiendo que ahora te necesita estableciendo una distancia. Si siente que puede confiar en ti mostrará interés por compartir todo aquello que le pasa o le preocupa en esta etapa tan desafiante para él.