*Podéis seguir a Clara en Facebook, Instagram y en su web donde ahora tiene un descargable de la técnica para lograr 5 minutos de paz al día y recuperar tu energía aquí.
7:00 de la mañana
Voy a ir preparando los desayunos que quiero salir de casa en una hora, tengo que tener todo listo para la reunión de las 9:00 y que no se me olvide comprar algo de fruta en la tienda de la esquina. Ojalá me pueda tomar un café tranquila antes de que se despierte el peque.
Espero dejar la casa recogida antes de que nos vayamos y me gustaría ir al gimnasio en algún momento… ¡uy, se va a acabar la leche!… hoy tenemos que poner sin falta una lavadora… ¡madre mía, qué vacío está el frigo…!
Para, me dice una vocecilla en mi cabeza, que vas a explotar.
Y es que la vida moderna nos obliga a realizar muchas cosas a lo largo del día y para ello tenemos que repartir nuestros pensamientos, energía y tiempo en múltiples tareas, lo que puede llevar a convertirnos en unas pequeñas sargentas de nosotras mismas.
Y de pronto, llega un día en el que nos preguntamos en qué momento dejamos de ser aquella persona que se dejaba llevar y estar abierta a hacer planes divertidos, para convertirse en otra que organiza sus días minuto a minuto llenándolos de obligaciones y compromisos.
Un ritmo de vida marcado por propias exigencias
Así que, aunque es cierto que el ritmo de la vida moderna nos somete a mucha presión, parte de este estrés que sentimos tiene que ver con las propias exigencias que nos marcamos y las cargas que asumimos como propias siendo en verdad tareas para repartir con otras personas.
Mi misión en este artículo es recordarte la importancia que tiene el introducir sensaciones placenteras en tu vida, y para ello, te voy a hablar de cómo la exigencia y el perfeccionismo matan el placer y de lo que nos pasa cuando reducimos el tiempo que dedicamos a sentir y disfrutar.
Además, para ayudarte a que el placer esté más presente en tu día a día, te voy a dar 3 tips muy valiosos para que los pongas en práctica desde ya, ¡vámonos!
En nuestra mente tenemos dos partes bien diferenciadas, a una la
vamos a llamar la gobernanta, y a la otra, la disfrutona. La primera es aquella que se encarga de que cumplamos todas nuestras obligaciones y deberes y la segunda está ligada al cuerpo, y por tanto, a las necesidades y sensaciones placenteras.
La gobernanta suele hablarnos así:
Tienes que tener la casa recogida, hay que ir siempre impecable, los juguetes deberían de estar siempre en su sitio, tienes que cuidar tu alimentación, tendrías que aprender a hablar bien en inglés, etc.
Recuerdo lo mal que me lo hizo pasar mi gobernanta interna los primeros meses de bebeloqui (mi bebé de ahora 2 años). Por aquel entonces me resultaba imposible incluso darme crema hidratante antes de salir de casa, porque él sólo lloraba y chillaba y sólo funcionaba el salir disparados a la calle. A veces, incluso me llevaba la crema en el bolso para dármela en el portal, pero no dejaba de tener la sensación de dejadez y desaliño. ¿Cómo no vas a arreglarte?- me decía esta parte- ¡te tienes que cuidar!
Por otro lado, está nuestra parte disfrutona:
Por otro lado está la disfrutona, que es la encargada de que tengamos bien cubiertas nuestras necesidades más básicas y está muy ligada al cuerpo y al placer. Cuando estamos conectadas con ella nos hablamos así:
Necesito descansar un poco, me apetece estar tranquila, voy a disfrutar este rato jugando con mis hijos, voy a comprar por internet el satisfyer , me voy a dar un baño relajante, ¡uy, hoy podíamos hacer una sesión de masajes en pareja en vez de ver la televisión…!
Mientras que las dos se lleven bien, ningún problema. El caso es que debido a las innumerables exigencias ligadas a la maternidad y a las propias de la vida moderna, es fácil que nuestra gobernanta coja el micrófono y nos hable todo el día sin parar: tienes que comprar esto, se ha acabado lo otro, acuérdate sin falta de hacer no sé qué, hay que limpiar aquello, organiza, prepara, etc.
Además, muchas veces no nos damos cuenta de que estamos asumiendo como propias y poniendo toda nuestra energía en realizar tareas relacionadas con nuestras criaturas, el espacio doméstico y la pareja y que para generar espacio libre para otras cosas, necesitamos que las obligaciones sean compartidas y asumidas de forma equitativa y justa. Así que como consecuencia de tantas cosas por hacer, nuestra disfrutona interna se va quedando callada y aburrida.
