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El estrés infantil: solo los niños miran al cielo

El estrés infantil: solo los niños miran al cielo

Cuando hablamos de estrés lo asociamos inmediatamente con nosotros, con nuestro ritmo de vida, con las personas adultas… Sin embargo, los niños también pueden sufrir de estrés y hoy nos lo va a contar nuestra colaboradora y psicóloga infantil Maribel Gámez. Un niño estresado está apático, bajo de ánimo, agotado, irritable, desmotivado, puede tener problemas para dormir o comer o dificultades para disfrutar de actividades propias de su edad. ¡No os perdáis el post de hoy!
Malasmadres-psicologa-Maribel
*Maribel acaba de dar forma a su proyecto en forma de página web: www.otrapsicologa.com. En ella encontraréis diferentes temas que os pueden ayudar.
Cuando las malasmadres jefas me contaron que había interés por hablar del estrés infantil y que podría ser el tema de mi próximo post, pensé en enfocarlo de varias formas. Podría poner varias recomendaciones sobre cómo disminuir el estrés en el día a día de los más pequeños, lo fantásticos que son los cursos de yoga para niños o la música relajante que les armoniza cuerpo y alma. Podría también contaros que tenemos que disminuir las actividades extraescolares a las que les hemos apuntado por las tardes o que necesitan jugar para estimular, de una manera diferente, su cerebro. Pero creo que todas estas cosas ya las sabéis porque las habréis leído o escuchado en alguna parte. O habréis pensado que son de sentido común y puesto en marcha vuestras medidas particulares con más o menos éxito. Hoy, en cambio, voy a cuestionar nuestra forma de manejar el estrés en los niños.

¿Yoga infantil?

No tengo nada en contra del yoga infantil. Puede ser estupendo para muchas cosas como cuando lo practican los adultos. Dentro de una vida más o menos tranquila es fenomenal, y el deporte por supuesto también. Pero sí que me cuestiono la “utilización” de estas y otras actividades como recurso para intentar rebajar el estrés que nos produce nuestro día a día.
Muchas veces nosotros mismos nos apuntamos a actividades fuera del trabajo que tienen como objetivo desfogarnos o intentar rebajar el estrés resultante de nuestra acelerada forma de vivir. Deporte intenso, taichí…. para intentar encontrar un poco de descanso en esa sensación asfixiante que es el estrés diario (luego os cuento exactamente en que consiste porque no es moco de pavo, y menos para un niño) y que nos agota física y mentalmente.

Poner el foco en nosotros mismos

Quizá en vez de buscar actividades con ese fin deberíamos poner el foco en otro sitio. Ese sitio es el ritmo frenético que llevamos en el día a día, que es en realidad el origen de nuestro malestar y nuestro estrés. Es como atacar los síntomas de una enfermedad sin hacer nada con la causa. Si solo nos preocupamos por los síntomas, la enfermedad seguirá ahí y al poco tiempo reaparecerá, creando otra vez la pesada sintomatología. Es como tratar el dolor de muelas con un calmante: mientras duran los efectos estás tranquila y puedes descansar pero ¿y cuando se van los efectos? El origen del problema no es el dolor, es esa muela con el nervio afectado que nos está machando a base de bien.

¿Por qué entonces en vez de intentar modificar esa forma de vivir optamos por buscar actividades que tienen como objetivo intentar rebajar el estrés que llevamos a cuestas?

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¿Qué es exactamente el estrés infantil?

Vamos de vuelta a los más pequeños. Quiero que nos detengamos un poco en desgranar qué es exactamente el estrés infantil para que conozcamos en profundidad que puede sentir y pensar un niño que lo sufre. Todos podemos sentir ansiedad en momentos puntuales y eso es algo bueno. Es un recurso natural del cuerpo. Cuando tenemos que enfrentarnos un asunto importante en el trabajo o los niños a un examen especialmente difícil para ellos la ansiedad se dispara, como forma de movilizar al cuerpo y la mente para que pueda responder bien a esa tarea. Ese tipo de reacción viene de serie en todos nosotros, es adaptativo, biológico y bueno.
Cuando el evento estresante se solventa, el cuerpo vuelve al ritmo normal. Incluso pasa con situaciones alegres y positivas; si no decidme cómo de alterados y nerviosos están los niños cuando hay un cumpleaños a la vista o se acercan las Navidades. A nadie le sorprende ese tipo de nerviosismo ya que es comprensible por todos y a todos nos pasa en algunos momentos.

