Típica conversación en terapia con una madre:
- M. Le tengo castigado con todo lo que existe.
- P. ¿Durante cuánto tiempo?
- M. ¿Por lo que ha hecho? El resto de su vida.
- P. ¿Y qué tal va?
- M. Agotada. Mi hijo es inmune al castigo.
Los psicólogos invertimos bastante tiempo de nuestro aprendizaje académico en entender el funcionamiento de los castigos y en saber cómo ponerlos en marcha dentro de una problemática familiar determinada. A priori parece un asunto fácil, ¿quién no sabe que es un castigo? Pero os puedo asegurar que saber poner un buen castigo, efectivo, útil y proporcionado, roza la categoría de arte.
Sé que hay voces, últimamente, en contra de ellos. Creo que es así porque en ocasiones se tiene una idea equivocada de lo que es un castigo y, por otro lado, se aplica sin saber que se está aplicando. El castigo es una consecuencia imprescindible que hay que usar en determinadas situaciones para que los niños sepan qué límites tiene su conducta y para, por lo tanto, ser capaces de vivir en sociedad. Pocas cosas hay más importantes que esa. Pero no es algo que le pase solo a los niños. En el día a día nos castigan (y premian) constantemente a nosotros, los adultos. Quizá no lo vivamos o nombremos así, como castigo, o ni siquiera nos hayamos fijado y analizado esas situaciones, pero esas situaciones nos ayudan a movernos en el mundo, a conocer sus límites y normas. No hace falta ponerse trágicas. Sé que muchas de vosotras estáis imaginando determinadas escenas, quitáoslas de la cabeza. Ya.
¿Qué es un castigo?
Es lo primero que habría que aclarar. De hecho no saber a qué nos referimos exactamente cuando hablamos de castigo es uno de los problemas que afectan a su posterior eficacia. Atentas que ahí va la definición a nivel psicológico: es un acontecimiento que ocurre tras una conducta y que reduce o elimina la probabilidad de aparición en el futuro de esa conducta. Gracias a esta definición debería ser fácil saber si estamos castigando o siendo castigados. Si aplicamos un castigo y la conducta no se elimina o se reduce… estamos haciendo otra cosa pero castigar lo que se dice castigar, no. Os voy a poner un par de ejemplos de cómo nos castigan a los adultos en el día a día, así nos situamos. La mecánica es la misma que en los niños.
Por ejemplo, si quedamos con un grupo de amigos para ir al teatro y llegamos media hora tarde. ¿Qué ocurre? Que nos encontramos con las puertas del teatro cerradas, ese sería el castigo, impedirnos ver la obra. La próxima vez seremos más cuidadosos con la hora, que para eso hemos pagado 20€, que la cultura está muy cara. En este caso se castiga, para intentar eliminarla, la conducta de llegar tarde al teatro y, por lo tanto, entrar en la sala a destiempo, molestar a los espectadores y al elenco de actores.
Otro ejemplo de adultos. Nos envalentonamos un día y se nos ocurre comentarle a nuestra pareja que el próximo fin de semana, si eso, mejor que vaya él solo a ver a su madre, que no nos apetece invertir otro sábado comiendo una paella horrible en presencia de esa bruja. Entonces comienza una bronca monumental. Tras soportarla, ese sábado, no solo vamos a casa de la suegra sino que traemos también un tupper de paella bien lleno. ¿Qué ha pasado? La bronca funciona como castigo y la conducta que quiere, en este caso, nuestra pareja eliminar o reducir es la de quedarnos en casa o realizar cualquier actividad que no sea ir a ver su querida madre. Así se regula nuestra conducta en el día a día, de manera constante. Con dos tipos de castigos básicos:
- Negativo: es el castigo clásico. La puerta del teatro cerrada es el castigo. Se elimina algo agradable que es entrar a ver la obra ya pagada, de ahí el término negativo. Se castiga, en este ejemplo, llegar tarde al teatro. En sucesivas ocasiones llegar pronto será una buena opción si no queremos correr el riesgo de que se nos vuelva a castigar.
- Positivo: la bronca monumental de la pareja. Lo de positivo viene de añadir algo. Se castiga quedarse en casa, realizar cualquier actividad que no sea ir a ver a la suegra. La próxima vez nos pensaremos dos veces si protestamos o no porque nos puede caer una bien gorda.
El castigo tiene muy mala fama, porque la mayoría de las personas creen que funcionar con castigos crea mal clima entre las personas, pero no tiene por qué ser así. Los castigos que se ponen de manera injustificada e impulsa sí crean mal ambiente además de rencores, rencillas e incomprensión. Los que están planificados y responden a una necesidad educativa no.
Hablemos de los niños
Los niños van interiorizando los castigos que tienen sentido, los que son útiles para ellos y que los padres suministran de manera sistemática y razonada. El objetivo de poner en marcha castigos (y premios) es lograr instaurar, en el proceso de crianza, unos hábitos buenos en los niños. Hábitos que sean útiles, un repertorio de conducta que les haga eficaces, autónomos e independientes. Una forma de funcionar que les asegure el autocuidado y la autoprotección. Vamos, llevar una vida que les ayude a conseguir sus objetivos, relacionarse en sociedad y cuidar de ellos mismos. Fijaos qué importantes son.
Pero… ¿qué características tiene que tener un castigo para que funcione?
Los castigos deben ser:
1. Planificados
Si hay un comportamiento que queremos cambiar en un niño es porque hemos visto que se repite en el tiempo y le causa o puede causar problemas. Por lo tanto podemos pronosticar cuando, más o menos, va a ocurrir y pensar de antemano un castigo a aplicar. Así no nos pillará por sorpresa y evitaremos castigarle, en el pico de nuestro enfado en ese momento, con absolutamente todo lo que se nos ocurra que le pueda gustar en la vida. Es un requisito imprescindible para aplicar buenos castigos. Por ejemplo, si queremos castigar que remolonee por las tardes y no termine de hacer los deberes y estudie antes de la hora de cenar, se le puede quitar ese rato que tenía de ver la televisión, antes de irse a la cama, hasta que termine las tareas escolares.
2. Alternar castigos con premios
Los castigos no crean hábitos buenos, solo hacen desaparecer los que son perjudiciales. Es necesario que se refuercen las conductas que queremos instaurar o fomentar para que pasen a formar parte del nuevo repertorio de aprendizajes. Premiar, por ejemplo, que termine los deberes en un tiempo prefijado combinándolo con castigos si no lo hace. Los castigos por sí solos no funcionan sino alentamos, a través de elogios o pequeños regalos materiales u actividades, lo que queramos que aprenda. Hay que combinar ambos siempre.
3. Avisados
Siempre hay que avisar al niño de las nuevas normas que se van a poner en marcha y el motivo por el que se establecen. También explicarles qué ocurrirá si se incumplen esas normas. Hay que intentar involucrarles lo máximo en la nueva dinámica con la realización de cartulinas, dibujos o cualquier representación, por ejemplo marionetas, que les ayude a comprender la nueva situación y a anticipar los castigos.
4. Efectivos
Esta característica es central para que un castigo funcione. Es la fuerza del castigo, la importancia que el niño le da a lo que elegimos como castigo. Muchas veces los castigos no funcionan porque se elige algo que le es indiferente o no es importante para él. El castigo tiene que, o bien ser una retirada de algo que les guste mucho y no quieran perder, que estaríamos entonces en el caso del castigo negativo. Por ejemplo castigar sin tableta o sin ver la televisión, sin salir con los amigos o con no ir al cine. O, por el contrario, añadir una tarea, algo que no le guste hacer como, por ejemplo: limpiar toda su habitación, barrer la casa o ir a comprar esa cosa que ha roto con el dinero ahorrado de su paguilla semanal. Estaríamos aplicando el castigo positivo, en este caso.
5. Proporcionados
No funciona castigar a un niño sin televisión hasta la entrada del próximo milenio. El problema de castigos largos y desproporcionados es que se suelen poner cuando los adultos están en una situación de enfado o hartazgo importante y por lo tanto, cuando el enfado se pasa, el castigo se levanta. Esto puede evitarse estableciendo normas y castigos claros y avisados ante la situación que se desee cambiar, antes de que se repita. Es decir planificar los castigos para que no sea el enfado el que castigue por nosotros.
6. Breves en el tiempo
Tiene que ver con la característica anterior. Cada conducta que queramos cambiar es un mundo pero, si el castigo elegido es lo suficientemente efectivo, lo más probable es que con un día de castigo sea suficiente. Al día siguiente tendrá una nueva oportunidad de comportarse de otra manera y así evitar el castigo.
7. Sin castigar a los demás
En la medida de lo posible los castigos deben afectar solo a niño al que queremos cambiar; ni a otros hermanos ni al resto de la familia. Si por castigar a un hijo toda la familia se queda en casa sin salir el fin de semana entero, porque se cancelan los planes que iban a hacer todos juntos, podemos tener otro problema: que el castigo genere mal ambiente e incomprensión y no se mantenga por no verle sentido a que toda la familia este castigada por algo que solo ha hecho un miembro.
