La habitación que me vio crecer en tierrasanta, mi Málaga querida, es un mausoleo. Algún día será declarada Patrimonio de la Humanidad. Y tendrá una placa en la puerta de: “aquí creció la Malamadre Jefa, rodeada de tesoros”. Por supuesto, yo ya no viviré para verlo ni contarlo. Porque eso solo lo mostrarían a la opinión pública unos bisnietos tristemente arruinados a fin de sacarse unos cuartos por sacar las vergüenzas de su pobre bisabuela fallecida. Mientras yo me visualizo tapándome los ojos como el mono del WhatsApp desde la tumba, al ver como mis tesoros secretos salen a la luz.
Toda mi vida he tenido síndrome de Diógenes
Más allá de ocultarlo, siempre lo he llevado muy a gala. Porque, como comprenderéis muchas de las que me leéis, jugarte la vida, cuchillo en mano, para conseguir cada año el bien más preciado del Roscón de Reyes no es moco de pavo. Figura deseada que luego luciría en la vitrina de madera de nogal, de la buena, que antes los dormitorios de adolescentes eran de esos que tu madre ponía y, te gustara o no, te acompañaría toda la vida porque por supuesto tu madre por aquel entonces tenía muy pocas esperanzas o ninguna de que conocieras una vida mejor más allá de esas cuatro paredes y te visualizaba como una mocita feliz discutiendo de por vida con ella por la hora a la que ibas a llegar aquella noche de parranda. Pero hoy no desvelaré mis trucos para que mi madre no me descubriera al alba entrando por la puerta, que eso sería desviar mucho el tema de lo que aquí acontece hoy.
Mi síndrome de “Coleccionista de Grandes Tesoros” ha ido cambiando con la edad. Y mis colecciones han ido evolucionando, adaptándose a los tiempos que me ha tocado vivir. Además he de decir que siempre he coleccionado aquello que estaba en mi mano, fácil de alcanzar y que las figuritas del roscón de Reyes, al menos unas 100 que decoran bellamente mi estancia y le dan un toque modernista, han sido el reto más temerario. Que no es fácil, apearse en la noche de Reyes al frigorífico e intuir dónde iba a estar la sorpresa ese año, despistando al haba negra, pero que tampoco me he jugado la vida o he recorrido kilómetros en busca de un elefante dorado con la trompa para arriba.
1. Primero fueron las cartitas de olor y color
En ellas vi mi obsesión más prematura. Con tan solo 8 años tenía dos carpetones de esos azules con elásticos bicolor, que casi no cerraban. Cuando bajaba a las zonas comunes de la urbanización, con mis gafas de Snoopy, iba saltando pizpireta de árbol en árbol, para que no divisaran mi llegada y preparar la jugada. Para ir ampliando mi colección fui desarrollando mis dotes de buena comercial, que en ese momento ignoraba que tenía. Todo sea dicho de paso, cuando no conseguía mi objetivo, me cabreaba y buscaba una artimaña menos limpia para conseguirlas como cuando me comía treinta en el parchís. Pero oye, hubo una colección de Candy Candy que se me resistió. Aunque es lo bonito del coleccionar, saber que nunca has conseguido el bien más preciado.
2. Luego fueron los pins…
¡Ay! Los 80 y esa moda de estampar la gorra, la chaqueta vaquera o el tablón de corcho con esos pins tan molones. Los atesoraba en una funda de gafas amarilla del Pato Donald’s, que espero siga intacta en mi cajón derecho del escritorio, debajo de los Diarios Secretos, que ya no son tan secretos. Como me enteré que el buensobrino me los ha robado, soy capaz de cogerme el AVE nocturno.
3. Con los 90, llegó el momento fan
Mira que siempre me he vanagloriado de que yo fan no he sido de nada, hasta que llegaron los blogs de madres, pero quién podía resistirse a un póster tamaño real que ocupara toda la habitación y que ibas coleccionando por entregas con la Superpop, pues eso. Mi hermana las compraba, yo se las quitaba y me quedaba con los pósters. ¿Qué como lo conseguía? Era fácil, ella ha sido siempre más de leer y yo más del arte visual, así lo dicen nuestras profesiones: periodista ella y publicista yo. Sí, mis padres siempre sufrieron por nuestro futuro y a día de hoy mi madre nos sigue diciendo: “¿por qué no estudiáis para profesoras?”. En fin que siempre me creí Brenda y fantaseaba con Dylan hasta límites poco decorosos para un post mañanero como este.
4. Coleccionista de newsletters
Después de otras colecciones, me vine a Madrid y allí se quedó mi obsesión por el simple hecho de que a partir de entonces la falta de dinero, la necesidad de supervivencia y el poco espacio físico fueron las constantes en mi vida de estudiante y luego trabajadora precaria en la capital. Con esa situación llegaron las tecnologías. Y ¡oh cielos! Una nueva manera de coleccionar mucho más inmediata, aunque con mucho menos encanto. Blogs de diseño, blogs de novias y más tarde blogs de madres. Más, más y más. Y otra vez el momento fan. Comentarios por aquí y por allí. Likes, reposts y toda clase de emociones a golpe de click.
Hasta que una noche me desperté sobresaltada, con sudores fríos y una pesadilla muy clara: “mi muerte sepultada debajo de una bandeja de entrada a punto de explotar de emails”. Y yo, paradójicamente, pasé del Síndrome de Diógenes al Síndrome de la Bandeja de Entrada vacía. Y para conseguir mi nuevo objetivo minimalista y enloquecido, muchos emails caían en mis redes primero sin ser leídos, luego siendo eliminados vilmente para posteriormente ser marcados como SPAM. ¡Cuánta crueldad! Y empecé a ser selectiva, a limpiar mis suscripciones, mis cuentas seguidas y mis likes regalados. Pero con el miedo en el cuerpo de quedarme sola y abandona y que mi austeridad se volviera en mi contra, pensé… Porque a veces me da por pensar.
