A veces pienso que si el buenpadre hubiera sabido con 22 años (edad con la que nos conocimos) lo que le esperaba no me hubiera invitado a ese licor 43 con piña (con Chayanne de fondo) que fue el inicio de nuestra relación que cumple en agosto 13 años.
Después de un par de años en la distancia, él en #tierrasanta y yo en la capital del estrés y las oportunidades, el buenpadre se vino a Madrid y comenzamos a vivir juntos. “Lo compré” con todos los accesorios y todas las funcionalidades activas, en su versión avanzada. “Bien enseñado” (como diría mi santa abuela) por la buenasuegra, mujer y madre que educó a sus dos hijos (chico y chica) en igualdad de oportunidades y también de obligaciones, el buenpadre desembarcó en la ciudad con la ilusión y las ganas de un futuro juntos.
Desde un primer momento compartimos tareas en casa. Aunque para él la casa siempre estaba limpia, cada uno se apropió de unas tareas. Él odiaba planchar y limpiar. Yo odiaba cocinar e ir al súper. Lo teníamos todo controlado. O eso creíamos… hasta que nos dejamos llevar por lo que tocaba y nos casamos, nos compramos una casa en Truman y decidimos ser padres. Un nuevo habitante llegó a romper nuestra armonía, nuestra paz interior y nuestro pacto no sellado de tareas compartidas. Entraban en juego nuevas tareas, nuevas responsabilidades que nos desbordaron en el peor momento de mi carrera profesional. Cargo de responsabilidad, grandes proyectos, un departamento creativo y metas por cumplir. Miedo a renunciar, a demostrar que no podía.
Arrastraba mi culpa pesada por la oficina, por la calle y por mis sueños hasta llegar a casa y respirar cuando por fin podía dedicarme a mi familia, me secaba las lágrimas y ejercía mi papel de madre. Durante dos años el buenpadre concilió mucho más que yo. Salía del trabajo si la buenahija1 se ponía malita en la guarde, había que llevarla al médico o surgía un imprevisto. Por cercanía, por flexibilidad y por circunstancias él llevó el peso de la familia mientras yo me iba convirtiendo en la peor versión de mí misma: malamadre, malacreativa y malaesposa, eran las condenas que me tocaba cumplir por seguir luchando en un ambiente desmotivador.
En ese tiempo la balanza estaba demasiado desequilibrada, no éramos un equipo de verdad, no éramos compañeros, se había esfumado el pacto no hablado de formar una familia juntos, de luchar por un proyecto común y de construir un futuro mejor. Así que tocaba pararse, decir no para continuar.
Ahora puedo decir que los dos conciliamos y a la vez no conciliamos. A veces hay épocas que uno necesita más del otro y viceversa. Esto es fundamental para no sentir que la carga la tienes sobre tus espaldas, que puedes compartir la maternidad, las tareas domésticas, las responsabilidades, sin renunciar, apoyándonos mutuamente para permitir crecer al otro.
Al buenpadre le ha tocado vivir una generación distinta, donde cambian los roles y se apuesta por una sociedad más igualitaria, alejada de la generación anterior, en la que no se cuestionaba el papel de la mujer en el mundo laboral, simplemente porque no teníamos papel alguno. Se daba por hecho que la cabeza profesional eran ellos y la cabeza familiar nosotras. El problema es que de puertas para afuera no tenemos control y la desigualdad sigue patente con la brecha salarial, la desigualdad en puestos directivos, el abandono de muchas y un techo de cristal insalvable.
Desde que soy malamadre, he aprendido a decir “no” con mucha más seguridad, desde que soy malamadre he aprendido a organizarme y a priorizar mejor, desde que soy malamadre he descubierto la importancia de conciliar y desde que soy malamadre me he dado cuenta del valor que tiene encontrar un compañero de viaje para este camino, para esta lucha, para este momento. El futuro ya se verá.
Por eso, cuando esté dando una charla a las 7 de la tarde, una clase un sábado por la mañana o tenga un viaje de trabajo, no me preguntes “¿cómo lo haces?” porque a él nunca se lo preguntarías. Simplemente recuerda la importancia de la palabra equipo.
¡ATENTAS!
El próximo viernes celebramos en la #MalasmadresHouse el Primer Encuentro #yonorenuncio para celebrar el aniversario del proyecto. Como muchas no estaréis, también vamos a celebrarlo en el blog con un post resumen y el inicio de los próximos pasos para este nuevo año de lucha. En él os pediremos que contestéis a una pregunta.
¡Esperamos vuestra ayuda!
Mil gracias por estar ahí y hacer posible esta lucha.
