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Cómo educar ante la muerte a los buenoshijos

Cómo educar ante la muerte a los buenoshijos

Ayer salí a correr con pereza y poco ánimo, pero al comenzar mi ruta me encontré con 4 corazones de colores rojo, azul, amarillo y verde, por este orden esos corazones me miraban y me acompañaban. Seguramente esos corazones lleven ahí semanas o quizás no, pero nunca 4 corazones de color pudieron significarme tanto. Para mi querida Noelia, todas las personas teníamos uno de estos colores. A mí me decía con una gran sonrisa: “Laura eres roja, muy roja”, por mi energía, mi impetú y mi carácter (no siempre tan bueno como me gustaría) y también un poco amarillo eres, por tu alegría y lo que transmites a los demás”. Y entonces estos corazones me dijeron sin hablar: “yo estaré aquí para guiarte, para darte fuerzas y recordarte que “siempre tienes que ir adelante”. Mientras escribo estas palabras, las lágrimas recorren mi cara, pero unas lágrimas de emoción, de esperanza, dejando atrás días de vacío, dolor e impotencia. Hoy eres tú la protagonista amiga, pero no es una despedida porque ahora sé que caminas a mi lado y al lado de tantas personas que te vamos a echar de menos siempre. 

“Ultreia Noelia”.

* Podéis seguirla en Facebook , Twitter y en su BLOG.

– ¿Qué haces tú cuando echas mucho de menos a alguien que ya no está?

– Intento recordar qué era lo que más me gustaba de él.

– ¿Y eso te hace estar menos triste?

– Eso me ayuda a saber la suerte que tuve de poder tenerlo en mi vida.

– Yo no hay un solo día que no eche de menos al abuelo.

“Nadie está preparado para perder a alguien al que quiere”

La muerte es una parte ineludible de la vida pero eso consuela poco. Nadie está preparado para perder a alguien al que quiere, para padecer su vacío, para añorar su olor. Para sentir su pérdida cada vez que miras su lado de la mesa, para extrañarle en fechas importantes, para necesitar su consejo y que ya no esté. A todos nos gustaría que alguien volviese, aunque fuese sólo por unos instantes. Para volver a compartir una sobremesa, para poder fundirnos con él en un silencioso abrazo, para susurrarle al oído que sientes más miedo desde que se fue. Cuando alguien muere se lleva parte de tu alma.

Dicen que nada enseña más que la muerte, que es una gran maestra. La pérdida de un ser querido nos obliga a reestructurar la vida, nos enseña una nueva forma de exprimirla, de sentir. Nos recuerda nuestra torpeza cada vez que nos dejamos llevar por las excusas y postergas, nos invoca a la necesidad de priorizar lo que es realmente importante, de valorar los pequeños detalles.

Educar ante la muerte pertenece a la vida, es parte imprescindible de ella. Al igual que los adultos, los niños sufren pérdidas a lo largo de su infancia y por este motivo es imprescindible que les ayudemos a hacer frente a esta situación. Acompañándoles sin condición en el dolor y dando respuesta a todos los interrogantes que les aparecen.

¿Cómo se acompaña correctamente a un niño ante la muerte?

Deberemos ser muy conscientes que la manera en la que nuestros hijos se enfrentarán a la muerte dependerá en gran medida de su edad, maduración, personalidad y las experiencias vitales que hayan tenido con anterioridad. Además, no será lo mismo enfrentarse a la pérdida de un progenitor o de un abuelo que al de una mascota o una separación.

¿Cómo se acompaña correctamente a un niño ante la muerte? Transmitiendo seguridad y sintonizando con todo aquello que está sintiendo a lo largo de todo su proceso de duelo. Con empatía, coherencia y honestidad. Sin ocultar la realidad ni sobreprotegiéndolo.