8. Sin castigar emocionalmente
Nunca se castiga con el afecto. Jamás. Eso significa que el castigo, en sí mismo, es el que tiene que cambiar la conducta del niño, sin dañar de ninguna manera la relación con gritos, insultos, gritos, reproches o dejando de hablarle durante un tiempo. La frase “ojala no te hubiera tenido” mejor mantenerla dentro del pensamiento, si se nos pasa por la cabeza. Sí que se puede mostrar malestar o enfado al niño en determinadas circunstancias pero siempre de manera controlada y explicándole el motivo de nuestra expresión emocional.
9. Sistemáticos
Un castigo tiene como objetivo eliminar un hábito perjudicial para el niño y, para que se elimine y se consiga crear un hábito nuevo, el castigo debe ser sistemático. Vamos que hay que ponerlo en marcha todos los días. No vale un día sí y otro no porque estemos cansados o con ganas de no tener una pelea con ellos. Por ejemplo, si le tenemos castigado con no ver la televisión, hasta que no haga los deberes y estudie, la televisión no puede encenderse hasta que eso no ocurre. Y así todas las tardes hasta que se instaura el buen hábito de acabar las tareas escolares.
10. Inmediatos
Para que puedan relacionar el castigo con la conducta a eliminar. Cuanto más pequeño en el niño más necesario es que el castigo sea inmediato.
Para terminar…
Los castigos, que tienen que ser pocos y bien elegidos, es mejor que sean naturales, sencillos, del día a día. No hace falta castigar con grandes cosas. Es importante saber que no podemos pretender que los niños entiendan el sentido de los castigos cuando son pequeños. Se van a revolver contra ellos porque les guía el deseo y el deseo demanda ser satisfecho de inmediato. Hay que hablar con ellos y explicarles las cosas, pero hay situaciones que no podemos pretender que cambien hablando con ellos solamente. Si los castigos tienen sentido y son útiles para ellos los interiorizaran sin problema, pero hay que darles tiempo.
Uno de los obstáculos contra los que hay que luchar a la hora de intentar instaurar unos buenos hábitos a través de castigos (y premios) es la intermitencia en su puesta en marcha. Es decir, aplicar los castigos solo cuando estamos en un estado emocional que nos lo facilite. Es nuestra responsabilidad ir creando en ellos unos hábitos buenos en todas las áreas de su vida de acuerdo con una serie de valores individuales y el castigo es una herramienta para conseguirlo. Mucho cuidado con levantar castigos que ya están puestos. ¡Se dan cuenta de que nuestra palabra no vale nada y perdemos autoridad sobre ellos!
Y por último, comentaros algo sobre el concepto de autoridad, otro término muchas veces mal entendido y que también se vive negativamente, íntimamente ligado a la idea de castigo. Llamamos autoridad a la capacidad que tienen los adultos para poner en marcha premios y castigos. Y su capacidad para saber cómo hacerlo en cada situación. La figura de autoridad, de ser un referente en la vida de un niño, es esencial que exista en la niñez para un buen funcionamiento psicológico infantil. Los niños necesitan saber qué normas rigen el mundo y alguien que les ayude a que las cumplan aunque muchas veces no les guste o no las entiendan. Os aseguro que la sensación de protección y afecto que puede sentir un niño con unos padres que se “molestan” en hacer bien este trabajo es enorme, aunque al principio pueda no parecerlo.
Y vosotras Malasmadres, ¿qué tal lleváis el instaurar hábitos buenos en los buenoshijos?, ¿utilizáis los castigos en los términos que propone Maribel? Os esperamos con vuestras opiniones en los comentarios.
Creo que la disciplina tiene grados: Enseñar- repetir las enseñanzas- corregir- repetir las correcciones- reprender- repetir las reprensiones- imponer castigos no físicos- imponer castigos físicos (ej.: sentadillas, saltos, lagartijas)- dar azotes. Cada paso posterior, cuando el anterior no haya dado resultados. Aparte, alguien dijo que para la educación en general y la disciplina en particular, debe haber: paciencia, consejos y juegos; suavidad y firmeza; cariño y rigor; dulzura, comprensión y azotes.
Me ayudado mucho el leer este guion, ya que tengo un hijo de 13 años , y me cuesta mucho como hacer, para que su conducta en el instituto cambien. Yo actuaba con gritos y muy nerviosa, y al leer este articulo me esta ayudando mucho, para saber como actuar y como castigar, ya que me llamaron el otro dia por telefono para ponerle un parte. Porque no tiene interes en las classes y no gasta ni material, lo que hice gracias a este articulo es castigarle con lo que mas le gusta su telefonon y madremia el cambio a sido muy positivo, entonces ahora si actua bien en classe y hace sus tareas y la habitacion ya que si hace sus tareas y deber se le deja el movil 2 horas al dia y todo va de momento genial espero que siga igual de bien un saludo .
Son tantas las evidencias científicas a día de hoy sobre las consecuencias perjudiciales de los castigos que me parece una total irresponsabilidad publicar un artículo como este en una plataforma de tal nivel de difusión como esta web.
Hay muchas más formas de enseñar los límites a niños y niñas, sin necesidad de utilizar la humillación, la vergüenza o los enlaces inconexos entre acciones y consecuencias. La disciplina positiva, por ejemplo, es muestra de ello.
Flaco favor a la infancia. Suficientemente “castigada” ya por la nula atención que recibe en general.
Buenas, me parece interesante el tema de los cástigos, soy de las que la castigaban de por vida pero se lo levantaban a la de dos, asi que me pase la vida castigada pero sin ningún efecto.
A mi vez ahora tengo una niña de tres años en plena ebullición y hay momentos en los que hace cosas que nos gustaría corregir y el hablar y repetirselo por ahora no funcionan, asi que nos hemos planteado en castigarla a su habitación por un momento claro está, sólo un corto tiempo para que se de cuenta, de que cuando le pedimos que recoja sus juguetes y se enfada y tira cosas y le intentamos explicar a su altura, se enfada todavía más y te pega, no es admisible de ninguna manera, seguidamente también consolarle la rabieta y explicarselo otra vez. Otras veces recoge sin problema, según le de..
Crees que este tipo de castigo puede ser efectivo en niños tan pequeños o por el contrario no son capaces de comprenderlo todavia. Gracias por tu respuesta
Genial el artículo, me ha gustado mucho.
Pero y que se hace con una niña de tres años y medio que se niega a vestirse por sistema? Lleva una semana imposible, todo es pegarme y vestirla a la fuerza para llevarla al cole, que ha habido días que ha ido en pijama… pero todo le da igual! Yclaro, su hermana gemela y el mayor (8años) se fastidian por su culpa… estoy perdida, ya no se me ocurre nada. No quiere abrazos ni mimos, y no soy de azotes tampoco, me duelen más a mí… y mi estado de tristeza por su comportamiento le da igual! Puedes darme alguna idea?
Gracias!
La verdad es que es súper interesante el artículo. Aunque si os tengo que decir la verdad… lo de la suegra… yo soy de las de 《no voy porque no me da la gana》 y es que mi suegra vive justo debajo de mi casa… solo tengo que bajar 10 escalones de mi terraza… pero vamos, discusión con mi marido ninguna. Ya me basta con tener que escucharla con sus consejos de m*** gratuitos sobre cómo criar a un hijo, y desde el momento en que dijo 《hacerte tantas ecografías debe ser malo para el bebé》desconecto mi mente, lo pongo en modo happy-flower y hago que la escucho pero si me preguntan qué ha dicho, ni pajolera idea. Es lo que pasa cuando tienes una suegra que se cree que es de la NASA y no hace más que tocarte las narices.
En cuanto al resto, lo tendré muy presente. Mi niño va a cumplir 5 mesecitos en unos días y sé… que va a ser MUY guerrero (los tiene muy bien puestos). Así que toda la info que sirva para ayudar a reconducirlos hacia el buen camino, bienvenida será.
Y después de este tostonazo… no os conocía malasmadres pero ahora ya os tengo bien fichaditas 😉
Un poco desafortunado el artículo…Hay otra forma de educar con disciplina positiva y no chantajes, premios y castigos. El ejemplo de la suegra bruja flaco favor le hace a la lucha feminista…
Hola, Lorena.
Gracias por tu comentario.
