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Aprendiendo a despedirse

Aprendiendo a despedirse

¿Pero donde está? No lo entiendo…

Aquí, en el corazón, en todas las cosas que has vivido con él, en lo que te ha enseñado, en lo que habéis compartido.

¿No le voy a volver a ver nunca más?

No, por lo menos no como antes… Papá no va a volver.

¡No es justo, no quiero!

Yo tampoco, a mí también me gustaría que estuviera aquí pero si nos damos un abrazo nos sentiremos menos solos…

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Nadie quiere saber nada de ella. Vivimos en una sociedad que niega la muerte como niega las emociones negativas o los momentos desagradables. Nuestra relación con ella se limita muchas veces a apartarla, no hablando de ella, como si no existiera. Y sin embargo su presencia está por todas partes; en las noticias, cuando nos dicen que aquel amigo, primo o abuelo ha muerto o está a las puertas del final de la vida, en nuestra mascota que se pone enferma…
Cómo convivimos con ella marca nuestra forma de comportarnos cuando tenemos hijos y uno de sus padres muere. Como con cualquier realidad, hay que conocerla bien para poder enfrentarse a ella con éxito. Sin que nos devore, sin que la tristeza y el dolor que la acompañan lleguen para quedarse.
Entenderla bien significa comprender que nos atañe a todos (la muerte es universal), nadie vuelve de ella (es irreversible), ocurre cuando el cuerpo deja de cumplir sus funciones vitales (funcional), algo la produce como un accidente o una enfermedad (es causal), y por último que representa el final (en un sentido físico aunque no tiene porque serlo en un sentido espiritual)
Estas características, difíciles de aceptar, van a colisionar con el mundo del niño cuando uno de sus padres muere. Nuestra labor es ir ayudándole a que las comprenda y encuentre un lugar no demasiado doloroso para el padre o la madre que se ha marchado.

El proceso de duelo

La reacción natural a la pérdida de un ser querido es lo que llamamos un proceso de duelo. Tanto para los niños como para los adultos. No es una etapa extraña, ni algo a evitar ni de carácter patológico. Es un proceso que implica tiempo, cambios y preguntas. Y tolerar el dolor y la tristeza que todo ese proceso suscita. Vivir este momento sin evitarlo es un comienzo para superarlo con éxito. Y superarlo con éxito significa poder integrar esa experiencia en la vida del niño, recordando a la persona fallecida aceptando todas las emociones que vengan sin que eso le desestabilice, pudiendo enfrentarse a su día a día.
No nos podemos olvidar de nuestro propio proceso de duelo si queremos ayudar a nuestros hijos a superarlo y para ello vamos a necesitar mucho apoyo ayuda de nuestro entorno para enfrentarnos con todo que ellos van a necesitar de nosotros.
En el duelo no hay respuestas correctas o incorrectas. Cada duelo es un proceso personal, complejo e intimo. No hay una forma adecuada de reaccionar, no hay una forma en la que se “debería reaccionar”. Si nos ponemos reglas o exigencias absurdas todo va a ser más difícil de lo que ya es. Todas las emociones deben ser acogidas, incluso si surgen emociones positivas, como alegría o alivio, por el motivo que sea. Aunque cada duelo es único, os dejo por edades, algunas reacciones que son normales que os encontréis en vuestro pequeño ante la perdida de uno de sus padres.

Síntomas del duelo según edad

1. Lo niños más pequeños de 2 a 5 años

  • Incredulidad / shock. Dicha incredulidad o estado de shock tras lo sucedido es algo normal en este tipo de experiencias.
  • Necesidad de establecer vínculos. En caso de muerte de un padre, con el cual se tenga un vínculo profundo, incluso abuelos, es normal que el niño intente establecer nuevos vínculos. En ocasiones, los niños de edades tan tempranas tienden a apegarse con personas que tengan características parecidas al padre fallecido. También es común que el niño invente un padre imaginario y lo mantenga tiempo después de la pérdida
  • Rabia y enfado. Hacia la familia o círculo cercano, colegio, y/o hacia si mismo
  • Conductas regresivas. Algunos niños tienden a regresar a conductas que ya habían sido superadas como hacerse pis o caca encima.
  • Peguntas de confirmación. Es muy frecuente que, cuando los niños son tan pequeños, hagan continuas preguntas por le padre fallecido, aunque se le haya explicado que éste ya no volverá.
  • Ambivalencia. La expresión de esta ambivalencia por la pérdida viene dada por fases en las cuales los niños preguntan sin tapujos por lo sucedido y sus dudas al respecto y se desprenden una gran expresión emocional con fases en las que el niño puede que no vuelva a hacer alusión a lo sucedido y ni siquiera pregunta por el tema.