Cansancio y ansiedad

Sin embargo un niño estresado, y atentos a esto porque es grave, “sufre un estado de cansancio mental provocado por la exigencia de un rendimiento muy superior al normal, que suele provocar diversos trastornos físicos y mentales”. Este estado de cansancio mental no ocurre en un día, porque entonces sería ansiedad puntual, si no que ocurre cuando las obligaciones diarias nos superan. Es una alarma interna que nos quiere decir que probablemente nuestros recursos no son suficientes para afrontar el día a día (no tenemos tiempo o habilidades para ello) lo que hace que nos pongamos más nerviosos o estresados en un intento de poder cumplir con las tareas diarias. Y eso un día tras otro hasta que se convierte en un estado normal. Eso si que debería llamar nuestra atención. Un niño estresado está funcionado por encima de sus posibilidades y eso le hace mella. No juega lo suficiente, no descansa lo suficiente, no se aburre lo suficiente (aburrirse de vez en cuando es esencial en la vida, suelen salir de ese estado increíbles cosas creativas producto de la imaginación del niño y del adulto, cosas que se rompen los estrechos márgenes de nuestra rutina y el mecánico día a día).
El niño está apático, bajo de ánimo, agotado, irritable, desmotivado, puede tener problemas para dormir o comer o dificultades para disfrutar de actividades propias de su edad. ¿Nos podemos imaginar a un niño de 5, 6, 8 o 12 años estresado? ¿ Un niño que a esas edades debería estar descubriendo el mundo y maravillándose de todo lo que explora a través del juego sin embargo siente que no puede con la vida porque está ya llena de obligaciones tediosas y pesadas que se comen la mayor parte de su día a día? ¿Que siente que no llega, que no da la talla, que el tiempo del que dispone y sus habilidades apenas le hacen conseguir terminar con éxito su jornada?
Niños de corta edad que están 2 o 3 y más horas frente a los libros por las tardes para terminar los deberes, que tienen muchas actividades extraescolares que quizá no le gustan (pero claro, ¿cómo no va a aprender chino mandarín?) y acaba agotado a lo largo del día. Si nos ponemos en situación, es terrible esto que estoy contando. Los niños son personas fuertes que tienen una capacidad de aprendizaje y recuperación sorprendente, pero también se cansan y esta forma de vivir les puede minar.
Los niños no solo aprenden lengua, matemáticas o cómo relacionarse con otros niños en el día a día, también aprenden una forma de vivir y de estar en el mundo. Y ese estrés y ese ritmo de vida frenético que llevan muchos adultos también se puede ver en muchos niños. Si les sometemos a ese ritmo pueden aprender que esa es la forma normal de vivir: agotado, triste, nervioso… No he conocido a nadie estresado (es decir, agotado física y mentalmente) que le guste su forma de vivir y no quiera cambiarla. A nuestro alrededor seguro que conocemos a gente que quiere o le gustaría cambiar su ritmo porque no tiene apenas espacio para disfrutar o tiempo de estar con sus hijos.

¿Qué forma de estar y vivir en el mundo queremos que aprendan?