Los premios y los castigos son procesos que influyen en todo el mundo, todo el tiempo. Muchas veces ni siquiera somos conscientes de ellos pero continuamente los demás o los eventos de la vida hacen que algunas conductas nuestras se eliminen y otras perduren o aumenten en el tiempo. Es una forma de interacción inevitable entre los seres humanos. Son principios de aprendizaje que existen y que obviarlos hace que se pierda una parte esencial para comprender la realidad. Mientras hablamos con una amiga podemos percibir que, cuando nos centramos en tema determinado, nos mira menos a los ojos y se mueve levemente inquieta en el asiento. Como resultado de ese comportamiento que vemos, de manera consciente o no, podemos abandonar ese tema porque interpretamos que la persona que tenemos delante ha perdido atención sobre lo que estamos contando. Esta situación, en la que abandonamos un tema y elegimos hablar de otro, es un proceso de castigo. Y hay millones de ejemplos más en la vida diaria de cada persona. Vuelvo siempre a la definición de castigo: lo que ocurre después de una conducta y hace que se elimine o disminuya su probabilidad de aparición. En eso nos tenemos que fijar y veremos que ocurre constantemente. Ser consciente del funcionamiento de esos procesos es muy útil a la hora de llevar a cabo la crianza. Y es un recurso entre muchos más como los premios, el diálogo, la guía, el modelado y otros que no tienen que ver con el castigo pero que nos necesarios, útiles y que ocurren aunque no nos demos cuenta de que están ocurriendo. No denostemos el castigo porque nos suele mal ya que es parte esencial de la realidad, nos guste o no. En cuanto a que mi ejemplo sobre la suegra hace flaco favor a la lucha feminista…no entiende que relación tienen ambos temas. Si puedes, por favor, acláramelo.
Gracias.
Saludos.
Gracias por tu respuesta Marisa. Gracias por cuidar infancia, por hacernos pensar y repensar en muchos planteamientos y mochilas que tenemos interiorizados. Seguiremos sembrando… pico y pala
Lucia, Raquel R. y algunas contertulias más:
No os molestéis, lo digo de buen rollo, además de que el debate es interesante, pero me recordáis a Monsieur Jourdain, el personaje de El burgués gentilhombre de Molière que estuvo hablando en prosa durante 40 años sin saberlo.
De la misma manera, si no se deja al niño ver la TV hasta que no acabe los deberes, se le está castigando aunque no se sepa que se está haciendo. El problema, y lo dije en otro mensaje anterior, no está en el debate nominalista. Lo que importa no son las palabras, sino los hechos. Si un padre priva a su hijo de algo que espera con anhelo porque no ha terminado los deberes le está castigando. Y ello independientemente que con el máximo afecto le explique que no va a ver la tele porque no ha terminado con la obligación de hacer los deberes y se echa el tiempo encima para cenar. No le debe decir, como alguna contertulia ha sugerido antes, que no va a ver la tele porque ya no queda tiempo antes de cenar, sino que no va a ver la tele porque no ha hecho los deberes cuando tenía que hacerlos. Con el máximo afecto y si hace falta quedándose con él para ayudarle, pero el niño tiene que tener claro cuál es el problema, cuál es el error que ha cometido. Para que no vuelva a ocurrir. Y habrá que hacerlo muchas veces, y explicárselo continuamente y con todo el afecto del mundo, porque el aprendizaje de la vida no es fácil, ni para el que aprende ni para el que enseña.
Si tú no explicas a tu hijo la realidad y actúas en consonancia con los mecanismos de causa-efecto, no aprenderá porque no modificará su conducta. De hecho, lo más probable es que toda su vida se vea envuelto en conflictos que no entenderá porque cuando era niño no se le ha mostrado de manera coherente y en su vida cotidiana la relación causa-efecto. Si no haces lo deberes a tiempo, no ves la tele. Porque lo importante es que el niño aprenda que, aunque sea una pesadez, tiene que hacer los deberes. Y bien y todos los días.
Este debate me recuerda, por otra parte, a uno que se libró en el ámbito de la enseñanza hace tiempo, sobre la utilización de la memoria. Algunos educadores sostenían que había que prescindir de la memoria y explicar a los niños las cosas hasta que, por impregnación o algo así, las entendían. El problema surgió cuando se preguntó a esos educadores cómo se podía explicar a un niño para que lo aprendiera sin recurrir a la memoria que la capital del Reino Unido es Londres y que por esa ciudad pasa el río Támesis. Silencio absoluto hasta que a un iluminado se le ocurrió responder que mediante cancioncillas. Sí, añadió muy seguro de sí mismo: le enseñas una canción y ya está.
Claro, para aprender una canción no se utiliza la memoria, sino un toque de varita mágica.
Saludos y enhorabuena por el debate.
¿Y qué pasará en el futuro Maribel cuando los niños y niñas han sido castigados para modificar su conducta? ¿Qué habilidades socio emocionales aprende un chiquillo cuando su decisión se ve mediada por el miedo o la culpa que suscita un castigo? ¿De quién dependerá en el futuro su voluntad, su inciativa, su decisión? ¿De otros que controlen, que corrijan? ¿Dónde queda el lector de vida que es el adulto, dónde la comprensión, la orientación y la guía? ¿Dónde están las alternativas adecuadas para resolver problemas de manera efectiva y respetuosa? ¿Qué herramientas posee un niño pequeño para abordar la adversidad? Castigar ¿no es abandonar al niño a su suerte, no es ningunear su naturaleza, no es impedirle gimnasio de oportunidad para encontrarse comprendido y orientado? ¿Cómo podemos estar escribiendo en un medio público de largo alcance que está bien castigar a un niño pequeño? ¿Cómo piensas que se siente un joven castigado? ¿Qué se espera, que responda bien por miedo? ¿Te preguntaste dónde pone la atención el cerebro cuando se siente amenazado? ¿Qué le pasa a la atención selectiva, función superior cerebral imprescindible para resolver problemas pensando, cuando hay exceso de adrenalina? El cerebro no puede atender bien cuando está hiperalerta ¿Qué pasa con las sinapsis neuronales que engrosarán su amígdala? ¿Cuántas sinapsis dejarán de hacerse en los circuitos cerebrales de conciencia emocional, de revisión del problema, de valoración de consecuencias, de reparación de errores? Cuando se castiga el cerebro superior deja de estar operativo, está apagado o fuera de cobertura; se activa lo más primitivo de nuestro ser, se imita lo que se se recibe, agresividad. ¿Has pensado sobre los efectos del cortisol en el cerebro infantil? ¿Cuando has escrito has sopesado que muchas personas que te están leyendo no saben que los niños pequeños no poseen “frenos cerebrales”, que su calma depende de su calma? Y que lograr esos frenos depende de manera casi determinante de la organización mental del adulto cuidador ¿Has tenido en cuenta que un cerebro que encuentra de manera regular resistencia a la validación emocional puede acabar tapando sus propios sentimientos? ¿Qué impacto tendría en la vida afectiva del individuo? Cuando se castiga se invita a la resistencia, encubierta muchas veces de “obediencia”, expresada más tarde, más temprano, como rebeldía, como revancha, como retraimiento, como regresión ¡las únicas herramientas del cerebro reptiliano, ataque, defensa, huida o inhibición ¿Qué sucederá con su cerebro afirmativo, con la ventana de tolerancia? ¿Qué puede sentir un niño, qué puede pensar de un adulto que es su referente, cuando en vez de responder reacciona a la vida? ¿Cuál es el modelado? ¿Qué valores estamos legalizando, normalizando, cuando castigamos? ¿Qué denota en un adulto el uso del castigo? ¿Quién se encargará de mostrarle a ese niño que se equivoca que el error es oportunidad valiosa de aprendizaje, pensando? ¿Cómo podrá observar cómo se aplican las estrategias racionales para resolver problemas? ¿Cómo podrá descartar de su pensamiento que el educador tan solo es un techo bajo de crecimiento personal? Y tal vez… después de castigar a la infancia nos sorprendamos de que los jóvenes no “piensen”, ya tal vez no nos veamos parte, no nos sintamos responsables cuando “solucionan” problemas controlando, dominando a otros porque desafortunadamente no pudieron desarrollar destrezas de autocontrol ¿o es que aparecen dejado pasar la vida siendo castigados y premiados? Detener el comportamiento no es suficiente, no vale para ejercitar la capacitación y competencia necesaria para generar resiliencia, respeto, responsabilidad… Disfrutemos los procesos infantiles como lo que se son, un entrenamiento para la vida ¡No dejemos a la infancia sin entrenadores de respeto! La dignidad infantil debes ser preservada por el adulto. Un buen entrenador no es el que muestra falta de autorregulación, sino calma para poder tomar las mejores de las soluciones. Y es que la capacidad de autorregulación es la que nos depara no solo pertenecer al género humano sino estar humanizados. Niños fuertes por dentro Maribel!
Hola, Marisa.
Como veo que dominas la neurofisiología y la bioquímica, me gustaría que me explicaras cómo es posible que las sinapsis neuronales engrosen la amígdala cerebral. Las sinapsis son relaciones funcionales intercelulares específicas de las células del tejido nervioso, es decir, entre neuronas, descargas bioquímicas que generan electricidad que sirve para comunicar células en contacto. Por mucho que intentes ejercitar las sinapsis, que además constituyen funcionalidades indeliberadas, no vas a conseguir que generen tejido. Insisto, son relaciones funcionales. El tejido nervioso no es como el tejido muscular, que engrosa mediante el ejercicio por las microrroturas traumáticas que ocasiona.
