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La importancia del autocuidado

La importancia del autocuidado

Hoy tenemos en el blog una post con una colaboradora invitada que nos hace mucha ilusión y que seguro que muchas de vosotras conocéis y seguís desde hace tiempo.  Se trata de Bei, autora del blog Tigriteando y madre de 4 buenashijas, a la que tenemos mucho cariño. Con ella nos introduciremos en el mundo de la Disciplina Positiva y pondremos el acento en el autocuidado. Recordad Malasmadres: cuidarnos para poder cuidar.

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*Podéis seguir a Bei en Facebook, Twitter, Instagram y en su blog.

Mi nombre es Beatriz, Bei, soy madre de cuatro niñas y hoy quiero agradecer a Malasmadres que me hayan invitado a este espacio en mi rol de Facilitadora de Disciplina Positiva para tratar uno de los pilares de este enfoque: el autocuidado.

Antes de nada, me gustaría explicar someramente en qué consiste el enfoque Disciplina Positiva, que se basa en el respeto mutuo y el equilibrio entre las necesidades de los niños y niñas, los adultos y las situaciones. Está basado principalmente en la Psicología Individual de Alfred Adler, compilado por Jane Nelsen y Lynn Lott, y actualmente en constante renovación con todos los aportes que nos están llegando de la neurociencia. Los pilares de nuestro enfoque son cuatro:

  1. Todos los comportamientos de todas las personas, adultos y criaturas, tienen un propósito: pertenecer y contribuir, ser parte de un grupo social y aportar nuestro trabajo a ese grupo social.
  2. La enseñanza (que es la raíz latina de la palabra disciplina, no es algo autoritario per se) necesita de libertad y orden a un tiempo. Flexibilidad y coherencia, sin utilizar premios y castigos para manipular el comportamiento de los demás y ofreciendo aliento para que se construyan en sus fortalezas.
  3. El objetivo de la educación es potenciar habilidades a largo plazo.
  4. Todas las personas tienen derecho a expresar su poder y tener autonomía.

Estos cuatro pilares son, básicamente, sentido común, en definitiva, que todas las personas tienen derecho a vivir relaciones horizontales de respeto mutuo (y desarrollar así un apego seguro). Ninguna de nosotras/os se levanta por la mañana pensando: “Hoy voy a gritar a mis hijos ocho veces para que aprendan”. No, no es lo que queremos hacer, lo hacemos porque es lo que interiorizamos cuando éramos pequeñas y en ese momento no se nos ocurren otros recursos.

Para que entendáis lo que os planteo, os voy a pedir que hagamos juntos un viaje en el tiempo, un viaje al primer recuerdo feliz que tengáis de vuestro hijo o hija en brazos por primera vez. Quizás recuerdes el olor, o una mirada, emociones a flor de piel… Eso que sientes es amor incondicional, ni por lo más remoto cambiaríamos a ese bebé por otro, ¿verdad? Ni tan siquiera si nos dijeran que el otro iba a dormir 15 horas del tirón…

El amor incondicional

De la misma forma, cuando crecen, si lo pensamos con el corazón en la mano, tampoco los cambiaríamos, ¿verdad? El amor incondicional es para toda la vida, el problema es que en el día a día, con la prisa, las obligaciones, las expectativas, las tareas, la falta de conciliación, ese amor incondicional deja de llegarles igual que cuando eran recién nacidos. La propuesta de la DP es que, en cada una de sus acciones, especialmente en los posibles errores que puedan cometer, les llegue ese amor incondicional.

Quizás algunas personas me lean y piensen con incredulidad “¿mostrar amor en los errores? Eso es permisividad”, no lo es. La propuesta de la DP es ser consciente de cuál es nuestra responsabilidad en ese comportamiento del niño/a que a priori parecía inadecuado. Por ejemplo, si un niño o niña inunda el baño, cualquiera diría que se está comportando mal, pero, realmente, ¿es así? Pueden pasar varias cosas: que aún no tenga la habilidad para cerrar el grifo y necesite ayuda para satisfacer su necesidad de autonomía, que esté en un periodo sensible de refinamiento de las percepciones sensoriales (según Montessori) y necesite esa exploración, puede ser que no sepa la repercusión que tiene ese acto porque aún no ha entendido esa relación causa-efecto, o puede ser que sienta cierta desconexión con nosotros y sea un comportamiento inconsciente para volver a vincularse. Si les castigamos en la silla de pensar por su “mal comportamiento”, estamos impidiendo que se produzca un aprendizaje para toda la vida y, sobre todo, el mensaje de amor incondicional se pierde. Nuestra propuesta es poner el foco en nosotras, pensar qué hemos hecho o no hecho para que se produzca ese comportamiento, dejar de ver la conducta como algo a castigar, a eliminar y empezar a verlo como un signo, ¿qué necesita ese niño o niña de mí? ¿cómo puedo ayudarle? Si lo pensamos desde la lógica, de nuevo, es sentido común.

