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¿Qué ha sido lo mejor del día?

¿Qué ha sido lo mejor del día?

  • ¿Qué ha sido lo mejor del día?
  • Y…
  • ¿Qué ha sido lo peor del día?

Así me gusta acabar el día con las buenashijas. Me da pena no recordar quién me dio este consejo hace 3 años porque desde entonces cada noche cuando está en la cama la buenahija1 le pregunto por estas dos cosas.

A veces hago el experimento. Si le pregunto por la tarde en cualquier momento:

  • ¿Qué tal el cole hoy?

Su respuesta suele ser rápida y breve con un “bien” o “muy bien”. A menos, por supuesto, que haya pasado algo muy muy importante como que la han elegido para salir en la obra de teatro o que ha tenido algún disgusto con alguna amiga o amigo en el patio del colegio.

Pero cuando por la noche, cuando estamos ya tranquilas, le pregunto por lo mejor y lo peor del día me cuenta muchísimas cosas y es maravilloso, aunque os advierto que se entusiasma tanto que a veces tengo que pedirle que se duerma porque me hace repaso de mil cosas que ha vivido y no hay manera de parar jaja.

La buenahija2 comienza a formar parte de esta rutina y con ella las risas están aseguradas porque suele ser monotemática y adorable. Lo mejor del día siempre es para ella que su hermana la ha visto en el patio y lo peor “nada, mamá”.

“Si no te hablas con ellos y te comunicas con ellos desde pequeños, no esperes poder hacerlo cuando sean adolescentes”, decía Rocío Ramos-Paul, más conocida como Supernanny el pasado 15 de noviembre en la charla que dio en la Malasmadres House con FEBE. Y esa frase lapidaria conectó rápidamente con mis noches de conversación a los pies de su cama.

Os confieso que hay noches que estoy tan agotada que me salto el cuento, pero esto no porque creo firmemente que este momento me acerca a ellas hoy y mañana. Generar ese ambiente de confianza me parece vital. Yo quiero estar a su lado en lo bueno y en lo malo. Y sé, por supuesto, que llegará un momento en el que me convertiré en su peor enemiga, en la pesada de turno y se rebelaran contra el mundo. Pero espero que ese ambiente de confianza nos ayude para que hasta en su rebeldía sean capaces de diferenciar aquello que sí tienen que contarnos, sean capaces de saber cuándo tienen que pedir ayuda y acercarse a mí y a su padre.

¿Con qué me quedo?

De la charla de Rocío sobre “cómo educar en el consumo responsable de alcohol cuando son mayores de edad y en el consumo cero cuando son menores”, me quedo con la necesidad de comunicación y estos mensajes principales que me voy a tatuar desde ya porque no solo sirven para este tema sino para todos con los que nos vamos a enfrentar en la dura época que llega:

  1. La importancia de educar en responsabilidad. Hacerles responsables de las consecuencias es fundamental para que tomen conciencia.
  2. Somos ejemplo. Y ellos van a ser nuestro reflejo por eso tenemos que cuidar mucho nuestras actitudes, aunque el cansancio a veces nos pueda. Y os lo dice alguien que siente que falla a diario, pero que se esfuerza por mejorar cada día también.
  3. Hay que negociar constantemente. Ellos quieres ser autónomos y nosotros poner normas. La negociación nos ayudará a crear acuerdos. Ahora es para que se coman toda la verdura, para que recojan su cuarto o para que se vistan solas y mañana será para asuntos de otra índole.
  4. No podemos olvidarnos de poner límites. Rocío nos decía que tiene que haber un mínimo invariable. Tres cosas que no vayamos a permitir bajo ningún concepto y otras negociables. Estas tres cosas irán variando con la edad, por supuesto.
  5. Los castigos no son elegidos sin más por nosotros como autoridad. “Tú has elegido no aceptar la negociación”, nos decía Rocío. “Si no cumples, sabes cuáles son las consecuencias y las tienes que asumir”.
  6. Nos comentaba también algo que parece evidente: “si prohibimos, lo hará”. Mejor argumentar y explicarlo con calma.