A la muerte se le hace frente con grandes dosis de abrazos que reconforten y palabras llenas de amor. Con silencios compartidos y ofreciendo el tiempo necesario para aceptar y comprender, para dejar fluir el dolor, para integrar la pérdida. Ofreciendo las estrategias necesarias para enfrentarse a ella sin maquillar el dolor, sin edulcorar lo que sentimos, que nos permitan expresar todo aquello que nos angustia sin tapujos. Animando a expresar el adiós con dibujos o letras que sanen. Evitando dramatismos que confundan, controlando nuestra reacción cuando ellos estén presentes, asegurándonos que entiendan que la muerte es universal e irreversible.

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Educar ante la muerte es enseñar a hablar de ella sin rodeos, fantasías o engaños.

Llenándola de verdad, de sencillez, de respuestas que ayuden entender. Utilizando un lenguaje claro y cercano que permita  ponerle palabras a todo lo que sentimos por dentro. Explicando que no existe manera correcta o equivocada de aceptarla. A la muerte se le acompaña sin crear falsas expectativas de retorno, compartiendo el llanto, la pena y el dolor. Siendo conscientes que no existen atajos ante el desconsuelo, aprendiendo a aceptar nuestra vulnerabilidad. Poniéndole una sonrisa al recuerdo, sin tener miedo a recordar.

Ayudaremos a nuestros pequeños a superar la pérdida asegurándonos que pasan correctamente por  cada una de las etapas del duelo:

  • La negación
  • La ira
  • La impotencia
  • La depresión
  • Y la aceptación

Enseñando habilidades para afrontar el vacío, la desolación o la impotencia. Permitiéndoles  mostrar la ira y la tristeza. Sin permitir que florezcan sentimientos de culpabilidad, buscando espacios para compartir el temor, estando muy atentos por si aparecen señales de alerta que nos anuncien que no se está asumiendo correctamente la pérdida.

A la muerte se le planta cara hablando con naturalidad de la ausencia y llenando el futuro de ilusión, de retos por alcanzar, de motivos para seguir caminando.

Querida Noelia…

Unas palabras de mi querida Eva Gascón.
El pasado viernes empezaron a llegar, como gotas de lluvia, mensajes a los teléfonos; cada gota caía pesada y, a pesar de ser pequeña, provocaba un tsunami en la persona que tocaba.
Lo reconozco, me dejó sin voz, paralizada en negación, tú no, imposible, yo tenía puesta mi mirada en la semana santa, el verano…porque tú para mi eras Mar.
Hablábamos de contar historias, historias que importaran, que conectaran con quienes somos y quienes queremos ser.
Fantaseábamos sobre donde llegarían nuestros pequeños, tan distintos, pero unidos en la pasión de sus padres por transmitirles que podían hacer aquello que se propusieran siendo dueños de sus sueños y con nosotros como simple gasolina para sus viajes.
Ambas sabíamos que teníamos que parar pero…¿cómo parar cuando vives lo que haces? Tu me ayudaste a cambiar mi actitud ante la vida, a dejar de ser reactiva para ser proactiva.
Tenía que despedirme, aunque siga negándome decirte adiós.
Noelia, sigue tranquila, sigue sonriendo allí donde estés, porque has sido querida, porque has dejado herramientas para liderar nuestras vidas, porque has dejado huella y porque tu inspiración y tu cariño, eso, eso siempre lo voy a mantener vivo.
Adelante, siempre adelante.

Han comentado...

  1. Los niños no tienen que entender nada, tienen que sentir, y para eso tenemos
    que ser capaces de tomar la muerte como algo bueno dentro de nuestro ciclo de vida. Muchas veces me han preguntado si me gustaría morir y siempre digo que si, esos comentarios lo escuchan mis hijos y es así como lo podemos normalizar en esta sociedad. Por eso vivo cada día como si fuera el último, por que nadie tiene una bolita mágica para saber si hoy llegaré a dormir a casa ?

  2. Aceptar que la muerte forma parte del ciclo de la vida es el paso más importante para poder lidiar con ella: con mis hijos mayores de 9 y 11 años ya he hablado en alguna ocasión del tema, porque han preguntado aunque afortunadamente no se han tenido que enfrentar a ello. Un lenguaje claro, y entender que lo importante es VIVIR y la huella que dejamos, nuestro legado afectivo…. es fundamental. Gracias por el post, muy emotivo y acertado.

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