Además, las sinapsis alcanzan su mayor número en los niños pequeños y van disminuyendo con la edad, hasta estabilizarse en la edad adulta.
Por otra parte, también me interesaría que me explicaras qué tiene de malo que se liberen cantidades limitadas de cortisol en el cerebro del niño y el adolescente, cuando precisamente la liberación de cortisol es un mecanismo de defensa y adaptación a situaciones de estrés que facilita la supervivencia. Mecanismo que es imprescindible para el buen desarrollo del niño y para su futuro desenvolvimiento como adulto en una sociedad bastante competitiva.
En cuanto a lo del cerebro reptiliano, en fin… No existe una parte del cerebro que proceda del Mesozoico. Es un nombre muy sugerente, eso sí, pero no es descriptivo de la realidad. Otra vez el nominalismo.
Si lo que tú quieres es convertir a niños indefensos en adultos indefensos y fácilmente manipulables, vas por buen camino. Si lo que quieres es ayudar a los niños a convertirse en adultos responsables, libres y autónomos, no.
Saludos y buen debate.
Hola Álvaro, agradecida por tomarte tu tiempo para aportar luz a mi reflexión. Es cierto, la neurobiología es mucho más complicada que lo expresado en mi comentario, dice Siegel que las palabras nunca podrán reflejar la complejidad de nuestro sistema nervioso. Sin embargo gracias a las aportaciones de tantos científicos capaces de “hablar el lenguaje de los que no lo somos” hoy, hasta a los niños más pequeños se les puede mostrar los rudimentos del cerebro.
Llamar al tronco encefálico cerebro reptiliano solo era un intento de cercanía. Una manera de visualizar.
Y qué menos para un educador que esos “rudimentos del funcionamiento cerebral” si se soportan en la sabiduría de científicos que tienen la generosidad de hacernos un poco más fácil el autoconocimiento
y por ende el bienestar a través de la mejora buscando aplicaciones prácticas para las relaciones humanas ¿no te parece?
Vamos por partes Álvaro, la mente cambia la actividad y estructura cerebral ¿estás de acuerdo? Y por qué crees que pasa esto. La información es energía y la energía cambia la activación neuronal. El foco de ATENCIÓN genera cambios fundamentales tanto en la función como en la estructura física del cerebro.
La activación neuronal es movimiento de partículas cargadas, iones, dentro y fuera de la membrana celular del axón ¡potencial de acción! Cuando los iones llegan al final de la neurona se liberan neuortransmisores que excitan o inhiben a la siguiente neurona…
Por medio de las conexiones se da el flujo de energía electroquímica. No sé si estás de acuerdo en que la activación neuronal se puede ASOCIAR a la experiencia mental. La activación repetitiva de las neuronas gracias a la experiencia del PASADO en el funcionamiento actual hace que aprendamos y recordemos, estoy hablando de neuroplasticidad. Esta activación puede causar alteraciones en la SOLIDEZ de las conexiones de neuronas que se activan juntas. Cuando adquirimos habilidades, tras muchas experiencias, los ligodendrocitos fabrican mielina con ella las sinapsis se refuerzan y adquieren eficacia en velocidad.
El adulto es el proveedor de estas experiencias casi determinantes en el desarrollo de habilidades de todo orden.
Hay una zona cerebral que resulta muy importante para el tema que nos atañe en este debate.
La zona especialmente integradora de información es el córtex prefrontal. La activación subcortical se ve modulada o incluso anulada por la inhibición del córtex. Es el mecanismo con el que podemos funcionar “armónicamente”.
El mecanismo del estrés es adaptativo, pone en funcionamiento procesos energizantes para hacer frente al elemento estresor; sin embargo si una vez activado no encuentra AMORTIGUADOR, si se mantiene elevado, este corticoesteroide puede llegar a resultar no útil. La conexión con “la zona integradora” se dificulta y si es frecuente no solo resulta perjudicado el crecimiento de circuitos integradores cerebrales, también el propio equilibrio hormonal, que da paso a la resiliencia en respuesta al estrés, se ve amenazado pudiendo dar lugar a dificultades para AUTORREGULARNOS. Incluso seguro que sabes de Carla Shatz, que empleaba la máxima de Hebb, que las neuronas que se activan juntas permanecen conectadas, las que no desaparecen.
Un cerebro hiperreactivo no es un cerebro ni sano, ni fuerte en habilidades de autocontrol.
La atención es la que acciona el acceso específico a unas u otras zonas cerebrales ¿dónde pone la atención un cerebro amenazado?
Cuando el cerebro se siente amenazado las conexiones neuronales no son de naturaleza integradora. Se crean patrones de flujo que definen un cerebro, yo pienso que nutrir plantillas de reflexión siempre va a resultar más beneficioso para el individuo que aplicar estrategias educativas que prescinden de los lóbulos prefrontales INTEGRADORES.
Los progenitores no somos jueces, no tenemos la misión de hacer pagar a nuestros hijos por el error, no es nuestra tarea buscar culpables; los progenitores tenemos la responsabilidad de acompañar la construcción de mentes humanizadas despertando la oportunidad, muchas oportunidades, de experiencias INTEGRADORAS cerebrales. El castigo no es una de ellas.
Gracias por leer.
Marisa:
Veo que das muchas cosas por sentadas en tu comentario que habría que revisar. Hablas como si yo hubiera recomendado que la única manera de relacionarse con el niño sea a través del castigo, cosa que no es cierta. Es un post sobre castigos y como tal me centro en el tema para intentar comunicar lo que quiero decir de la manera más clara e inteligible posible. Evidentemente el castigo es una herramienta más pero no la única necesaria para la crianza. Son necesarios también el diálogo, la reflexión, la guía y muchas otras más.
Por otro lado relacionas castigo con miedo. Haces ver que lo único que siente un niño cuando se le castiga, inevitablemente, es miedo. Y de ahí procede una confusión muy grande que se destila en algunas respuestas a este post: se relaciona humillación y miedo con castigo. No me extraña que estéis en contra de los castigos si lo que pensáis es que consisten en humillar y dar terror a los niños. Yo también lo estaría pero no es de lo que yo hablo, ni mucho menos por lo que yo abogo. Cuando a un niño no se le deja ver la televisión y, se le comunica de manera respetuosa, que hasta que no termine los deberes no puede verla, no siente miedo, siente frustración o emociones afines pero no miedo. Siente frustración porque no puede llevar a cabo lo que desea al estar condicionado a la terminación de una tarea que consideramos prioritaria y a la que supeditamos el ocio posterior. Si siente terror o miedo algo está fallando. Es la manera en la que le castigamos la que provoca terror en el niño y eso es algo que debemos cambiar. No es lo que se busca.
Cuando castigamos a un niño a que limpie toda la mesa del comedor, ya que descubrimos que la ha llenado con garabatos, no es miedo lo que siente o no es lo que debería sentir si se le dice de una manera natural, sin gritar, desde el afecto, de manera firme pero cercana. El miedo es una emoción que surge de la amenaza de un posible daño y no es eso lo que se busca cuando se pone en marcha un castigo como los que yo expongo en el post.
En cuanto al tema de la interiorización, hay que respetar la naturaleza infantil y por eso no podemos pretender que un niño de corta edad entienda que hay ciertas cosas que no puede tocar o que hay ciertas sitios por los que es peligroso ir. Se le puede explicar, por supuesto, pero no podemos pretender que interiorice el sentido de los límites que se ponen. No son adultos, tienen unos recursos cognitivos más limitados y por ese motivo hay que protegerles de algunas cosas que desean hacer hasta que poco a poco vayan interiorizándolos. El desarrollo moral en un niño tiene sus estadios, sus tiempos y hay que respetarlos ayudándoles a que aprendan sin pretender (aunque siempre hay excepciones) que entiendan verbalmente ciertas situaciones que no comprenden por edad.
Hablas de niños fuertes por dentro. Yo entiendo por niños fuertes, niños autocontrolados, seguros de sí mismos, con criterio propio, desarrollados emocionalmente, entre otras cosas y eso es algo que se aprende desde fuera al principio. No me cansaré de decir que los castigos puntuales y bien pensados son imprescindibles para que los niños comprendan los muchos límites que tiene nuestra cultura y nuestro mundo. Si no les ayudamos a conocerlos los dejamos desprotegidos ante él.
Maribel lo que lo que desprotege a la persona es no haber contado con oportunidades para ejercitar habilidades para buscar soluciones por sí mimo con la guía (cuando se precisa, del adulto).
El castigo puede parar la conducta, no enseña habilidades. El control y la corrección no suponen aliento que es lo que necesita la persona que falla para poder revisar y tomar otras decisiones. Solo desde un cerebro integrado hay escucha, receptividad y aprendizaje. No es necesario hacer sentir mal a los niños para que se porten bien.
