- El diario de gratitud.
- Los cuatro acuerdos.
- El poder del ahora.
- El método bullet journal.
- El monje que perdió su Ferrari.
Estos son los libros/diarios que están sobre mi mesa mientras os escribo mi post de los viernes Malasmadres. En este casi año que llevamos sufrido me he dado a la meditación, me he esforzado en trabajar por mi propósito, en agradecer, en fijarme en las pequeñas cosas, me he dado a la respiración y a los audiolibros… Seguramente este lado místico que he desarrollado y que quien me conoce ya tenía en mi interior me ha salvado de la locura.
Aunque realmente creo que lo que me ha salvado de la mismísima locura son mis hijas. Y no en el plano intenso del amor incondicional que siento por ellas “casi” todos los días. Porque ha habido días que yo no he sentido amor ni “ná”. Las quiero sí, no vaya a ser que me lean los asuntos sociales y se personen en el caos de mi hogar. Pero, ay Malasmadres queridas, a mí lo que me ha salvado es no pensar, no parar y no tener tiempo pá “ná”.
Días encadenados con locura y sin poder parar
Hemos enlazado los días al más puro estilo Indiana Jones en la jungla maldita, sorteando obstáculos, sobreviviendo al día a día, pensando en qué hay hoy para comer, qué deberes tocan hoy, cuál es el directo de esta tarde y qué día es mañana. “Coge a la niña”, que me llaman de la sexta, a grito “pelao” en un piso de dos habitaciones en Madrid, que se convirtió en un escenario propio del Show de Truman. Cuando se activaba la cámara del directo de Instagram o de Televisión Española, para dar el parte sobre conciliación, todo parecía en aparente calma, pero cuando acababa… el caos volvía a explotar. Tanto que prefería vivir en un directo continuo.
Y así hemos llegado casi a febrero….
El cumpleaños de nuestra amiga Pandemia (Pande para las amigas) coincide casi con el cumpleaños de la tercera, de “la señora”, como yo la llamo. Porque vivimos por y para ella. Me ha pillado mayor, os lo tengo que decir, mis fuerzas han mermado. Y el colecho se ha instaurado por supervivencia, la teta por la noche es a discreción por no enfrentarme a sus gritos helados de madrugada, la guardería no llega porque tiene mocos y así seguimos enlazando “Los juegos de la conciliación”, que son más bien “Los juegos del desquiciamiento”.
Un año ya de Pande (mia)
¿No os dan escalofríos solo de pensarlo? A mí sí, me recorren el cuerpecito entero. Este cuerpo maltrecho y estas ojeras profundas, este pelo fosco del postparto que no acaba y esta piel seca de no echarle ni una “gotica” de crema. Pero aquí estamos. Hemos sobrevivido dicen por ahí. Pues yo no lo veo tan claro. Yo no me acostumbro a esta vida confinada en la que enlazo días de mallas al pijama y del pijama a las mallas. Eso sí, con camisetas y sudaderas preciosas de Malasmadres. Todo hay que decirlo.
Y mientras yo me levanto hoy en modo grinch de la Pandemia, sin ver el lado positivo o el cambio profundo de la humanidad, siento a mi alrededor una anestesia inusitada de mensajes como “peor podríamos estar”, “no nos queda otra”, “mejor que nos confinen a todos”, “los colegios deben cerrar”, “al menos tenemos salud”… Madre mía, nadie quiera pensar que soy una quejica desagradecida. Nada más lejos de la realidad. Pero que esto ya se está alargando demasiado también se podrá decir ¿no? Con humor y actitud, eso sí. Que peor podría ser, claro. Siempre puede caer un meteorito y arrasar con todo. O que nos visiten los alienígenas y nos echen de la Tierra. Todo eso podría ser peor.
Pero mientras eso llega, que lo veo cada vez más cerca, dos deseos:
- Que el Gobierno se tome en serio la conciliación, que vamos a cumplir un año de pandemia sin un plan de medidas urgentes para afrontar esta crisis. Porque “esto NO es conciliar”. Esto es abandonar a las familias a su suerte. Aceptando la renuncia como una solución y perdiendo la salud mental para poder enfrentarnos a cualquier nueva restricción. ¡Ya está bien! No se puede pedir responsabilidad sin compromiso político y social. Que ya nos hemos acostumbrado a las cuarentenas preventivas sin bajas, a los parques precintados sine die, a la vida social nula y a hacer nuestras vidas de puertas para dentro. Pero hay que seguir viviendo, trabajando y cuidando.
- El segundo deseo es personal. Una noche en soledad. Y el trabajo me lo ha concedido, así que con todas las medidas de seguridad por delante, esta noche estaré en Madrid porque mañana tenemos una sesión de fotos para la próxima colección “Soy Malamadre”, que espero que os guste tanto como a mí.
Y hasta aquí este diario de hoy, un desahogo sin pensar, de los que hacen terapia de la buena, como digo cada lunes en el podcast de Malasmadres, otra de las cosas que me está salvando de ingresar en la López Ibor de por vida.
Sean felices Malasmadres, compartan sus quejas, disfruten y nunca pierdan el humor.
Ay Laura como me identifico contigo…también estoy con una tercera buena hija que se ha apoderado de nuestra cama…lactancia a demanda durante 18 meses y sin ver el fin, aunque por otro lado esto se lo tengo que agradecer a la pandemia!
“Conciliación”, eso qué es???? Una pedanía de Murcia??? Estoy igual que muchas de vosotras, me quejo de esta situación y lo que más miedo me da es que ya no pienso en el día que podamos ir sin mascarillas y nos podamos abrazar…lo veo tan lejano…no quiero ser pesimista!! De echo no lo soy!!! Pero es la realidad en la que vivimos. Mientras me conformaré con que de esto saldremos más fuertes y que he aprendido a hacer pan??? . Ya queda un día menos!
Hoy es viernes!!! Así que a por el fin de semana malasmadres!!!