Y otra vez, el problema es que cuando nos sentimos estresadas/os, cuando tenemos que conciliar nuestra tarea de madre, trabajadora y mujer, y no podemos satisfacer las exigencias de esas tres tareas y seguir durmiendo, nuestro cerebro vive en una constante situación de amenaza. El stress, la prisa y las expectativas provocan que nuestro cerebro más primitivo tome el control de nuestras decisiones y, sin querer, acabemos haciendo daño a las personas que se suponía que teníamos que proteger.

Si viajas en avión con peques, los auxiliares de vuelo te piden que, si hay una emergencia, te pongas tú primero la mascarilla antes de ponérsela a los peques, porque de lo contrario puede que no puedas atenderles si llegas a desmayarte. Cuidarse para cuidar no es un acto de egoísmo sino de generosidad, porque nos va a permitir ser nuestra mejor versión.

Autocuidarte es necesario

Este autocuidado no puede ser un cuadrito más en nuestra lista interminable de tareas por hacer, cuidarse para cuidar significa eliminar algo de nuestra lista que no es urgente ni importante y añadir una casilla nueva en la que tú seas la prioridad. Quizás hemos crecido con la idea de que esto es egoísta, pero es un acto de generosidad. Para cada madre, o padre, es distinto, algunas personas prefieren contratar servicios de limpieza para tener más tiempo con los peques, para otras puede ser apuntarse al gimnasio, yoga o correr para tener tiempo para una misma; para algunas puede ser cocinar para comer mucho mejor, para otras puede ser dejar a los peques con los buenosabuelos aún a sabiendas de que van a comer cosas que no se pueden enseñar en Instagram; para algunas personas puede ser salir a Malamadrear y para otras personas puede ser no hacer planes, dormir, disfrutar en familia y descansar. Todas las opciones son igual de validas si funcionan, para mí autocuidado va más allá, siempre digo que hay parches y hay soluciones: para mí es tomar decisiones que me hagan feliz y me hagan la vida fácil.

Cuidarse para cuidar es, en definitiva, olvidarse lo más posible de los “tengo que” y centrarse en los “me gustaría, quiero, necesito”. Consiste en mandar lejos esa imagen mental de madre abnegada y sacrificada, significa sobre todo olvidarse de la culpa y aceptarnos incondicionalmente, con nuestras imperfecciones, aceptar que nunca seremos esa madre – trabajadora- mujer que la sociedad nos metió en la cabeza y disfrutar de esa otra versión, malabarista e imperfecta y mucho más feliz que está dando un ejemplo alentador a sus hijos y, especialmente a sus hijas.

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Mi proceso de crecimiento y aceptación

A nivel personal, en los ocho años y medio que llevo siendo madre he pasado por un proceso de crecimiento y aceptación. Cuando nació mi primera hija, estaba invadida por la culpa, pero como solo era una y la conciliación era sencilla, no hubo grandes dramas. Cuando llegó mi segunda hija, nuestra dinámica familiar explotó en mil pedazos y hoy sé que fue porque yo no supe ponerme en primer lugar. Aprendí a aceptar, aprendí a delegar (de verdad, cerrar los ojos y confiar, no delegar para seguir controlando), y aprendí a fluir. Ahora que tengo dos niñas más, el día a día no es idílico, pero vivimos en armonía y equilibrio. La diferencia es que yo ahora no solo me permito ser imperfecta, ser egoísta, ponerme en primer lugar y expresar mis necesidades, aunque sean políticamente incorrectas, ahora me gusta ser como soy. Y estoy feliz, y mis hijas son mucho más felices, porque solo si yo me pongo la mascarilla, puedo atenderlas sin desmayarme. Siempre digo que con mi primera hija me enfadé muchísimo la primera vez que le dieron Fanta y que ahora, aunque no lo apruebo, no le doy tanta importancia, me enfoco en lo positivo y agradezco el tiempo que pasan con la familia porque están construyendo también recuerdos para toda la vida.

Ahora no siento culpa al tomarme ratos para mí, me enfoco en la luz, en lo que sí estoy haciendo, porque les llegue ese amor incondicional y ofrecerles aliento, en las soluciones que buscamos juntas, en los abrazos que sí nos damos y cada día me olvido un poco más de los “tendría que” y los “debería”, y si algún día me llega la culpa, la doy la justa importancia y la uso de trampolín para tomar decisiones.

Los niños y las niñas no necesitan madres perfectas, necesitan personas honestas, muy conscientes de que su influencia, especialmente en la infancia, es muy poderosa. Tú puedes ser hoy la adulta que prometiste ser, la madre que necesitan tus peques. Todo empieza en ti, solo si te pones la mascarilla para no desmayarte, tus hijos pueden recordarte como la madre feliz que buscaba soluciones en vez de la madre agobiada que les daba miedo cuando gritaba. Sin culpa, con consciencia, con responsabilidad, con amor y con humor, mucho humor.