2. Los niños de 6-11 AÑOS

  • Negación. En este caso es más probable que nieguen lo que ha pasado que experimenten un shock ante la noticia.
  • Culpabilidad.  Por un lado es una reacción esperable en estas edades, sin embargo, tendremos que explicar que el niño no es el culpable de lo sucedido, aunque en ocasiones haya tenido pensamientos negativos sobre la persona.
  • Vulnerabilidad. Los niños, tras haber sufrido una pérdida significativa en su entorno, se percibe a si mismo y la estructura familiar una mayor vulnerabilidad.
  • Tomar el “papel de adulto”. Son niños que toman un papel de adulto en la familia tras la pérdida. También es frecuente verlo en procesos de divorcio. Quizás el pequeño acabe realizando funciones que anteriormente se encargaba el padre/madre que ya no está.
  • Idealización. La idealización consiste en recordar a la persona que ha idos sin ningún defecto, formándose una imagen poco realista de la persona que ya no esta lo que hace más difícil resolver el duelo adecuadamente.
  • Insomnio y/o pesadillas.
  • Miedos. Es frecuente que los niños empiece a percibir la muerte prácticamente como algo contagioso, que hasta entonces no se había presentado en su vida.

fallecimiento-familiar3. Duelo en adolescentes

En cuanto a los adolescentes, por su desarrollo y maduración, las repercusiones del duelo son similares a los adultos ya que a estas edades son perfectamente capaces de informar acerca de los sentimientos y pensamientos que les acechan.
En cuanto a las sensaciones físicas que pueden darse en las reacciones normales de duelo, podemos hablar de:

  • Opresión en pecho y garganta
  • Hipersensibilidad auditiva y olfativa
  • Sensación de ahogo (falta de aire)
  • Sequedad de boca
  • Vacío en el estómago
  • Sensación de despersonalización
  • Apatía, sensación de falta de energía, cansancio

Otras manifestaciones pueden ser:

  • Sueños e imágenes relacionados con el fallecido. No se trata de alucinaciones como tal, sino de un fenómeno común en entre las personas que pierden un ser querido
  • Evitar recordatorios del fallecido.
  • Llanto.
  • Búsqueda de la persona fallecida.
  • Tristeza.
  • Ira /Enfado.
  • Culpa/autoreproches.
  • Fatiga.
  • Anhelo del fallecido.

A nivel social las repercusiones del duelo también se hacen notar como por ejemplo:

  • Incapacidad de reincorporarse a la vida cotidiana
  • Falta de habilidad para mantener patrones organizados de actividades
  • Falta de interés por el mundo “externo” (inhabilidad y falta de interés de nuevas relaciones)

Da igual la edad que tenga el niño, siempre debe haber una figura fuerte de confianza para acompañarle en todo el proceso. Al final la idea es que sienta que no está solo, que aunque la vida trae consigo este tipo de cosas tan dolorosas e impredecibles puede contar con alguien con el que puede llorar, hacer preguntas (incómodas) y volcarse en él realizando las actividades o las funciones que hacía con el otro padre. Esa figura pueden ser una o varias.

¿Dejamos que vaya al funeral?

Es una idea muy arraigada el evitar que los niños vayan al funeral para despedirse de la persona que ha fallecido. El funeral es un rito que no está hecho para los fallecidos sino para ayudar a las necesidades de los vivos en ese momento. En ellos se reúnen personas que conocían al difunto y se habla de él, de las anécdotas que protagonizó, de su personalidad, de lo que se ha perdido porque no va a estar. Y se vela el cuerpo lo que propicia que haya un tiempo necesario para asimilar que lo que ha ocurrido es irreversible. Es un rito necesario también para asumir lo que acaba de pasar. Los niños necesitan también esos ritos para poder poco a poco ir asimilando lo que ha pasado, dejando que las emociones se posen, se sientan y se vayan mitigando lentamente.
¿No le llevamos porque vamos a llorar en el funeral y no queremos que nos vean? ¿Y como no íbamos a llorar si alguien importante en nuestra vida se ha marchado? Y es que el llanto en estas situaciones es lo más adaptativo que hay. Es una oportunidad de compartir también su tristeza con los demás. El funeral no es un evento traumático, sino necesario. Si aún así no queremos exponerle a él por las razones que sea, ellos siguen necesitando simbolizar la pérdida para ser conscientes de lo que está pasando, decirle adiós de alguna manera al padre que no está. Posibilidades como escribir una carta a esa persona o ir a algún lugar especial que compartían con él y enterrar una foto suya pueden ser útiles, pero ese ritual debe darse.