En el caso de los niños la solución a ese estrés suele ser más sencilla porque lo que hacen durante el día depende de nosotros. ¿Les proporcionamos suficiente tiempo para jugar, para descansar, para inventar, para experimentar, para aburrirse? Otras veces no es tan sencillo. Ciertos colegios imponen su “dictadura” de los deberes donde niños muy pequeños de 7 u 8 años invierten casi todo su tiempo por las tardes en resolverlos.
Está demostrado que eso no mejora el rendimiento ni los hace más listos (solo hay que mirar a Finlandia con su modelo opuesto y a la cabeza en educación), pero sí les hace menos felices. Solo imaginémonos a nosotras durante un segundo ¿después de la jornada laboral nos tiramos en casa otras cuantas horas trabajando? Y si es así, ¿cómo nos sentimos con eso que nos come nuestro tiempo? A veces hay que luchar para que parte de nuestra realidad cambie.
Dos ejemplos de este cambio son la plataforma creada para la racionalización de los deberes que ha conseguido destinadas al Ministerio de Educación. Su objetivo es conseguir que regulen de manera sensata los deberes y el tiempo que se invierte en ellos. El segundo se trata de la campaña de las mismas Malasmadres #yonorenuncio, defendiendo el derecho de muchas mujeres a conciliar su trabajo y su vida familiar, sin someterlas a la desgarradora situación de tener que elegir y por lo tanto a rechazar una parte esencial de sus vidas. Hay veces que hay que intentar cambiar el mundo, aunque solo sea un poco, porque nos olvidamos de que esta forma de vivir, este ritmo, es una construcción artificial de la sociedad que vivimos, y como toda construcción es cambiable.
Si les obligamos a vivir de esa forma ya no tendrán tiempo para observar y mirar, para pensar y soñar, para reflexionar, si todos son tareas y son obligaciones. Y encontrar la felicidad en un mundo donde todos son obligaciones, donde no hay tiempo para pararse y pensar, para aburrirse, para jugar, para cantar y hacer el tonto, para mirar al cielo… es terriblemente difícil. No dejemos la felicidad para la jubilación.
¿Y vuestros buenoshijos sufren de estrés infantil? Si tenéis dudas o no sabéis cómo manejar este problema, Maribel os ayudará.

Han comentado...

  1. Esa canción de Petit Pop es fantástica, también está en español en Spotify. La primera vez q la escuché hace dos años, mi hija era pequeñita, pero ahora ya va al cole e intento tener el mensaje de la canción muy presente! Es difícil…

  2. Me ha encantado el artículo, ya que toca un tema de mucha actualidad y de mucha importancia para el correcto desarrollo de nuestros peques, en este mundo cada vez más loco se exige más y más, total que no sé muy bien para qué, pero lo pagamos todos y sobretodo nuestros peques. Gracias por abordar este tema y dar unas pautas para poder identificarlo. Besos!

    1. Me alegro mucho que te haya gustado el artículo. Gracias por dejar tu comentario
      Un abrazo

  3. Post además de bueno, necesario para reflexionar….
    Y al hilo de tu post me ha venido a la cabeza esta canción de Petit Pop, un fantástico grupo infantil, comparte la filosofía de tu post…
    No es la versión en castellano, pero se entiende…
    https://www.youtube.com/watch?v=B7SuaPEPNEI

    1. Gracias María Angeles por la recomendación de la canción. Voy a escucharla con mucha atención.
      Un abrazo

  4. Y otra reflexión obligatoria y no por ello más fácil de conseguir:y que puedo hacer yo para cambiar todo esto?. No lo se pero si sé que sólo yo puede hacerlo. A pensar entonces y empezar a cambiar las cosas para que la cosa sea diferente. Atreverse y creer para ver!