Y vosotras Malasmadres, ¿habéis dado el paso a autocuidaros o sentís culpa si os dedicáis un tiempo para vosotras solas?

Han comentado...

  1. No tengo tiempo para mi. Vivo las 24 horas por y para mi hija. Mi situación no es fácil… tiene un año y desde los 2 meses me separé de su “padre”, por llamarlo de alguna forma. Después de dos denuncias por maltrato, sigo esperando un juicio para establecer las medidas de la menor. Vivo en constante miedo y temor de saber que va a pasar… no me imagino los días sin ella, aunque no tenga tiempo, ella es lo mejor ante todo.

  2. Gracias por el post, es genial. Tenemos una imagen de lo que debemos ser como madres y nos olvidamos de lo que somos, con nuestras alegrías, nuestras vulnerabilidades y toda la gama de ensayos y errores que tenemos en nuestras vidas. Tengo 2 hijos de 9 y 13 años, como actuaba con el mayor no sirve con el pequeño, porque ellos son distintos, yo actuo diferente, no es lo mismo uno que dos,… la situación cambia y todo cambia. El AUTOCUIDADO también debe incluir no ser tan exigentes con nosotras mismas, querernos más porque así daremos lo mejor de nosotras mismas.
    Muchísimas gracias. Que tengais malasmadres una estupenda semana.

  3. Éste es el tipo de Post que creo q toda Madre necesita. El desarrollo personal es prioritario para una vida plena para ti y los tuyos!. Gracias por el Post!

  4. Gracias Bei por esta reflexión. ¡Qué bien sabes transmitir y llegar al corazón y a la razón de las personas! Me encanta lo del amor incondicional, y es cierto que, en ocasiones, tal como reaccionamos, no les llega…yo en mi caso me tatuaría la palabra AUTOCUIDADO en la piel porque me gustaría que ese amor les pudiera llegar siempre. Y me quedo también con lo de delegar SIN CONTROLAR, qué difícil es también…gracias por tu aliento Bei. Y al club Malasmadres por difundirlo.

  5. Bei como siempre tan acertada. La disciplina positiva ha supuesto un antes y después en mi vida tanto en el aula como en mi casa. Fundamental el autocuidado y también la importancia de no llevar tanta carga mental y tanta exigencia, el ejemplo de la fanta es muy esclarecedor porque a veces tenemos que relativizar, no queda otra. A cuidarse toca malasmadres!! ❤️❤️

  6. Yo no lo consigo. No sé cómo hacerlo. En el momento que intento hacer algo que me gusta se viene todo abajo. Me agobio mucho porque no puedo atender mis cosas sin que ellos se enfaden, o empiecen los gritos, los llantos… Así que al final vuelvo a la abnegación para evitar ese clima y pienso que es mejor no pensar en nada más para no sentirme frustrada.

  7. Es difícil mantener la consciencia sobre tus reacciones durante todo el dia. Yo acabo agotada y grito mucho y regaño mucho y no me siento orgullosa de ello. Hay dias que me castigo muchisimo por esas reacciones que se me escapan, pero otros lo dejo ir, pido perdón a mis hijos por gritarles y me justifico ante ellos, buscamos la calma juntos y una solución. Aún son muy pequeños y espero seguir creciendo y aprendiendo con ellos. Por lo general no entienden lo que pasa o lo que me pasa…ellos solo quieren que juegue con ellos, que no vaya a trabajar y que les de helados…el tiempo que no puedo estar con ellos lo cambio por besos y abrazos y no puedo hacer más.
    Soy muy malamadre y me siento bien con ello. A luchar!!

  8. Aunque trato siempre de buscar mi cuadradito no puedo evitar los momentos de agobio. Siempre me digo que no se va a repetir, pero cuando las situaciones me superan estallo y grito y luego me fijo en sus caras y me derrumbo porque soy consciente de que mi actitud no les ayuda en absoluto y me aterra pensar que sus recuerdos de mi van a ser esos. Es tan complicado. La lectura de hoy me ha resultado muy interesante y trataré de dar una vuelta al hecho de cómo me cuido y cómo reaccionar cuando una situación me supera.

    1. Hola! Pues yo tengo una niña de 2 meses y medio. Todavia no he vuelto a trabajar, pero la idea ya me agobia. Tengo miedo por cómo será organizarnos nuestro día a día en familia. Tengo claro que buscaré una persona que me ayude a limpiar la casa y así yo poder ocuparme de organizar el resto e las cosas. También voy a pedir una reducción de jornada ya que trabajo a una hora de casa y aún así, trabajando 6 horas mi hija estará en la guardería 8 horas.
      Lamentablemente mi pareja no me ayuda mucho, y yo por no gritar y discutir, callo.
      Tengo muchos miedos de cara a cómo será volver al trabajo, pero espero poder ser fuerte.
      Estoy muy de acuerdo con que el auto cuidado sea necesario, diría fundamental, pero a veces no es fácil ponernos en primer plano.

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