¿Cuál es el objetivo final de un proceso de duelo?

Recordar a esa persona que no está sin que el dolor les paralice y sin que sea el centro de su vida. Recursos como completar un álbum de fotos donde se recuerden momentos juntos con el niño es una buena idea para mantener la memoria viva de esa persona y su relación con el pequeño. Para niños pequeños el juego con títeres de dedo o marionetas recreando situaciones familiares puede hacer que les resulte sencillo sacar emociones y resolver problemas que ellos mismos plantean en el juego. Por último libros como “No es fácil, pequeña ardilla, “Nana vieja “o “El árbol de los recuerdos” ayudan a los más niños a entender la muerte y les ayudan a despedirse de los que más quieren.
Y es que tenemos que enseñarles a decir “hola” pero también “adiós”, mal que nos pese.
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Han comentado...

  1. Recuerdo cuando mi abuelo falleció teniendo yo 9 años. Fueron meses de enfermedad, de verlo en la cama cada vez mas debil. Los fines de semana nos llevaban a casa de unos amigos de mis padres para q mi hermana y yo tuviesemos algo de “normalidad” mientras mis padres hacian turnos atendiendo a mi abuelo. Al fallecer, no fuimos al funeral. Tuve muchos meses un miedo atroz a no estar con alguien de mi familia cercana y muchas pesadillas. Os digo una cosa?? En mi casa nunca se habla de qué murio mi abuelo!!! Mi hermana y yo tenemos nuestras teorias… pero mi madre cambia rapido de tema si lo mencionamos!!! La opcion de no negar y responder a las preguntas de la forma mas sencilla creo que es mas inteligente. Y ver q los adultos lloramos tampoco es malo…

  2. Gracias por este post. Llega justo a unas pocas semanas del fallecimiento de mi padre, el pasado 9 de febrero. Mis hijos, de 7 y 5 años, lo han vivido de una forma mucho más natural de la que yo misma esperaba. La enfermedad de mi padre se manifestó muy tarde y casi no hubo tiempo para verle realmente enfermo, así que casi desde el principio les expliqué que el abuelo estaba malito, y que iba a ponerse cada vez más malito. Fueron al hospital a verle y pudieron despedirse de él, la tarde anterior a su fallecimiento. Él ya casi ni les veía, pero tuvieron su despedida. Al tanatorio y al funeral no les hemos llevado porque pensamos que para ellos sería un poco difícil comprender y asimilar el dolor de la abuela, pero no ocultamos nuestras emociones, y les hablamos de lo sucedido. Bien es cierto que ellos no hacen preguntas, pero cuando los hagan responderemos. Desde el colegio también nos han brindado su apoyo para cualquier necesidad. Es duro, muy duro, pero me alegro tanto de haberlo compartido con ellos. Espero que el recuerdo de mi padre quede siempre en su memoria.

  3. La primera persona que perdieron mis hijos fue su abuela paterna,era de esas abuelas que todas soñamos que tengan nuestros hijos,una mujer que adoraba a sus nietos.Explicarles que la iaia habia muerto fue duro pero me dieron una leccion impresionante. Me miraron y me dijeron que podiamos llorar un ratito pero despues teniamos que reirnos porque a la iaia Montse lo que mas le gustaba era reirse con ellos.El segundo fue mi padre hace 3 años, pero con él fue diferente durante 8 años tuvo una enfermedad degenerativa muy similar al Alzeimer , se llamaba cuerpos de Levy.Del avi nos fuimos despidiendo poco a poco, el dia mas duro no fue su muerte sino el dia que no nos reconoció,ese dia mis hijos no encontraban consuelo.Ahi empezo nuestra despedida.A veces creemos que los hijos grandes o pequeños no entenderan o no podran aceptar la ausencia ; a mi me han enseñado que su sentido de amar y cariño es tan profundo que hayan el consuelo .Cierto que pasamos etapas de duelo,y que son necesarias pero tambien tendriamos que escucharlos ya que ellos nos enseñan o nos recuerdan sentimientos y amor para ayudarnos mutuamente.Un abrazo.