El fracaso de los niños no merece métodos autocráticos, tienen derecho a una influencia que no se ejerza a través del dominio.
Un niño pequeño precisa muy pocos límites y muchas alternativas, a ser posible por modelado. Tener un adulto que acompaña desde la perspectiva de que el error no es una oportunidad de aprendizaje, sino que te sanciona y te hace pagar por ella, es descorazonador e invita a la resistencia porque los niños pequeños vienen predeterminados para “hacer”.
Cuando son mayores el control sigue siendo una salida falsa a los conflictos, no prepara para la vida, no invita al desarrollo del juicio moral, ni a la autodisciplina. Los niños desarrollan responsabilidad cuando pueden tomar decisiones con las que se respeten a sí mismos y a los demás, no cuando se les impiden.
De cualquier modo agradezco tu comentario y te animo a saber más sobre Disciplina Positiva. Es una mirada sobre la educación alejada del poder de unos sobre otros; el poder compartido (cooperación) es el que nutre autoestimas saludables.
Normalmente leo mucho sentido común en este blog, pero en este tema habéis vuelto al siglo pasado. Los premios y castigos cambian el motivo por el que hacemos las cosas. En el colegio se ve más que en casa, pero la conclusión que sacan es: “Mientras no me vean, lo puedo hacer”. Porque lo que les mueve no es la ética, sino el miedo al castigo. Y así va España: si se puede, sin factura; si se puede, copio en el examen; si no hay controles, conduzco borracho… Eduquemos en la responsabilidad, sin hablar del coco que nos comerá si no somos buenos.
Totalmente de acuerdo con el post.. No veo la diferencia entre CASTIGAR a un niño a no ver la tele o tablet o etc.. si no termina los deberes, y entre no poder ver la tele o tablet o etc.. como CONSECUENCIA de no haber terminado lo deberes. Encuentro que el efecto es exactamente lo mismo, lo que varía es en la forma en la que se lo trasmitimos a nuestros hijos: “te castigo sin ver la tele si no terminas tus deberes”, o …, “si no terminas los deberes dentro de x tiempo, no te va a dar tiempo a hacer lo que quieres porque nos vamos a tener que ir a cenar (por ejemplo)”. La intención de la acción y es exactamente la misma, y lo ha dejado bien claro Maribel al principio del post con la definición de castigo. Lo que no es lo mismo es la consecuencia de nuestra forma de trasmitírselo al niño, ya que no se lo tomará igual si le decimos que le castigamos literalmente, que si lo explicamos. Vamos al niño, o a un adulto.
Se puede sacar las conclusiones que se quieran del post, en mi opinión es lo mismo castigo que consecuencia, pero queda mejor decir que yo no castigo a mi hijo sino que impongo consecuencias a mi hijo.
Así que muchas gracias por el post Maribel.
Qué decepción con el club de malas madres que hayáis permitido este artículo lleno de incongruencias y absurdeces.
En qué estudios científicos decís que se basan estas afirmaciones?
Los ejemplos de castigos ya son de traca.
Hola malasmadres!
Pues en mi caso no estoy nada de acuerdo con el post. Y justo este tema de los castigos siempre trae polémicas en grupos de amigas con niños.
Tengo una hija de 7 años y nunca la hemos castigado. Creemos su padre y yo que educar en positivo es mejor que con amenazas y castigos. Ella conoce las normas y los límites, porque así se los hemos ido explicando y ella ha ido entendiendo. No se trata de modular conductas porque sí, se trata de que entienda que los límites existen, que hay unas normas básicas de educación y convivencia, y que no cumplir esto tiene unas consecuencias que tendrá que asumir dentro de su entendimiento y edad. Y no sólo hablo de consecuencias sino de ponerse en los zapatos del otro.
Como ejemplos: Un niño hace los deberes porque es su obligación y tenemos que ir trabajando esto o porque si no los hace no va a ver la tele? Una niña pega a su hermana mientras juegan y la castigamos? o intentamos hacer que vea que eso no está bien, que a ella no le gustaría que le hicieran lo mismo y que por norma no se pega a nadie?
Es así como estamos educando a nuestra hija y por supuesto con el respeto para otras familias que piensan todo lo contrario.
Os recomiendo leer los post de Tania de Edurespeta (perfil en IG) y leer su libro.
Pues a mi me parece de lo más coherente y acertado este post. Me ha encantado y me ayuda mucho a la hora de educar a mis hijos. Muchas gracias por el post!
No estoy en nada de acuerdo. Os recomiendo asesoramiento en discipila positiva con Marisa Moya.
Atentamente:
Una mamá, maestra de infantil, de primaria, de educación especial, psicopedagóga y educadora de DP.
Muchas gracias por sacar el castigo a la palestra…
No voy a entrar en debates porque yo no juzgo lo que cada uno hace, sino que lo respeto y tengo compasión porque en muchos casos, no tenemos otras herramientas para enfrentarnos a los problemas con los niños (y por eso castigamos).
Tan solo quiero aclarar que decir hablar de castigos y de Disciplina Positiva es algo incompatible, es más una de las premisas de la Disciplina Positiva es educar sin premios ni castigos.
Así que por favor no mandemos mensajes erróneos a la gente.
Quien quiera castigar que castigue, pero que no se engañe, ni mucho menos engañe a los niños, por favor!!! ???
Seamos todos honestos!!!
Totalmente de acuerdo contigo. Hay much@s lectores que no saben de disciplina positiva y con ese artículo solo confunden, porque lo que dice esta mujer NO ES DISCIPLINA POSITIVA
Yo estoy de acuerdo con Maribel, siempre he intentando que los castigos sean breves, proporcionados e inmediatos. No entiendo lo que alguna dice por ahí de que suponen una humillación, cuando castigo a mis hijos por algo les explico el porqué y lo que pretendo del mismo modo que les explico las consecuencias positivas de hacer las cosas bien. Cómo dice Maribel, me gusta agendarlo con algún pequeño premio, o con algún incentivo. Ojalá esto siempre me funcionara y nunca perdiera los nervios, pero desgraciadamente, soy humana, imperfecta y a veces me enfado, voceo y me entran ganas de ” salir” corriendo. Pero aquí seguiré, intentando ser la mejor malamadre posible para mis adolescentes.
Hola Ana, los castigos y los premios son las dos caras de la misma moneda. Mi hijo leía muchísimo de forma autónoma y ahora en el colegio le dan un premio cuando se lee 10 libros. Pues bien, ahora ya no lee por placer, sino que lee rápido por acumular puntos para el premio. Para mí, esto no es aprendizaje y no fomenta la responsabilidad. Saludos.
Beatriz, Raquel R. y Belen:
Me llama la atención vuestro planteamiento nominalista, centrado en la sustitución de palabras (‘limite’ en lugar de ‘norma’ y ‘consecuencia’ en lugar de ‘castigo’), que encuentro poco descriptivo de la realidad. Rehuís la palabra ‘castigo’ porque os suena mal, pero no analizáis la definición que de la misma hace Maribel en el post: “…es un acontecimiento que ocurre tras una conducta y que reduce o elimina la probabilidad de aparición en el futuro de esa conducta.”
“…es un acontecimiento que ocurre tras una conducta’ muestra precisamente que se trata de una consecuencia, sí, pero además transformadora de conducta: “…reduce o elimina la probabilidad de aparición en el futuro de esa conducta.” Es decir, que es además causa de nuevas conductas beneficiosas para el hijo. Mientras que con vuestro planteamiento la transformación queda al albur, ya que es sólo consecuencia y no causa transformadora.
Conviene mirar la definición que de la palabra ‘castigo’ ofrece la Real Academia:
1. m. Pena que se impone a quien ha cometido un delito o falta.
2. m. Enmienda, corrección de una obra o de un escrito.
Me da la sensación que vosotras tenéis en mente la primera acepción cuando pensáis en el término ‘castigo’, pero esta acepción no es de aplicación en el ámbito en el que nos movemos, que no es el legal, sino el de la psicología. Sin embargo, la segunda ofrece interesantes pistas para comprender la función del castigo como concepto psicológico: la de corrección, en este caso de comportamientos. E indisolublemente ligado al de ‘premio’, como muy bien ha explicado Maribel.
Por cierto, ¿denominaríais también ‘consecuencia’ a un premio? Un poco confuso entonces, ¿no?
Según mi experiencia profesional en el ámbito de la filosofía y el arte, en donde también existe un debate semejante, la clave está en si existe o no voluntad transformadora a la hora de valorar y actuar. Para transformar hay que analizar la realizad efectiva de los hechos muy pormenorizadamente. Mediante un lenguaje lo más preciso posible. Sustituir palabras en lugar de analizar hechos no es, en mi opinión, un buen camino transformador de conductas.
Muchas gracias, Maribel, por tu esclarecedor post.
