Antes de Navidades, un domingo fui a unos grandes almacenes. Me atendió una Malamadre y me contó que ella trabajaba los fines de semana para poder conciliar. Durante la semana, ella se encargaba de los buenoshijos y durante el fin de semana era el buenpadre quien los cuidaba. Me resultó curioso tener delante de mí un caso como este, ver la conciliación desde otra perspectiva y pensé “eso también es hacer equipo”, porque maneras de organizarnos la vida y el trabajo hay muchas, tantas como tipos de familias y circustancias. Y todas son válidas.
Personalmente nunca me ha gustado comprar los domingos… hasta que fui madre. Y no es que ahora me guste, pero a veces lo necesito. Mi padre sufrió profesionalmente la liberalización de los horarios, la apertura de grandes almacenes y centros comerciales en horarios non stop y el consecuente daño al pequeño comercio. Siempre estuvimos muy concienciadas con el tema y evitábamos comprar en domingo o días de fiesta. Cuando fui madre, trabajaba muchísimo entre semana, pero no quería esa vida. No quería renunciar. Para poder cambiar esa situación, sacaba proyectos freelances los sábados, y los domingos era nuestro día para pasear, disfrutar y a veces también de aprovechar para hacer algún recado.
No me gustan los turnos partidos, no me gustan los trabajos sin horarios flexibles, sin respetar los derechos de los trabajadores, como a todas vosotras, y eso va más allá de que los comercios abran los domingos y días de fiesta. Tampoco nunca me han gustado las posturas extremas en ningún caso. Creo que hay matices, que hay que escuchar y pensar en la mejor solución para todos en cada uno de los temas que tratamos. De eso se trata, ¿verdad? La filosofía del Club de Malasmadres siempre ha sido y será esa: escuchar, respetar y no demonizar contra una opción u otra.
Hace unos años compartí este Tip del Día, donde decía que había ido en domingo a las rebajas.
Me gustan las críticas constructivas y aunque en este TIP no todo eran comentarios con buenas intenciones, me hicieron reflexionar, que de eso se trata y eso vengo a que hagamos hoy juntas.
Yo concilio, tú concilias, él concilia…
La conciliación pasa por jornadas flexibles, por medidas de conciliación distintas para que cada familia, cada mujer, cada hombre, cada empresa pueda optar por la más válida. La conciliación pasa por una racionalización de los horarios. La conciliación pasa por concienciación y educación. La conciliación pasa por flexibilidad bien entendida, por una apuesta empresarial y por una responsabilidad laboral. La conciliación pasa por muchos temas por los que luchamos y que no dependen solo de si abrimos o no los domingos.
A la hora de reflexionar, lo primero que debemos hacer es pensar qué estamos haciendo nosotras mismas para que cambie aquello que no nos gusta. Nuestro espacio en Madrid tiene un horario peculiar, solo de mañanas. A veces las Malasmadres vienen los fines de semana y me piden si puedo abrir la Malasmadres House. Lo he hecho alguna vez, acompañada de las buenashijas, encantada por conocerlas y porque conozcan el espacio, que también es su casa, mucho más allá de si quieren comprar o no. A veces las Malasmadres vienen por la tarde y solo cuando puedo me quedo a esperarlas, casos puntuales porque por las tardes no estamos ya que tenemos que conciliar.
Una vez al mes hacemos un Gin Con porque es la manera de compartir con las madres que no pueden venir a vernos por la mañana experiencias, momentos y mucho más. Por las noches entre semana me conecto al mundo, avanzo con tareas pendientes y me organizo el día siguiente. Los domingos por la tarde preparo la semana y adelanto algo de trabajo. Esta es mi manera de conciliar, que me permite organizarme mejor e intentar tener durante la semana esa flexibilidad que necesito y quiero.
Esta es mi realidad aquí y ahora. Y no es la de todas. Pero siempre hemos luchado por lo general. Porque solo así luego podremos ir ganando pequeñas batallas. Aunque haya ido en domingo a cambiar una camiseta, a comprar unos pasteles para una comida con amigos, a por el pan recién hecho o me haya sentado en un chiringuito de playa, seguiré luchando a la cabeza de este Club por la conciliación, por una corresponsabilidad real, por el derecho de las madres a no renunciar y a seguir creciendo personal y profesionalmente.
Y no quería quedarme aquí, que era lo más fácil. Maite Egoscozabal, mi compañera en esta lucha, socióloga y cofundadora junto a mí de la Asociación Yo No Renuncio ha hablado con expertos en la materia para seguir reflexionando.
Vamos a reflexionar, como dice Laura. “¿Qué es la conciliación?”. La conciliación es la consecuencia de llevar una vida más equilibrada y ordenada en cuanto al uso del tiempo: tiempo para el trabajo remunerado, tiempo para trabajar en las responsabilidades doméstico-familiares, tiempo para el ocio, tiempo para el deporte, tiempo para el descanso, etc.
