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Correr no me hará llegar antes

Correr no me hará llegar antes

En nuestra sociedad algo está cambiando. Cada vez se tiene más en cuenta a los niños, su opinión, sus necesidades, su desarrollo, pero no lo suficiente como para ser una idea o una tendencia general en la educación, crianza y trato a nuestros pequeños.

La vida parece una carrera de obstáculos continua donde a veces solo importa correr, sin mirar a atrás y sin un objetivo único como fin. Parece que correr y llegar el primero es más importante que disfrutar el camino y valorar cada paso para llegar a la meta propuesta.

Hace más de 12 años que estoy inmersa en el mundo de la educación, la primera infancia y la crianza y no dejo de observar que las presiones nunca cesan.

Comenzamos cuestionándonos si nuestros bebés comen o duermen “bien”, cuánto comen y cuántas horas duermen, si nos miran, nos sonríen, si sujetan la cabeza, voltean, reptan, si dicen su primera palabra, si gatean, se ponen de pie o comen ya sólidos, si caminan, corren, saltan y suben escaleras, cantan canciones o saben ir en bicicleta, pero cuando queremos darnos cuenta nuestros bebés ya no son bebés y son personas bajitas que se parecen mucho o quizás poco a nosotros y, tienen su opinión y capacidad de elección muy claras.

A veces la presión nos la impone la sociedad, nuestro entorno directo o los cánones sociales establecidos, como la familia, los amigos, los pediatras, los farmacéuticos, los profesores, la publicidad; y otras veces la imposición es nuestra, ya que queremos que nuestros hijos e hijas sean los primeros en todo, los mejores y los más fantásticos.

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Pero, ¿qué es lo que valoras del proceso?

¿Cuál es el fin principal? ¿Qué objetivo te propones?

Cuando me siento frente a las familias y me hablan de los objetivos que quieren alcanzar, yo siempre les digo “Por más que corráis no vais a volar, en la vida no llega antes el que más corre”, y esto no debemos perderlo de vista.

A veces pensamos que si corremos y corremos, acabaremos volando. Y quizás en algún momento puntual de nuestras vidas esto pueda servirnos, pero en la generalidad es imposible que solamente con presión y prisa consigamos los objetivos que nos propongamos.

En general la constancia, la perseverancia y el esfuerzo es lo que realmente te permite alcanzar tus objetivos, pero además saber proponerlos adecuadamente y saborearlos en cada paso, escalón y logro, te permite no sólo disfrutar del objetivo final sino del proceso, que suele ser mucho más duradero que el fin en sí.

Por todo ello, hago esta reflexión en voz alta para que todos aquellos que tenemos niñas y niños a nuestro alrededor pensemos y valoremos más el día a día, lo que supone en sí la vida, ya que llevamos a nuestros hijos e hijas a mata caballo sin darnos cuenta de lo que supone esto para ellos. A veces correr se convierte en un sin vivir, donde nunca hay un objetivo final, ya que unos se solapan a los siguientes y acabamos inmersos en una rueda de hámster donde no disfrutamos de nada, solo queremos más y más.

Saborear, paladear y pararnos a disfrutar es más importante aún que conseguir los objetivos que nos propongamos.

No debemos olvidar que la madurez juega un gran papel en todo este proceso y que no sólo es aquello que nos propongamos, sino también para lo que estemos preparados en cada momento del desarrollo evolutivo.

Frenar, parar, sentir, observar, escuchar, disfrutar. Todo ello debería ser obligatorio en esta etapa, la primera infancia, donde cada momento es único y necesario, clave en el desarrollo del ser humano.

Además si preguntara en cualquier charla o espacio de familias cuál es el objetivo principal que quieren o buscan para sus hijos e hijas, la mayoría responderían La felicidad.

Si ponemos este objetivo como primordial, démosle valor y protagonismo en el proceso de aprendizaje y crecimiento, poniendo el foco sobre este aspecto antes que en ningún otro.

Y tú Malamadre, ¿piensas que correr te hará llegar antes? ¿Crees que en la vida las prisas nos hacen perdernos muchas otras cosas más importantes?

Han comentado...

  1. Claro que correr no conduce a nada…vivimos en una continua competición pero es curioso: niños que con 5 años van a cientos de extraescolares y están todo el rato aprendiendo cosas y en cambio lo más básico como saludar, responder cuando te hablan, pedir las cosas por favor o dar las gracias, no se las enseñamos…
    Estamos muy perdidos.
    ¡Gracias por el post!

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