No es lo mismo castigo que consecuencia. El castigo lo impones tú y la consecuencia responde al orden natural de las cosas, es cómo funciona el mundo. Si entiendo la consecuencia actuaré desde mi propia convicción mientras que el castigo solo apela al miedo al mismo. Para mi nada que ver
Así lo entiendo yo también. Da lo mismo la palabra que uses, lo importante es de donde viene la motivación para actuar. Con el castigo o el premio la motivación viene de fuera y actúas en función de si recibes un premio o un castigo. Si has aprendido a “funcionar” así ¿que ocurre cuando no hay premio o castigo?
Se necesita más tiempo para explicar a los niños las consecuencias de sus acciones es más rápido imponerles un castigo pero es que en la educación no hay recetas inmediatas que funcionen a largo plazo.
Me parece un articulo muy interesante y me gustaria saber a partir de que edad se considera posible castigar para que sea efectivo. Mi hijo tiene 3 años y cuando a veces he intentado hacerlo me ha desobedecido totalmente. Gracias
Menudo artículo. Sin palabras. Ni pies ni cabezas. Totalmente adoctrinador. Luego cuando vuestros hijos sean mayores los querréis seguros de sí mismos y con iniciativas, pero ahora bien calladitos, quietecitos, portándose bien y haciendo tooodo lo que nosotros queramos.
Eso!!!! Totalmente de acuerdo.
No, mejor dejarles que hagan lo que ellos quieran, no vaya a ser que se frustren pobrecitos, y el día de mañana sean unos tiranos con una intolerancia al no que se peguen de bruces con el mundo real…..
No se trata de dejarles hacer lo que quieran!!! Para nada. Se trata de la FORMA en que consigues que que lo hagan. Ningún padre creo que deje que sus hijos hagan “lo que quieran” básicamente porque es imposible. Hablamos de educar, de las maneras de hacerlo y de lo que pensamos que es mejor para nuestros hijos a largo plazo. Asi que ¡de acuerdo contigo también!
Hola, Aurora.
¿Querer que los hijos hagan todo lo que nosotros queramos? Ni muchos menos. Como digo en el post los castigos son puntuales y forman parte del proceso de crianza, proceso en el cual hay que enseñarles todo. Ayudarles a saber decir que no, a pensar por sí mismos, a guiarles en situaciones difíciles, a identificar y expresar emociones y mil cosas más que no caben en ningún post. Los niños seguros de sí mismos y con iniciativa son los que han tenido padres que les han enseñado todo lo anterior y también a gestionar sus emociones a saber demorarlas, a crear con ellos una jerarquía de prioridades en la vida, a saber como relacionarse con los demás. Y en el aprendizaje de esas habilidades el castigo, con las características que nombraba en el post, es una herramienta importante y útil. Castigar no convierte a los niños en seres callados y quietos incapaces de pensar por sí mismos pero si les permite la posibilidad de aprender que hay conductas que deben demorar o eliminar porque no son buenas para ellos. Poco a poco irán interiorizando su sentido pero en un proceso que requiere su tiempo. El castigo es una herramienta más para la crianza que no tiene que entrar, para nada, en conflicto con otras como el diálogo, el afecto o la guía.
Entiendo que la intención del post era hablar sobre una manera de poner límites y el castigo “bien puesto” como una solución. Estoy de acuerdo en que los límites son necesarios, tanto para niños como adultos, pero no estoy de acuerdo en que los castigos sean “consecuencias imprescindibles”; creo que son totalmente prescindibles y que hay otras maneras respetuosas de establecer límites, aunque muchas veces nos resulte más difícil a los padres porque requiere invertir más tiempo y esfuerzo.
Los castigos no necesitan ser torturas para ser irrespetuosas. Desde el momento en que se sugiere que sea “la retirada de algo que les guste mucho y no quieran perder” la intención si es hacerlos sentir mal, infringirles una especie de dolor, no físico, pero que sí les afecte. Por supuesto que no les vamos a generar ningún trauma ni van a ser infelices el resto de su vida si los dejamos sin televisión o sin Tablet una semana, pero considero que eso tampoco los va a llevar a tener “hábitos que sean útiles, un repertorio de conducta que les haga eficaces, autónomos e independientes.” Ni siquiera si son alternados con premios.
Por otro lado, según la definición psicológica que menciona del castigo, “un acontecimiento que ocurre tras una conducta y que reduce o elimina la probabilidad de aparición en el futuro de esa conducta” se deja fuera que el proceso de aprendizaje lleva tiempo y más en los niños. La mayoría de las veces no aprendemos a la primera y en otras necesitamos tener en cuenta el proceso evolutivo en el que se encuentran. El aprendizaje de buenos hábitos y personas autónomas y eficaces lleva tiempo y dedicación por parte de los padres, eso no se va a conseguir con un par (o varios más) de castigos “bien puestos”.
Y, por último, la frase con la que menos estoy de acuerdo es: “cuanto más pequeño en el niño más necesario es que el castigo sea inmediato.” Cuanto más pequeño es el niño, menos entiende porqué se le ha castigado o porqué se le esta tratando de esa manera, por más inmediato que sea. Lo que interpreta es que esa conducta hace que mamá o papá se enfaden y no aprenderá a hacerlo “bien” porque es la forma correcta, sino por no enfadar a sus padres.
En fin, que nos falta mucho conocimiento humano: de los niños y las etapas por las que van pasando y de nosotros mismos para poder hacer las cosas de una manera mejor, y no como muchos aprendimos. Hay muchas estrategias que podemos usar antes de aplicar un castigo, aunque se intente explicar como positivo.
Estoy de acuerdo con el comentario más abajo de Álvaro, pues no es lo mismo “castigo” que “límite”. Es un artículo con principios de psicología, ni más ni menos y por tanto es así, no es opinable, pues es ciencia comprobado, con lo cual, puedes estar más o menos de acuerdo, pero que el límite es una norma y el castigo la consecuencia de incumplirla es dogma. Y que los niños no entienden el castigo tampoco es cierto, entienden que han incumplido un límite y ha tenido una consecuencia. Otra cosa es cómo cada uno quiera educar a un hijo, pero esto es lo que la psicología científica ha estudiado y contrastado. Lo digo como psicóloga. Gracias
Hola, Ana Isabel,
Estoy de acuerdo con el comentario de Álvaro, aunque se les llame consecuencias, son castigos. El utilizar la palabra consecuencia puede hacerlo sonar más suave o menos estricto, pero en el fondo es también un castigo. Y por supuesto, tampoco es lo mismo castigo que límite.
Entiendo que es un artículo escrito desde un punto de vista psicológico, pero también es verdad que aún la psicología tiene diferentes corrientes y la misma situación se puede analizar desde diferentes perspectivas, con todo y sus estudios científicos detrás. En este artículo se utiliza un enfoque, y como bien dices, puedes estar de acuerdo o no, pero hay otras corrientes psicológicas, al igual que hay otras formas de educar, con su respaldo científico, psicológico y pedagógico, te lo digo como pedagoga.
Un saludo.
Hola Ana Isabel,
Creo que opinable es aunque se base en la psicología científica como bien dices.
Como recuerda Mariana hay diferentes enfoques y es interesante conocerlos para poder elegir el que más se ajuste a nuestros valores. El artículo está escrito desde la corriente del conductismo donde el premio y el castigo son las herramientas fundamentales que se utilizan. Pero hay otros enfoques.
Un saludo.
Estoy de acuerdo en la esencia, en los puntos señalados en negrita desde luego. Los ejemplos no tanto, limpiar la casa no es un castigo, es colaborar, por ejemplo…
Soy profesora de secundaria y tengo más que claro que los límites son necesarios y buenos. Los alumnos los agradecen. Saber lo que está bien y lo que está mal les crea una seguridad que les hace estar más tranquilos, felices, y colaboratívoos.
Hola, Clara.
Estamos de acuerdo. En cuanto a que limpiar la casa no es un castigo es colaborar… puede ser un castigo o puede ser una colaboración dependiendo del niño, del contexto y de la forma en que se aplique esa consecuencia. Si un niño pinta las paredes de casa y hacemos que las limpie todas para eliminar su conducta de pintar, las paredes, y así ocurre en el futuro, es un castigo. Si fijamos unas normas en casa o en clase de colaboración entre compañeros, como recoger los papeles del suelo en el aula, puede ser una conducta colaborativa agradable para ellos que haga que disfruten en grupo y que ese disfrute provoque que se mantenga en el tiempo esa conducta de colaboración. Ahí estaríamos hablando de otra consecuencia que se crea de manera más sutil, para algunos niños, y es que viven como premio, como algo reforzante esa conducta lo que hace que se repita en el tiempo. Prácticamente todo puede ser un castigo o un premio dependiendo de muchos factores.
Gracias por comentar.