Nadie dijo que fuera fácil pero es un compromiso personal y social del que tenemos que tomar conciencia si queremos mejorar nuestra calidad de vida y vivir en una sociedad más sostenible y más igualitaria.
Libertad de cada uno/a en función de sus circunstancias
Hablar del uso del tiempo conlleva reflexionar sobre la gestión de los horarios (algunos más rígidos que otros) con el objetivo de encontrar la fórmula para satisfacer todos o casi todos los tiempos de forma equilibrada durante la jornada. Este equilibrio varía en función de las necesidades personales, vitales o laborales de cada uno/a y por ello, hay tantas maneras de conciliar como personas. Por ejemplo, los usos del tiempo de una persona con hijos son distintos a aquella que no tiene responsabilidades del cuidado de menores.
También debemos ser conscientes de la complejidad empresarial e imponer la misma solución para que todas las empresas y organizaciones ofrezcan a sus trabajadores la posibilidad de conciliar resulta poco real.
Por tanto, teniendo en cuenta esta variedad de circunstancias tanto personales como empresariales, partimos de la idea que la libertad para gestionar el tiempo es fundamental a la hora de reflexionar sobre las medidas de conciliación.
Tal y como apunta Roberto Martinez, Director de la Iniciativa EFR, de la Fundación Mas Familia “el mejor horario para conciliar es el que mejor le va a cada uno”. Considera que “la solución debe venir por un ejercicio de libertad individual dentro de la madurez organizativa necesaria”.
Libertad sí, pero es necesaria cierta regulación
Los defensores de la racionalización de horarios como José Luis Casero, presidente de la Asociación ARHOE, consideran que la libertad resulta un elemento fundamental, sin embargo es necesario “fijar determinadas reglas de juego en horarios tales como los laborales, los escolares, etc. que en definitiva marcan nuestro día a día y que nos permiten a priori organizar nuestra vida”.
Definiendo ciertas normas que establezcan un marco general de uso del tiempo podríamos “dar cauce a otros derechos también fundamentales como son la conciliación, la igualdad y la corresponsabilidad familiar”, apunta José Luis Casero.
La Iniciativa Ciudadana por la Reforma Horaria que lidera Fabián Mohedano también trabaja a favor de impulsar cambios horarios para que podamos disponer de más libertad en la gestión de nuestro tiempo. Defiende que es necesario sincronizar nuestros hábitos horarios con los del resto del mundo y conseguir un ritmo más ordenado ganando tiempo al tiempo.
Se considera imprescindible ordenar el horario español que, actualmente funciona de forma anómala y diferente al resto del mundo. Según Fabián Mohedano, “se habla de liberalizar los horarios en un país que tiene los horarios más liberalizados del mundo”.
La racionalización de horarios y la productividad van de la mano
Hay ciertos sectores que se muestran escépticos ante los cambios que puede suponer esta normalización y se teme que los cambios horarios repercutan en la productividad. Este es el caso del sector servicios, comercio u hostelería.
Pero los expertos insisten en que cambiar los horarios traerá beneficios incluso en aquellos sectores que poco tienen que ver con las jornadas de oficina. Según José Luis Casero, “el hecho de que mucha gente salga a una hora sensata provoca que esas mismas personas, en el uso de su libertad puedan hacer muchas cosas, entre otras ir al comercio, tienda o disfrutar ocio en una hora razonable, lo que provocara que indirectamente esos sectores puedan también ajustar su horario de cierre”.
Asimismo, Fabián Mohedano afirma que “abrir más horas no significa vender más. Hasta que no se entienda eso, difícilmente cambiará nada”. La cuestión es analizar por qué vamos a comprar tan tarde. Moheado cree que “hace falta una auténtica revolución que parta del consumidor. Si les ayudamos a acabar antes su jornada laboral, lo lógico es que ellos también vayan a comprar antes”.
En la misma línea Jos Collin, experto en la anomalía del horario español general y sus causas y consecuencias, considera que este cambio implicaría “menos tiempo de apertura, pero no por eso menos ventas: más bien menos horas con poca afluencia, o sea, más eficacia”.
En definitiva, establecer un orden más racional en las jornadas laborales y escolares acorde con nuestro biorritmo natural puede suponer beneficios como la mejor gestión de nuestros tiempos y mayor libertad para satisfacerlos. Además, indirectamente, esta normalización también supone mayor igualdad, mejor conciliación y mejor corresponsabilidad en los hogares.
Como hemos comentado en otras ocasiones, el cambio no es de un día para otro, pero creemos que es posible: estado, empresas y familias debemos apostar por una mejor calidad de vida y una sociedad sostenible.