Si hay algo muy básico a tener en cuenta es que el tiempo es limitado y si ponemos toda nuestra energía en realizar tareas y obligaciones, nuestro cerebro muy probablemente se va a acostumbrar a trabajar en modo gobernanta, por lo que cuando queramos disfrutar de otros momentos, como el contacto con nuestra pareja, lo vamos a tener complicado.
¿Por qué? Pues porque casi seguro nuestra mente va a seguir repasando tareas pendientes y alejándose del momento presente.
¿Cómo vamos a estar de pronto conectadas con nuestro cuerpo si no nos hemos parado a sentir nada en todo el día?
Hasta corremos el riesgo de que actividades placenteras en sí mismas, como el contacto humano o el sexo, se conviertan en algo rutinario que no nos apetece.
Las mujeres hemos conquistado multitud de parcelas, y hoy en día,
además de desear ser buenas madres, queremos llegar a todo y hacerlo bien, pero sin soltar nada de lo que tiene que ver con el perfeccionismo y la exigencia en el ámbito doméstico y familiar. Estas son las vivencias que me relatan muchas mujeres:
- Siento mucha frustración en relación a la maternidad por no llegar a todo, por no tener la casa como a mí me gusta y por no cocinar comida sana.
- Lo que más me angustia es haber desaparecido debajo de este rol de mamá. Se pasan los días y ni me entero. No tengo ni un minuto.
- Hace tanto que no tengo tiempo para mí que ahora que me lo quiero plantear no sé ni en qué podría emplear ese tiempo.
- No puedo descansar ni un minuto entre niños, trabajo y casa.
- Me gustaría tener un poco de tiempo a la semana para mí, este ritmo de vida me hace infeliz.
- Estoy en tensión todo el día lo que me provoca contracturas y dolores de cabeza
- No puedo con todo, tengo 3 hijos… da igual cuánto tiempo invierta en recoger porque cuando he llegado a la otra punta de la casa vuelve a estar igual.
- Soy tan perfeccionista que con una bebé no puedo disfrutar del todo, quiero tenerlo todo ordenado siempre y quiero hacer muchas cosas a la vez lo que me genera estrés.
Llegar a todo y cumplir con las obligaciones y exigencias que nos marcamos puede provocar mucha frustración e infelicidad. Una forma de salir de este círculo vicioso y que nos puede ayudar a sobrellevar el día a día, es escuchando más a la parte que conecta con cómo nos sentimos, nuestras necesidades y deseos, así como luchar por un reparto equitativo de las obligaciones domésticas y propias de la crianza para no sobrecargarnos.
Porque cuando damos espacio para el disfrute y el placer en nuestra vida nos sentimos plenas, vivas y conectadas con la vida. Desde esas sensaciones llevar a cabo nuestras obligaciones resulta mucho más llevadero porque hay espacio para otras cosas más allá de cumplir tareas.
Los tres consejos para liberar tu carga mental
También nos conecta con la ternura, la sensualidad y el instinto,
tan necesarios para recuperar nuestra energía y vitalidad. Así que como al final de esto se trata, de vivir y sentirnos lo más satisfechas posible, te voy a dar 3 tips para introducir el placer en tu día a día:
- Pon el micrófono a tu disfrutona interna varias veces al día y pregúntate ¿cómo me siento? ¿qué es lo que más necesito? ¿qué me gustaría hacer hoy?Acuérdate de escucharla para que puedas llevar a cabo lo que te pide ;
- Contacta, no hay nada más potente para sentir, que el estar conectadas con otras personas. Mira a lo ojos de la persona que tengas en frente y piérdete en su mirada, no tengas prisa, enchufarse requiere su tiempo. Es posible que sea raro al principio, pero de pronto notarás que algo se enciende, que aparece un brillo especial en vuestra mirada, enhorabuena ¡habéis contactado! También puedes utilizar otras vías: toca más, abraza más, nota el contacto de la piel de la otra persona, pídele que te acaricie, que te masaje, ¡todo vale! Si al hacerlo ataca tu gobernanta interna y te dice que tienes que hacer algo sí o sí, te propongo que te hagas estas preguntas ¿soy la única persona que puede hacer eso? ¿qué pasaría si no lo hago? ¿con quién podría compartir esta tarea? y mejor aún, ¿en quién podría delegar esta responsabilidad? Responderlas te ayudará a ir descargando tu propia exigencia cuando ésta entre en conflicto con las necesidades que expresa tu disfrutona interna.