Un abrazo
Confío mucho en el criterio de malasmadres.com pero discrepo profundamente de este artículo. La palabra “castigo” es intrínsecamente negativa y autoritaria, y modifica los comportamientos de forma externa, sin generar cambios de actitud (véase Zipi y Zape). Otra cosa son las “consecuencias lógicas”: el niño no puede ver la tele si no ha acabado los deberes porque no le da tiempo y hay que cenar, no porque yo le castigue. Y tiene que recoger sus juguetes porque cada uno tenemos que cumplir con nuestra responsabilidad. Mi autoridad como madre es asegurarme de que las normas, horarios y responsabilidades (y las consecuencias de no cumplirlas) se acuerden entre todos con antelación. Mi deseo es que en el futuro cumplan la ley, no por no ser castigados, sino porque entiendan que todos hemos de respetar las normas de convivencia que todos, como sociedad, nos hemos impuesto. Por si os interesa, esto se llama Disciplina Positiva.
Estas diciendo lo mismo pero con otras palabras
Hola, Ana.
Las consecuencias lógicas a las que tu aludes, como no ver la televisión si no termina los deberes, es un castigo si en el futuro se crea el hábito de hacerlos gracias a esa consecuencia. No ver la televisión modifica su conducta. Hay que dejar a un lado lo que nos suscita la palabra castigo para fijarnos en la realidad de lo que estamos hablando porque sino podemos perdernos en las palabras.
Un abrazo.
Pero ¿donde quedan los motivos de la conducta? Si su conducta es únicamente por miedo al castigo o por querer un premio nos estamos perdiendo una gran oportunidad. Y si la satisfacción de hacer las cosas bien también fuese un premio??
Y lo es. Se llama motivación intrínseca pero con tanto premio y castigo que viene de fuera nos estamos olvidando de ella. Me encanta que lo hayas mencionado.
Hola Maribel,
Ante todo gracias por la respuesta y por este necesario debate que nos enriquece a tod@s. La palabra “castigo” según la RAE es “mortificar y afligir” o “escarmentar o corregir con rigor a alguien que ha cometido una falta”. No es una palabra positiva y, por tanto, genera confusión usarla en positivo. Quizá deberíamos emplear otra palabra, pero desgraciadamente todos ya sabemos ésta qué significa, y lo poco que funciona, visto el siglo XX. Saludos.
Hola, yo tengo un problema con mi peque de 3 años, muchas veces se le cruza el cable así porque si, y empieza a pegarme,no se como pararlo, le digo que no lo haga y que por que lo hace, y el dice que porque quiere pegarme. Por mucho que intento calmarlo, decirle que no siga que me hace daño y que no se pega, es imposible. Algún castigo o tip que funcione?
Hola, Cristina.
En ese caso hay que intentar evitar que te pegue, dejándole claro en ese momento que su conducta no te gusta porque te hace daño. En términos generales lo que se suele hacer es, en el momento de intentar pegarte, cogerle de la mano o de brazo suavemente pero con firmeza y bajárselo mientras le decimos “no” mirándole a la cara. También podemos intercalar esa acción con movernos del sitio, lo suficiente para que no pueda pegarte y así hasta que se canse. Esta actuación sirve para el momento concreto en el que ocurra la rabieta, después habría que analizar en que momentos es más probable que esté predispuesto a pegar y buscar un castigo inmediato que debe estar relacionado con lo que esté haciendo, como retirarle del lugar en que esté jugando.
Un abrazo.
Muchas gracias, lo. Intentaré
Buenos días,
Tengo cuatro hijos y lo que funciona para uno, no funciona para otro. Creo que cada niño es un mundo. Suelo explicarles que toda acción tiene su consecuencia, que las normas están para cumplirlas….La teoría es muy bonita y muy fácil pero la práctica no. El castigo no creo que sea una humillación.
Señalas dos temas muy importantes, Soraya. Cada niño es un mundo y, por lo tanto los castigos deben ser individualizados. Ahí radica una de las mayores dificultades a la hora de poner un castigo. De hecho, incluso lo que vale como castigo para un niño, al poco tiempo, puede dejar de ser efectivo porque ya no le da tanto valor a aquello con lo que le castigamos. Y la segunda cuestión es que jamas un castigo debe ser humillante. Nunca se debe exponer a un niño en una situación en la que es denigrado. Ese tipo de castigos pueden herir la sensibilidad del niño y eso es algo a evitar siempre.
Un abrazo.
Mil gracias porque me ha venido como anillo al dedo, lo que ocurre es que está más enfocado quizás a niños pequeños y el mio ya tiene 15 añitosssss ?, pero muy útil de veras, va directo al “buen padre”.
Mil gracias y una más ??❤️
Hola, Lidia.
Los principios son los mismos, da igual la edad que tenga. Lo que ocurre es que a los 15 años los castigos son diferentes y hay que jugar con los que tengan que ver con sus incipientes ganas de salir con amigos, la paga y temas propios de su edad. Pero la idea es la misma.
Me alegro que te haya parecido útil.
Un abrazo.
Quien tiene el interruptor del wifi, tiene el poder! ?
Me ha encantado, en mi caso el adolescente de 14 años mejor ni comentamos, ni positivo, ni negativo, ni na de na ?? ojalá sea un tiempo, porque esta enfangado con la vida. Millones de gracias
Muchas gracias por el post.
Yo tengo que reconocer, que antes perdía más los nervios, y poco a poco, me voy calmando.
Ahora estamos en una etapa difícil, 4 años, y expresamos todo con mala leche y soltando la mano, así que, cada vez que lo hace, le hago sentarse hasta que se calme. O en caso de ser necesario, como ayer que le hizo daño a un amiguito, le castigué a que no pudiera ser el primera en la fila de clase, no hizo falta más, se dio cuenta de que una acción mala tiene consecuencias.
A veces es fácil, y otras veces, es esperar a que se calme para poder decirle que eso no está bien hecho, porque hace daño a otras personas y no debe hacerse.
Supongo que cada madre conoce a su peque, y poco a poco, van amoldándose a saber qué hacer.
Gracias. Un saludo.
Yo creo que los castigos son necesarios para poner límites yo por ejemplo si mi buenhijo se pilla una rabieta sin sentido en el parque o su comportamiento no es adecuado inmediatamente sabe que dejamos el parque y nos vamos a casa. En casa no lo castigo a él castigo la table, los colores o los juguetes y desaparecen hasta que todo vuelve a la normalidad y le levanto el castigo y vuelven a su sitio para poder seguir jugando.
Muy buenos ejemplos de castigos, Aurora.
Gracias por comentar.
Muy buen post , yo soy de las que los pone y se arrepiente, tomare el post de ejemplo
Me alegro que te haya gustado Anya.
Ánimo con mantener los castigos, si son adecuados, verás los resultados.
Un abrazo.
Los castigos son necesarios y tampoco hay que estigmatizarlos. Mi hijo se descentra fácil y tras hablar con él, está de acuerdo en que los días de diario las pantallas, no o muy poco. Le fastidia un montón pero entiende que si no logra sus objetivos hay que priorizar. Y como tarda la vida en hacer deberes y estudiar, pues hay que”castigar” adelantando la hora a la que se empieza a hacer la tarea, acortando su tiempo de descanso después de comer. Se le puede llamar castigo, o se le puede llamar medidas necesarias. Pero ellos tienen que aprender sobre todo no solo a lo que si se puede y no se puede hacer, sino a saber que a veces las prioridades no son lo que a uno le apetece sino lo que se tiene que hacer.
Pero yo en ese ejemplo no le llamaria castigo. Seria un limite o una consecuencia q ademas dices q has hablado con el y lo comprende (q me parece estupendo x cierto)
Hola, Olga.
Muy importante lo que señalas de las prioridades. La mayoría de las ocasiones hay que demorar el placer (jugar a la tableta, por ejemplo) porque hay otras tareas que hay que atender antes aunque no sean, ni de lejos, tan placenteras. Y es algo que también se aprende aplicando castigos. Jugar a la tableta después será un buen refuerzo,un buen premio a la conducta de ser perseverante en los estudios.
Gracias por el aporte.
Un beso.
Entonces hacer los deberes es lo malo y un rollo y jugar a la tablet lo bueno … no se yo si estamos transmitiendo el mensaje correcto no?? A lo mejor con un poco de imaginación conseguimos darle la vuelta a la tortilla
Yo no sé qué edad tienen l@s tuy@s, pero el mio con doce en primero de ESO, y habiendo hecho primaria por proyectos y yo habiendo intentado lo imposible para que aprender sea el objetivo, y hacerlo creativo, divertido y de todo, hoy por hoy sentarse en una silla X tiempo después de su jornada de 8:30 a 15:00 no es lo que se dice su idea de relax y diversión. Por más que lo anime, que lo enfoque interesantísimamente….No. Pero hay que hacerlo, y ya está. Es el aprendizaje de atender a sus obligaciones…
Yo, a los castigos los llamo “consecuencias”, y a las normas “límites”. Y las consecuencias que acarrean sobrepasar esos límites deben ser acordes con los límites. Por ejemplo, si tiene la habitación desordenada, la consecuencia es limpiar la habitación, si pierde dinero, la consecuencia podría ser darle menos paga, si ve la tele fuera de su horario, la consecuencia sería no ver la tele el añado por la mañana, ósea, qie las consecuencias sean coherentes con los límites. Si un niño no hace los deberes, no se le pondría como castigo no ver la tele, sino hacer unos ejercicios extras, leer un libro o cualquier cosa relacionada con los deberes.