  5. Uffff…..para pensar….y mucho.
    Cada día me levanto con las mismas buenas intenciones: “Mañana conseguiré que las buenashijas desayunen tranquilas, saldremos de casa con calma, sin carreras. Y después, aprovecharemos la tarde a tope. Vamos a conseguir que la buenahija1 termine los deberes prontito y saldremos a jugar o hacer algo en casa, no sé, quizá un bizcocho….(las encata cocinar conmigo). Y cenaremos juantas…..”
    Mi gozo en un pozo.
    7:30h – Vamos mal. Aún no han terminado de vestirse. La buenahija1 hoy no quiere leche, quiere un actimel. ¡¡¡Gggrrrr; ya la habia preparado!! y se ha cambiado de camiseta dos veces (10 años). La buenahija2 quiere que la vista y la calce yo (5 años)….Ufffff!!!!! Respira Campanilla, respia.
    Tarde, llegamos tarde. Toca correr.
    8:00h – Empieza su jornada y la mía. Ellas al cole y yo al trabajo.
    16:00h – Recojo a las buenashijas. Yo aún sin comer. Llegamos a casa, como lo que puedo y como me dejan…. “Mamá quiero merendar, mamá me ha dado la profesora una nota”, “mamá no has preparado mi mochila de gimnasia”, “mamá no encuentro las zapatillas”….Bombardeo total!!!!
    17:00h – Hoy toca extraescolar. Salimos pitando. Por supuesto, llegamos tarde. A correr otra vez!!!
    17.10h – Voy a la compra y aprovecho para hacer todos los recados de los que me acuerdo. Por supuesto, lo más rápido que puedo, porque las buenashijas salen a las 18h. “Algo se me olvida seguro….puff, lo que sea ya para mañana”.
    18:20h – De nuevo en casa. La buenahija1 da mil vueltas de rodeo para empezar a hacer los deberes. Está cansada. Normal!!
    La buenahija2 empieza a aburrirse y a dormise por los rincones. Empezamos a preparar su baño.
    Entretanto, preparo cena, recojo ropa tendida, pongo otra lavadora y resolvemos dudas de los deberes de la buenahija1. Por fin se puso a hacerlos!!!!
    19:30 – 20:00h (si se ha dado bien)- La buenahija2 empieza a cenar (sola). Sigo resolviendo dudas de deberes, preparando comida (más bien merienda) para el día siguiente para mi.
    20:30 – 21:00h – La buenahija1 se va a la ducha (solo le quedan un par de ejercicios para terminar pero está agotada y enfadada porque no le ha dado tiempo a jugar a nada). La buenahija2 se va a la cama (antes dientes y pipi). Se va sola, sin su hermana y sin cuento de mamá. Hoy no da tiempo.
    21:30h – La buenahija1 y yo, nos sentamos a cenar. Puffff, bajón total cuando paro. Tampoco hablamos mucho porque está embobada viendo la tele (Error mío. Lo sé. Pero es el único momento del día que desconecta). Por supuesto, canales de dibujos o series…. Las noticias?, ni idea. A veces no sé ni lo que pasa en el mundo.
    22:15h – La buenahija1 termina los dos ejercicos mientras yo recojo la cena y a la cama. También sola. Hoy tampoco hay “minutito conmigo mamá”.
    23:00h – Terminando cocina y lavadoras. ¡¡Ánimo!! ya solo me quedan almuerzos de mañana, ropa del cole, cosas del trabajo….y sacar fuerzas para estudiar al menos una hora el curso a distancia que estoy intentando hacer….
    00:30h – Se me cierran los ojos. Dejo los libros para mañana…..
    Mi último pensamiento del día: ” Hoy tampoco lo conseguí (porque por supuesto, la culpa es mía). No hemos jugado, no hemos hecho el bizcocho, no hubo parque, no hemos hablado….y hemos llorado, chillado y renegado de todo varias veces al día. Demasiadas….
    00:35h – Mañana…..mañana lo haremos mejor. Hoy no doy para más.

    1. ¡Cómo me suena esa rutina diaria!
      El otro día le preguntaron a la buenahija1 (6 años): “¿tu mamá qué hace?” Y su respuesta inmediata, sin pensar, fue: “estar cansada”. ¡Casi me echo a llorar en mitad de la calle! A pesar de que me las traigo muchas tardes a pintar a mi trabajo (mientras yo acabo lo que he tenido que dejar a medias para ir volando a recogerlas del cole), lo único que les transmito es eso… mi agotamiento…

    2. Perdona, Campanilla, tu día parece sacado de una película, una comedia romántica, en concreto…..y sé que en realidad no es nada de eso….
      Tu hija de 10 años hace deberes a las 22.15??? Esto es tan escandaloso como frustrante. Miedo me da, creo que cuando la mía, que ahora solo tiene 4, tenga la edad de la tuya tendré que m*t*r a alguien del gobierno o mejor a todos ????
      Que Dios nos ayude…

  6. Me ha encantado Maribel. Llevo un tiempo intentando bajar mi propio nivel de estress, de querer llegar a todo, de hacerlo todo con prisas, desde que me paré a pensar qué estilo de vida les estoy transmitiendo a mis hijos. Muchas gracias por el post

  7. Muy buen post, Maribel.
    Que los mayores vayamos como los locos… está mal, pero finalmente nosotros podríamos salir de ese ritmo, pero los niños no tienen forma de salir de la rueda en la que los metemos. Hay que tener mucho cuidado en dónde los metemos.

    1. Gracias Arancha. Efectivamente nosotros les marcamos el ritmo diario y, claro, los niños no pueden cambiarlo aunque quisieran. Son pequeños y dependen de lo que nosotros hagamos y les enseñemos. Por eso creo que los padres y madres deben revisar y pensar que quieren que los niños aprendan.
      Un abrazo

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