Si yo limito los correos que quiero recibir. ¿Por qué desde el Club no lo hacemos también?
Nace nuestra newsletter semanal
Nuestra newsletter semanal está pensada para Malasmadres ávidas de información, pero sin tiempo para abrir correos a discreción, leerlos y asimilarlos. A partir de ahora solo la recibiréis los viernes con toda la información más importante del club: eventos, noticias más destacadas, reflexiones varias, sorpresas, colecciones… Porque el post del día seguirá estando y lo podréis leer si nos seguís en redes sociales (Twitter y Facebook).
Hoy hemos mandado la primera newsletter semanal muy temprano porque sabemos que aquí otra cosa no, pero dormir dormimos poco…
- ¡Si la habéis recibido espero que os haya gustado mucho, estamos terminando de ajustar detalles para ir mejorándola!
- Si no la has recibido, suscríbete aquí para recibir la próxima: https://clubdemalasmadres.com/login/
Y antes de irme con mis colecciones a otra parte y esperando que te haya sacado una sonrisa, tengo una pregunta para ti. Porque este club sin vosotras no tiene sentido. ¿Qué te gustaría que hiciera el Club que no hacemos? ¡Ayúdanos a mejorar con tus comentarios!
Y recuerda…
P.D.1. Si no fuera por falta de espacio, ahora coleccionaría unicornios, flamencos y donuts gigantes hinchables. Por falta de espacio y de creencias, ¡somos la resistencia!, como diría la vecina rubia.
P.D.2. A la newsletter que estoy enganchada además de a la del Club de Malasmadres es a Kloshletter que os recomiendo para mujeres como yo sin tiempo, que necesitan estar al día de la actualidad.
P.D.3. Este cambio viene acompañado además de que mis reflexiones o posts de “Malamadre Jefa al habla” serán los viernes y estarán bellamente acompañados de las ilustraciones de Belén, que pienso también coleccionar.
Hola, aquí el alérgico a las RRSS (vale, ya se que ya no cuela…) pero ni por esas os vais a librar de mí 😉
Reconozco ser coleccionista de colecciones (y algo Diógenes también) y, puestos a pediros algo que no hacéis, me gustaría que de vez en cuando descanséis, por favor, que a veces dais mucha penita????
Un beso gordo de vuestro gordo favorito ????
Genial!!!!! Pero… no soy capaz de encontrarla!!!! ???? (La tecnología tras una noche de esas del infierno me está superando)
Yo también he coleccionado tantas cosas!!! Aunque reconozco mi falta de constancia.
Enhorabuena y gracias siempre!!! ????
Hola guapa!!!
¿Qué no encuentras? Cuéntame
Un beso.
Yaaaaa!!!! Mi newsletter estaba en una carpeta del mail, que, junto a mi cabeza espesa de malamadre tras mala noche no lo veía!!!!
Me encanta la idea!!!
Aún así, yo seguiré los post cada día, porque forman parte de esos minutos míos!!
Mil gracias!!! ????
Yo comparto todas tus colecciones!!! las cartitas de color y olor, los pins, los posters de la superpop y vale, las newsletters…
Y podría acumularle las invitaciones de discoteca, las cartas postales (sí, en mi epoca existían), pulseras, pendientes…
Ahora colecciono horas de sueño y ojeras, como buena malamadre… Ahh! y juguetes por cualquier parte!!
Me encanta la idea y yo por pedir pido lo que te pido siempre.Salir a correr una vez al mes con Malasmadres corredoras.Para que la gente no se crea que solo vamos de fiesta????. También somos deportistas.Enorabuena!!!!Simplificando la vida????????
Hola,
¿Exactamente dónde está la opción para apuntarnos a la nueva newsletter?. No soy capaz de encontrarlo cuando entro en mi perfil 🙁
Gracias!
Hola Nadia,
Si estás ya dada de alta, no hace falta darte de alta de nuevo.
Un abrazo y mil gracias!!!
Valla!!! Pues con mucha pena me despido del club de las malas madres, yo me niego a tener redes sociales, me niego a que todo dios husmee en mi vida, a que gente que ni te saluda cuando te ve en la calle quiera ser amiga tuya en facebook, lo siento pero no.
Una de las cosas que mas me gustaba del club era que cada día recibía mi mail, si quería lo leía, si no lo descartaba…
Espero que donde publiquéis sigáis siendo apoyo y acompañamiento de las malas madres que hacen todo lo que pueden por su familia. Yo me quedo aquí, sin poder leeros cada día.
Gracias por lo que me habéis enseñado y entretenido hasta hoy.
Un saludo desde Salamanca.
Buenos días Laura,
Muchas gracias por mostrarnos tu opinión, nos da mucha pena que te despidas del Club, de todos modos puedes leer el post del día pinchando en clubdemalasmadres.com, allí aparecerá el post de cada día porque seguiremos publicando a diario.
Cualquier otra consulta, no tienes más que decirlo.
¡Feliz viernes!
Se me habían olvidado los pins insertados en el tablón de corcho! Jaja! Qué buena manera de empezar el día hoy con estos recuerdos, me parto????
Hola,
Yo jovenzuela de la generación del 83 también he pasado por las tres primeras de tu lista, tenía libretas de sensacion de vivir y cartas perfumadas de snoopy que intercambiaba con las amigas en Cudillero. Lo de Newsletters lo llevo bien (me ha llegado perfectamente por cierto = )). Ahora colecciono ropa sucia en el cesto = )