Y por fin entramos en la famosa nueva normalidad, que como habéis podido observar de “normal” tiene poco: distanciamiento social, mascarillas y sin besos ni abrazos. ¿Serán capaces nuestros hijos de cumplir todo lo que se espera de ellos? Sin duda lo serán, pero no podemos obviar que ir en contra de su forma natural de relacionarse con el mundo no va a ser fácil.
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Comienza a haber estudios acerca de las consecuencias psicológicas del confinamiento en ellos a largo plazo, como por ejemplo el estudio EmCoVID19 (Emociones y Conducta durante la COVID-19) que se está llevando a cabo en el Área de Salud Mental del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona. Por cómo son las necesidades y las características de cada etapa de desarrollo podemos anticipar sin miedo a equivocarnos que un confinamiento y el cambio drástico en todas sus costumbres y necesidades no va a pasar desapercibido. En la infancia es muy importante tocar y manipular, así como los besos y los abrazos, tan fundamentales para tener un buen desarrollo emocional y afectivo.
Últimamente se habla mucho de que los niños se adaptan a todo, o incluso escuchamos que “no se enteran”. Sin duda su capacidad de adaptación es mayor que la nuestra, entre otras cosas porque viven mucho más en el presente que nosotros, pero tienen una capacidad limitada para gestionar sus emociones de una manera efectiva. Con lo que sí se enteran de todo y además no tienen recursos para afrontarlo. Ahí es donde entramos lo adultos, a facilitar esa integración emocional en nuestros hijos para tratar de minimizar los efectos secundarios de esta situación. ¿Qué podemos esperar? Rabietas, problemas de conducta a la hora de relacionarse con el entorno, baja tolerancia a la frustración, tristeza, miedo, dificultades de adaptación, etc.
¿Cómo podemos ayudarles?
- Cuéntale en qué momento estamos, qué es eso de la nueva normalidad, y ofrece un espacio en el que puedan preguntar sus dudas. A todos nos da seguridad conocer los límites y lo que podemos o no podemos hacer. Cómo debemos actuar cuando nos encontremos a alguien conocido por la calle, cuándo podemos ir sin mascarilla y a qué nos referimos con distancia social. Este último será el reto más importante, ya que va totalmente en contra de su instinto natural a la hora de relacionarse con el entorno.
- Empatiza: sienta lo que sienta, valídalo. Todas las emociones son importantes y aparecen para contarnos algo. Miedo, frustración, ira y tristeza pueden ser algunas de las más frecuentes. Mediante el juego y el dibujo podemos sentarnos con ellos para tratar de ayudarles a exteriorizar aquello que no saben expresar.
- Transmíteles positividad y pon el foco en lo que podemos hacer. Hemos avanzado mucho, hay muchas cosas que sí que están permitidas y recordárselas les ayudará a no caer en la negatividad.
- Sobredosis de besos y abrazos en casa. Dentro de la unidad familiar no hay límites. Pues vamos a aprovecharlo más que nunca. Cualquier momento es bueno para una sesión de cosquillas, o una maratón de besos y abrazos entre nosotros. Compensar la falta de éstos fuera de casa sin duda será la mejor de las medicinas.
- Ocuparnos sin preocuparnos. Vamos a ir gestionando etapa por etapa, no podemos resolver cosas que aún no están sucediendo. Este “vivir en el presente” es un grandísimo ejemplo para ellos, comprender que lo único que podemos gestionar sucede aquí y ahora.
- Enséñale juegos compatibles con la distancia social: el pañuelo, el escondite, juegos de mesa o el juego de las películas. ¡Imaginación al poder!
- Flexibiliza rutinas: El curso ha terminado (increíble pero cierto). Aunque haya sido un tercer trimestre atípico, se acabaron las clases online y necesitan descansar. Empecemos con otro tipo de rutinas y aprovechemos que, de momento, nadie nos ha quitado el verano.
¿Y qué pasará con la vuelta al colegio?
Todas estamos pendientes de las medidas que se tomarán en septiembre. Hace unas semanas, la psicóloga Beatriz Cazurro inició un movimiento en redes bajo los hashtags #asinopuedenvolver y #susnecesidadesimportan alertando de las consecuencias psicológicas que puede tener para los niños el tomar las estrictas medidas de distanciamiento social que se estaban planteando. No podemos obviar que nuestros hijos volverán de estar seis meses pegados a sus padres y sin relacionarse a diario con otros niños en muchos casos y se enfrentarán a una vuelta al cole muy diferente de cómo lo dejaron en marzo. Están sometidos a un alto nivel de estrés, y no debemos mirar hacia otro lado pensando que todo se resolverá solo por arte de magia. Observad a vuestros hijos atentamente y pensad qué necesitan de vosotros, acompañarlos en este proceso desde cerca es lo mejor que podemos hacer por ellos.
¡Feliz verano Malasmadres!
Y vosotras, ¿qué pensáis Malasmadres?