Y siempre, después de cada herramienta que nos explicaba, volvía a la importancia de “comunicarnos”, no aislarnos y vivir individualmente. En esta sociedad cada vez más impersonal, más tiempo de conversación, convivencia y compartir momentos con ellos.

Os dejo con ella. Espero que os ayude y que aunque cada una de nosotras tenga sus métodos, os inspire. Y atentas porque el año que viene Rocío nos ha prometido que volverá por la House a seguir enseñándonos sobre cómo educar con la campaña “Menores ni gota”, impulsada por FEBE.

Y vosotras Malasmadres, ¿qué pensáis?, ¿cómo lo hacéis con vuestros buenoshijos y buenashijas? Os esperamos en los comentarios.

Han comentado...

  1. Hola!
    Nosotros lo hacemos a mediodía dia cuando los cuatro estamos en la mesa y podemos coincidir. Que ha pasado hoy,?si han ido bien las clases, anecdotas, si hay deberes y como vamos a distribuir la tarde. El viernes o sábado siempre tenemos nuestra noche de nachos y peli. El mirar a mi alrededor y vernos así a los cuatro es lo que más me merece la pena del mundo. Sé que cuando crezcan esto se acabará o no! Mientras a disfrutarlo.

  2. En mi caso la rutina es contar la Rosa y la espina de cada una, que viene a ser lo mismo que contais. La espina de la mayor (casi 8 años) el otro día fue que no la dejé ir taconear con mis botas por casa, ojalá sean así todas sus espinas.
    Y todo pensando en que las pequeñas cosas de 8 y 6 años, serán cosas serias con 14

  3. Tengo 3 buen@shij@s, y con los mayores de 11 y 9 años siempre lo he hecho: hablar, preguntarles por su día, el cole, los amigos…. y puedo deciros que funciona. Ahora llegan del cole y ni les pregunto, me ponen la cabeza como un bombo contándome hasta el más mínimo detalle…ains. Espero que les llegue ese interés por compartir todo conmigo hasta la adolescencia!

  4. Comparto contigo totalmente ese habito, lo peor y lo mejor del día. Y además en este orden, lo mejor al final… los sueños son mucho más agradable si lo último que explicas de tu día es lo bueno. Que lógico verdad? Es un momento mágico, sobre todo cuando coincides con los peques en lo peor o lo mejor. Seguimos Malasmadres!!!

  5. Totalmente de acuerdo en que es básico fomentar la comunicación desde pequeños para que luego en la adolescencia se encuentren cómodos contándonos lo que les preocupa. Mis hijos tienen 17 y 15 años y me siento afortunada porque, aunque sea al día siguiente, nos hacen partícipes de sus preocupaciones e inquietudes. Y cuando han tenido algún problema, por ahora, han acudido a nosotros. Aunque muchas veces siento que no estoy a la altura y que en esta etapa consiguen sacar lo peor de mí, al final la confianza que nos tenemos pesa más que los pequeños grandes gritos que a veces (más de las que me gustaría) nos damos. A mi estas charlas nocturnas también me sirvieron para ver que algo no funcionaba bien y nos permitió detectar el bullying que sufría mi buena hija en el cole. Os animo a que empecéis cuanto antes. Es un esfuerzo cuya recompensa es la satisfacción de conocer a vuestros hij@s.

  6. ¡Hola malasmadres!
    Yo también le pregunto a mis hijos todos los días ¿qué ha sido lo más divertido del día? y si en el colegio me han contado que les ha pasado algo también pregunto por lo malo/triste del día (porque normalmente se alarga tanto la respuesta a la primera pregunta que no me da tiempo a hacer la segunda).
    Independiente de lo que haya sucedido siempre, siempre les digo ,antes de dormir, que estoy muy orgullosa de ellos. ¡Buen día! ?

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