Totalmente de acuerdo. Quizas en lo de la tele discrepo. Una tarea extra si m parece un castigo. Si consume el tiempo de la tarde en los deberes eso puede restar tiempo de ocio/tv . es una putada pero una consecuencia q los adultos tb vivimos. Tiene q administrar su tiempo
Me ha encantado el post, ya que tengo un peque de 3 años que empieza a portarse mal y no hacer caso. ¿Esta teoría vale para niños tan pequeños? Me refiero a que si lo llegan a entender…
Yo a mi hijo lo he castigado muy poco, si no quiere ponerse el pijama y grita, corre y huye, o me pega o muerde….. Lo castigo sin Tablet, se acerca me pide perdón, Le pongo el pijama y se levanta el castigo, pero al día siguiente vuelve a hacer lo mismo.
Muchas gracias!!! Os leo siempre!!!
El problema entiendo yo es q levsntas el castigo. Como dice el post. Ese dia ha perdido la tablet y ya está. El “mami perdona y un besito” lo aprenden desde muy pekes y eso no puede levantar un castigo
Hola, Yolanda.
Uno de los aspectos más importantes para que un castigo sea efectivo es que se cumpla y se mantengan en el tiempo hasta que no haga falta aplicarlo, porque se haya eliminado la conducta no deseada y creado un hábito diferente. Si no he entendido mal tú quieres que se ponga el pijama sin correr, gritar, huir y/o morderte. Lo que el está aprendiendo no es a dejar de hacer todas esas cosas sino a que puede hacerlas hasta que la amenaza del castigo aparece, que él evita pidiendo perdón. Y así se repetirá una y otra vez hasta que un día pongas en marcha el castigo y lo mantengas y consigas tu objetivo. Prueba.
Un abrazo.
No estoy en absoluto de acuerdo. Para poner límites no hace falta castigar porque castigar lleva asociado control e humillación por muy bonito que lo queremos pintar. De lo que se habla en algunas partes del post es más bien de consecuencias naturales y eso es otra cosa. Tengo un preadolescente de 13 años responsable autónomo y cívico, el típico niño que todo el mundo dice que es un encanto y jamas he tenido que castigarle, explicar las cosas y las consecuencias que tienen y dejando que las experimenten cuando es necesario ha sido suficiente
Me gusta mucho tu respuesta Beatriz. Una cosa es un castigo y otra la consecuencia natural de nuestras acciones, tanto cuando somos niños como adultos.
Todas nuestras acciones llevan una consecuencia. Cuando la consecuencia es placentera tendemos a repetir esa conducta y cuando el resultado nos desagrada ocurre lo contrario. Es habitual que los niños desconozcan las consecuencias así que habrá que explicárselas.
Muchas veces cuando se pone un castigo éste no tiene nada que ver con lo que ha hecho el niño y es hasta desproporcionado, por ejemplo: como no baja de los columpios cuando le decimos que nos vamos le dejamos sin TV toda la semana porque estamos muy enfadadas en ese momento que no obedece. Eso sería un castigo puro y duro y lo único que conseguimos es que el niño se enfade y piense que somos horribles, no que piense en que ya es la hora de irse y por eso le estamos pidiendo que baje. El próximo día que vayamos al parque es muy probable que se repita la misma escena porque no entiende por qué se tiene que marchar ahora que se lo está pasando bien.
Más efectivo que hablar en términos de premios y castigos me parece hablar de consecuencias. Les explicamos a los niños cual es la consecuencia de su acción y si la realizan ya saben lo que les ocurre. En el ejemplo anterior podemos transformar el castigo diciéndole al niño que sino baja de los columpios ahora y vamos para casa no le va dar tiempo de ver la TV. Si se queda más rato, no verá la TV porque ya será la hora de cenar cuando lleguemos.
El tema del castigo es un tema muy polémico como he podido comprobar en mi trabajo con otros padres y madres. Me alegro de que se hable de ello y podamos llegar a un entendimiento.
Muchas gracias a Maribel por el artículo. Dice muchas cosas interesantes.
Me gusta más a mi también hablar de consecuencias y no de castigos. Es cierto que en la vida adulta se encontrarán situaciones con el sistema castigo/premio pero yo no quiero que la motivación de mis hijos para hacer/no hacer algo sea esa. Ese sistema ‘conejo-zanahoria’ me parece más una forma de ‘adiestramiento’ que de verdadera educación. Es un tema difícil, sin duda, pero creo que los padres tendríamos que ‘currarnos’ más herramientas que castigar y premiar.
Completamente de acuerdo contigo. Y precisamente ayer en el blog de educarencalma se exponían tres razones para dejar de castigar a nuestros hijos. En nuestro caso tampoco hemos recurrido a los castigos nunca, y creo sinceramente que no son efectivos y causan un sufrimiento absolutamente absurdo e innecesario.
EL CASTIGO NO TIENE NADA QUE VER CON LA HUMILLACIÓN. Eso que quede claro. Todo depende de como se haga y lo que conlleve. Si castigas a hijo sin tablet o sin dibujos por una mala actitud no adecuada eso no tiene nada que ver con la humillación. Otra cosa es que le castigues con algo injusto/ le ofendas o le grites…. eso SI ES HUMILLACIÓN.
Hola, Beatriz.
Poner un castigo no tiene porque conllevar en absoluto la humillación de aquel a quien se está castigando. Un buen castigo se hace desde el respeto al niño y se ha de ser firme pero cariñoso, pero jamás humillante. Hay que fijarse en la definición de castigo que es todo aquello que reduce o elimina una conducta: no dejar ver a un niño la televisión hasta que termine los deberes puede serlo, si para el niño ver la televisión es algo que desea mucho. Es un castigo que podemos denominar como muy “natural” porque entra dentro de las dinámicas propias de las rutinas que se establecen es una casa pero es un castigo porque reduce la conducta anterior de no hacerlos. Y así con cualquier consecuencia que se aplique. Sé que la palabra castigo puede tener connotaciones muy negativas pero, en términos psicológicos, es lo que reduce la conducta y ya te digo que no tiene que ser (ni debe) ser humillante en ningún momento para el pequeño.
Gracias por pasarte y comentar.
No estoy del todo de acuerdo, con los ejemplos de los castigos de los adultos que se ponen en este artículo.
En el caso del teatro, no nos referimos al “castigo” por llegar tarde sino a las “consecuencias”; y en el otro caso, el de la paella y la discusión con el marido entiendo que ni el marido ha castigado a su mujer ni ha obligado a ir (si fuera así sería preocupante, no creéis?), el ir finalmente a la comida lo ha decidido ella misma.
Por ello, a mi también me gusta que en la infancia hablemos también de consecuencias, de límites,…etc. por supuesto que son necesarios y no se puede prescindir de esos límites…es la vida misma.
¡Pienso justo lo mismo! El ejemplo de la suegra… uffff eso quiere decir que la única razón por la que no vamos a verla es por MIEDO al castigo de nuestro marido. Ain comentarios.
El problema es qué estamos enseñando a nuestros hijos, es decir no solo que actúen correctamente (o lo que entendamos nosotros por correctamente que eso es otra cuestión) sino POR QUÉ lo hacen. Creo sinceramente que el castigo es útil para los padres únicamente, la teoría del premio castigo tiene para mi un solo nombre: chantaje. Claro que educar de otra manera es agotador pero para mi es mucho mejor a largo plazo.
Los “ejemplos” de castigos de adultos son como mínimo llamativos..
Y lo de recomendar “premios” como comprar regalitos por hacer los deberes..
Este es un blog muy interesante habitualmente, pero este artículo no hay por donde cogerlo!
Estoy totalmente de acuerdo. Tengo q decir q a veces me siento mal cuando castigo o regaño a mis hijos pero creo q es necesario, siempre q se haga sin dañar al niño…. claro . Aunq tengo q reconocer q aprendo cada dia con mis hijos y la info q leo. Nos ayudais mucho en la crianza. Gracias. Un magnífico post.
Hola, Natalia.
Me alegra que te haya gustado el post y que sigas castigando cuando consideres que es necesario, aunque te cueste. En la crianza, y en los demás aspectos de la vida, hay actuaciones que cuestan y esas son las más valiosas. Es fácil actuar cuando resulta sencillo o cómodo hacerlo pero tiene mucho merito llevarlo a cabo una acción cuando no lo es, pero pensamos que actuar de esa manera es lo correcto. Por supuesto castigo y daño deben ir por separado. Otro asunto es que no les guste que se les castigue, como es lógico. Igual que a nosotros no nos gusta que si llegamos tarde al teatro la puerta esté cerrada. Gracias por comentar.
Un abrazo.