#yonorenuncio #yoconcilio
Hola Laura. Me encanta leer el blog, siempre. Me siento TAN identificada como malamadre que no puedo dejar de leerlos. Me sacas una sonrisa siempre!! O unas lágrimas…
Mi caso sólo se parece un poco. Llevo con mi marido unos 8 años y tenemos un peque de 4 años y una de 16 meses, pero en mi caso el primer embarazo vino sin aviso. Me descolocó. No era un buen momento personal, por temas que sentía pendientes aún, no era mi momento de ser mamá…simplemente. Decidimos continuar con el embarazo, pero con el nacimiento del buenhijo caí y caí…y así me tiré todo un primer año…muy difícil…en el que el buenpadre me sostuvo, caminó de mi mano, se encargó de todo: de mi, del niño, de noche, de día…hasta que remonté. Se me juntó el bloqueo personal con el emocional, el cambio de vida, vamos un mundo!!! Hoy puedo echar la vista atrás y hablarlo tranquilamente, o casi, porque ahora me culpo de no haber atentido a mi chiquitín como hubiera debido.
Total, estabilizada ya, y convencida, le propuse ser bipadres: era entonces o nunca. Así fue como llegó la buenahija, con la que disfruté el embarazo, la lactancia (inclusive con todos sus inconvenietes, pero fuí capaz de vivirlo de otra manera). Pero al contrario de lo que pasó con el buenhijo, en el transcurso de estos últimos años, la carga de trabajo de mi marido ha ido creciendo exponencialmente y con la llegada de la buenahija no conciliamos, nada!! Últimamente mucho termina recayendo en mi, y hay días que se me hacen duros. En los que ninguno de los dos disponemos de tiempo para nosotros, ni mucho menos en pareja. Ahora seré yo la que tenga que sostener un poco más; pero sin querer a veces caigo en la frustración de este cuento chino de la “mujer liberada y la maternidad idílica”. Aún así, si no fuera por su apoyo incondicional, su entrega y su gran capacidad de creer en nosotros esto sería muy difícil. ¡¡¡Por esos buenospadres que tanto nos equilibran!!!
Gracias Laura, y todas las demás malasmadres, por la lucha por la conciliación real!!!
Besos
Me siento muy identificada yo también! 15 años como pareja, 6 casados y 3 buenoshijos juntos. El buenpadre ayuda como el que mas, hace la compra, pone lavadoras, tiende y recoge todo el desorden propio de una casa así. Pero sobre todo le quiero porque siempre intenta que me supere a mi misma, que el mundo entero sepa lo que el dice que valgo y que lo reconozcan mis jefes. Siempre me apoya para que reclame lo que dice que me corresponde. Y la verdad es que hacerle caso no me ha venido nada mal: después de mi última baja maternal he vuelto a mi trabajo y me he encontrado con que me promocionaban y me hacían jefa. Así que creo que tener una pareja qe crea en ti y te ayude a crecer profesionalmente no tiene precio.
Por cierto, el video fabuloso!
Un beso.
Ay qué pena no poder ir!! Con las ganas que tengo pero por la mañana me resulta imposible. Por favor, el lunes super post resumen que esperaré como agua de mayo. Ya sabéis que, aunque en la distancia, los Toca Tacón tampoco renunciamos!! Pasadlo pirata!! Abrazos gordos!!
Madre mía Laura!! En julio cumpliré 13 años de relación con mi marido, mis dos buenas hijas de 1 y 4 años son mi vida y yo soy madrileña viviendo en tu tierra Santa, jeje.
En nuestro caso, también porque era la mejor opción, el buen padre pidió una reducción de jornada cuando nació la peque y es él quien pasa las tardes con ellas… El también cocina y compra; y las ropas es cosa mía…
Un besazo y espero ansiosa los “deberes” para este año. El viernes estaré pendiente…
Pasadlo genial!!!
Cada vez que te leo me asombro más y más de cuantas cosas tenemos en común. Llevo 13 años con mi marido. Tengo una buenahija de 4 años y otra que dentro de poco cumple 11 meses. Mi marido y yo nos organizábamos genial, igual que tu con el tuyo, yo lavar y planchar y el cocinar y comprar…y como dices vino primero una pequeña cosita y luego otra y pasamos por etapas diferentes. Ahora estamos en una en la que el peso de la casa, niñas, …está sobre mi…espero recibir de el la misma fortaleza cuando me toque a mí estar un poco “plof”. Pero desde luego, tener un compañero de viaje al lado al que amas es otra de las cosas más maravillosas de la vida, además de ser malamadre. Gracias por todas las veces que me haces sentirme identificada contigo.
Buenas noches Carmen,
Gracias por contarnos tu propia experiencia, la verdad es que lo ideal sería eso un reparto de tareas, un equipo como bien dices que tienes también.
Un abrazo enorme.