- Sé la actriz principal, aprovecha cualquier oportunidad para jugar, explorar, salirte del guión. Las criaturas nos lo ponen fácil y podemos contagiarnos de su fantasía y creatividad. Utiliza cualquier escena cotidiana (como ir al parque) para convertirte en protagonista de la escena en vez de observadora. Cuélgate, estírate, canta. Busca actividades para hacer con los peques, con tu pareja o con tus amigas, que conlleven el disfrute de hacer algo activo, algo que te llene y con lo que tú también disfrutes, no estás aquí sólo para hacer que otros disfruten. Tu felicidad y tu alegría es el mejor regalo que te puedes hacer a ti misma y también a tus hijos, a tu pareja y a tu entorno.
Así que no te dejes para el final y empieza ya a escuchar tanto a
tu disfrutona como a tu gobernanta y habrá mayor equilibrio y paz en tu vida, y sobre todo… ¡más placer!!
Y vosotras Malasmadres, ¿cuánto escucháis últimamente a vuestra parte disfrutona?
Hola..soy madre de una niña de 5 años,recientemente separada y viviendo en otro pais donde no tengo familia alguna, me resulta muy dificil poder conectar conmigo misma y continuamente me siento un robot tratando de complacer a todos. No tengo espacio para mi debido a que no te go con quien dejar a mi hija y la familia de mi ex es sumamente machista y tienen por concepto que la mujer debe hacerse cargo 100%de los hijos sin tener vida…como hago para no perderme??
Acabo de ser madre de mellizas y un hijo de 5 años…. y hace años q mi disfrutona ha salido de mi… la gobernanta lo acapara todo y no soy feliz con tantisimo bueno q tengo…. se me pasan los dias volando y me digo mañana hare esto o lo otro para disfrutar… pero llega mañana y lo dejo para pasado…al final siempre estoy de morros, enfadada y tristona…no llego a todo y no llego asimilar la vida tan estresante q tengo…. 🙁
Hola,
buen artículo, la verdad es que el ritmo de exigencia y laboral para compaginar con la vida familiar es muy duro. Como dices está bien darnos esos momentos para nosotros, también realizarlos en familia y disfrutar de la vida que se pasa muy rápido con los niños. Y si tenemos ayuda por parte de familiares, guarde, cole, etc. mejor que mejor para respirar un ratito.
Besos!
Anabel
Claro! Darnos momentos para nosotras al final repercute en disfrutar mucho más del tiempo en familia y estar más presentes y centradas tanto con las criaturas, como con la pareja y otras personas del entorno. Besos Anabel!
Buenos días. ¿Cómo arreglamos esto? Yo creo que tengo mi disfrutaba en marcha pero ese sentimiento de culpabilidad es imposible que se vaya. Hacemos muchas cosas con amigos, con la niña, etc. Salimos, bailamos, reímos, mi casa es una leonera pero prefiero tomarme algo con los amigos, pareja/peque que estar (los 2) limpiando en casa. No se si la sociedad/tradición ha calado tan profundamente en nosotras que, aunque disfrute y esté convencida que lo bueno de la vida es eso, vivirla! cuando llego a casa de esa fiesta, ratito con amigos, cena, etc y me meto en la cama, muchas veces me invade una sensación de haber hecho algo malo (tomarme una copa de más, no hacerle tanto caso a la niña porque estaba en una conversación interesantísima con mi amiga, etc), me entran nervios en el estómago y me hacen dormir mal y poco, con lo que acabo levantándome bien prontito (hoy que podía dormir) y recogiendo/limpiando lo que puedo…
Y me repito, relájate, no pasa nada, somos felices, la niña es feliz y está bien, pero nada. ¿Cómo arreglamos esto?
Gracias 😉
Hola Ju! Enhorabuena por toda la voz que le das a tu disfrutona interna, no es nada fácil. En relación a la culpa, es la parte que nos avisa de normas antiguas que estamos infringiendo. Para que esta vaya disminuyendo y suavizándose es importante trabajar un poco con ella porque hay que negociar nuevas normas. Puedes hacerlo tú misma o en un espacio terapéutico, porque si hay culpa es que hay dos partes enfrentadas dentro de ti que tienen que ir encontrando puntos intermedios. Gracias a ti por contarnos tu experiencia, un saludo!
Pues yo soy padre (de tres, ya adolescentes) y me he sentido plenamente identificado. Los últimos 10 años nos ha pasado “sin darnos cuenta” y es un poco triste, se va el tiempo de un modo que no somos conscientes, hasta que ya ha pasado. Tenemos que aprender todo@s a compartir más, esto no se enseña, se aprende, a base de ensayo-error, es difícil y la vida familiar y de pareja se puede resentir. Un poquito más de “carpe diem” ?.
Sí, Jordi, es verdad que el tiempo se va muy rápido, así que en cada fase y momento tenemos que introducir en la medida que se pueda la parte de disfrutar de la vida, conectar con otros y vivir el presente. Un saludo!