Un Gin con la Malamadre Jefa – 28 de julio

Llevo una semanita fina filipina, para qué engañaros. Podría contaros que el sol brilla y la vida me sonríe, mis hijas bailan al son de la música de los pajaritos y el buenpadre me regala besos al despertar, pero no. Estoy en uno de esos días en los que todo se torna oscuro.

Algunos dirán que exagero por mi condición de andaluza desarraigada. Otros dirán que “Dios aprieta, pero no ahoga” y otros al leerme sentirán pena o escalofríos, nunca se sabe… Pero os voy a dar hechos:

1. Las llagas han vuelto y amenazan con quedarse. Zas! Es así, soy de manual. El cansancio extremo acumulado de un año de tantas emociones y trabajo han hecho que mi cuerpo diga: ¡basta! Y lo ha hecho en forma de llagas. No llaguitas de esas que se curan con piruletas de fresa o enjuagues milagrosos. Ja! Llagas que te ocupan la boca, la garganta y el alma. Y como no es plan de ser más descriptiva, sólo daré un dato: mañana de sábado entera en Urgencias de #tierrasanta llorando en el hombro de la buenaabuela para salir con pinchazo de nolotil y chute de antibióticos. Ir a #tierrasanta y no pisar la playa es más triste que un entierro de tercera, como diría mi madre. Moraleja: no puedo comer ni hablar. Lo primero me obliga a una operación bikini tardía pero efectiva. Lo segundo me está ayudando a reencontrándome conmigo misma y prepararme para la desconexión prevacacional. Aviso 1: no me vengáis diciendo: “ya te dije que tenías que descansar”. Aviso 2: yo tampoco me explico que la Boticaria García todavía no me haya dado un remedio efectivo. Ten amigas para esto.
2. No hay manera de librarse de la buenahija1. Y no lo digo con remordimiento, sino con pena, que vaya disgusto. Salir el domingo de casa de los buenosabuelos, dejarme a la buenahija1 y que al llegar a Madrid me llame con el corazón “encogío” gritando: “mamá, yo no quiero estar aquí”. Ni las colchonetas ni el algodón de azúcar ni el castillo hinchable más grande de tierrasanta la han convencido del planazo que es vivir junto al mar unos días. Por no aguantar al buenpadre no cogí el coche de madrugada en plan Malamadre Alfa a rescatar a mi cachorrillo. Así que la buenatía que tenía que venir por trabajo ayer, se la trajo y aquí estamos otra vez en amor y compañía. Así no se puede malamadrear a gusto.
3. Los clientes son seres oscuros. Esto ya lo sabía yo. Y vosotras. No os voy a descubrir America. Años en agencias te curten en lo más sonado de estos lares: “logo más grande”, “quiero una propuesta más”, “logo más grande, un poco más”, “mejor en azul, no soy yo de verdes” y esas cosas que sufrimos aquí mis amigos y yo, los creativos. Pero yo creo que el calor y la necesidad de vacaciones nos tienen a todos los nervios consumidos porque todo es para YA. Y ellos te meten prisa y tú que estás ya con el pareo puesto le dices: “chico, sí, tranquilo, no te me estreses”. Y ellos te imaginan con una piña colada, mientras tú intentas contener el tic nervioso del ojo y cuentas los días que quedan sin saber muy bien cómo diantres vas a hacer tanto en tan poco tiempo.
4. Y para rematar, por si no fuera suficiente, llega el listillo de turno, el que lo sabe todo a poner en duda aquello que dices o dijiste. Y entonces sólo te apetece decirle:

Pero respiras, lo piensas mejor y tienes LA SÚPER IDEA. ¿Y si hacemos Un Gin con…?

El de despedida del verano. Pero, ¿quién a estas alturas va a estar disponible para protagonizarlo? Silencio en la sala… Y de repente todas las miradas a mi persona. Y pensé: “¿por qué no?”. Pues eso. ¿Quién se viene? Un Gin con… La Malamadre Jefa para despedir este curso tan intenso, daros las gracias por todo vuestro apoyo y contaros la historia del club y todo lo que he vivido en estos dos años intensos. ¡Os esperamos en la Malasmadres House!

APÚNTATE YA en hola@clubdemalasmadres.com

Yo sé que realmente no vendréis a verme a mí, sino a tomaros un rico Gin con nuestra ginebra de Malasmadres MOM y a wrapear con los riquísimos wraps que nos tiene preparados Cookita con Mission Wraps:

¡A malamadrear!