  4. Gracias por el post. Yo hace 2 años y medio que pasé por esto. El padre de mi niña murió cuando ella tenía casi 8 años. Después de dos años de intenso duelo, ahora parece que la niña se está recuperando, aunque por supuesto con secuelas. Una de las principales secuelas es una baja autoestima. En una situación como esta, no sabes si lo que haces y dices ayuda a la recuperación, por esto el post es de gran ayuda.

  5. Un post genial y muy necesario como ta se ha dicho.
    Hace casi dos años murió mi suegro y mi peque tenía 4 años, consulté con una conocida psicologa como tratar el tema siendo tan pequeño y me dijo que lo hablara abiertamente respondiendo todas sus preguntas y acompañandole en su llanto si es que se daba y me dijo también que le pidiera,si el queria, que dibujara como se sentia…fue impactante lo que dibujo con tan solo 4 años…nunca lo olvidare. No le llevamos al funeral, ende ese momento no lo creimos necesario.
    Despues el sigue preguntando por su abuelo y por como murio y tambien por que murio. Pero lo hace de manera super natural, habiendo aceptado que la bida trae consigo la muerte.
    Sin animo de comparar, cuando el tenia 3 años murio nuestro perro y lo que hicimos en ese momento fue sentarnos delante de su foto y su camita y hablar de todo lo bueno que recordabamos de el y en todos los momentos que nos habia acompañado. Fue muy emotivo escucharle hablar de el.

  6. Muy bien explicado, A mi hace 6 meses se murió mi cuñado de cáncer. EL tío de mis mellizos de 4 años. Comíamos cada día todos juntos en casa de mis padres y vivimos casa con casa compartiendo jardín. Una relación muy estrecha.
    El niño pregunta muchísimo por el, le hemos dicho que se ha ido a un lugar donde no tiene dolor.
    La niña nunca pregunta, pero hace muchos dibujos de el.
    Le llevamos flores al cementerio ( ellos no saben que su cuerpo está allí, creo que no lo entenderían) ellos creen que el cementerio es el lugar donde ponemos flores para que las vean los que están del cielo.

  7. Muchas gracias por el post. Es verdad que nunca nos acostrumbrarnos a decir adios pero la vida es así.

  8. Que bien este post. Hace 3 meses falleció mi padre. Mi hijo de 13 años estaba muy muy apegado a él y por mucho que he intentado hacer que llevara bien el duelo no he podido.
    Hemos acudido a una psicóloga para que lo ayude, por que ha empezado a tener comportamientos y actitudes en el colegio que no tocan y porque que leches!!! Nadie nos enseña ni a los mayores a como gestionar este tema. Desde siempre ha sido como tabú y nadie está realmente preparado para cuando sucede.
    Graicas por el post!!

    1. A raiz de tu comentario he recordado la primera vez que me hablaron de la muerte abiertamente. Estaba en la universidad, había llegado de milagro esa mañana, porque no me pilló por muy poco los atentados del 11 de marzo. Hablamos en clase sobre como nos sentíamos y que podíamos hacer para ayudar a los demás y entender el dolor de toda esa situación. Me sirvió de mucho esa experiencia para entender la muerte de otra manera.
      Ójala dejaramos de tratarla como un tema tabú porque así incluso estamos menos preparados para cuando llega.
      Gracias Chiqui por tu comentario.

  9. Qué buenisimo y necesario este post…. hace unos meses murió mi suegra, mi hija no tenía aún cinco años.
    Cuando yo era pequeña mis padres nunca me hablaron de la muerte. No se admitían preguntas relativas a este tema no a otros “incómodos “. Al morir su abuela mi hija tenía mil preguntas, hablamos del tema siempre que lo necesitó, hicimos un dibujo para su yaya, recordamos cosas bonitasp divertidas que hacía con ella, e incluso estuvo en el funeral. Mi hija ha aceptado la muerte de su abuela y la recuerda con mucho cariño, si tiene quellorar, preguntar. … se acepta y se la acompaña. Es muy difícil la situación pero estoy muy contenta de no haber recurrido a cuentos ni mentiras tipo “está en el cielo”, “nos mira desd allí ” etc.

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